A menos de 48 horas de la jornada electoral,
seguramente la gran mayoría de los votantes ya estén seguros sobre el sufragio
que emitirán, de hecho muy probablemente lo estaban aún antes de que se definiera
el candidato por el partido con el cual simpatizan o en que militan. Sin
embargo, una parte importante de quienes emitiremos nuestro voto el 1o de julio
-sin duda no la mayoría, pero sí un número que podría definir la elección- aún
no definimos la intención de nuestro sufragio. Nos debatimos entre seis
posibilidades al encontrarnos frente a la inevitable decisión: Josefina Vázquez
Mota, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, Gabriel Quadri de la
Torre, anular nuestro voto o simplemente, no asistir a la jornada electoral, y
obviar o evadir nuestra responsabilidad ciudadana. Para quienes nos encontramos
en esta situación, aunque nos estemos inclinando hacia alguna de esas
posibilidades, los cuestionamientos que a continuación expongo, reflejan las
dudas, angustia y sin sabores que enfrentamos. Éstos, podrían a fin de cuentas
invitar a una última reflexión antes de tomar la decisión final sobre el
proceso electoral y las opciones que se nos presentan.
Idealmente, deberíamos preguntarnos qué
candidato o qué plataforma nos atrae más, cuál creemos que es más adecuada, conveniente,
etcétera, no obstante, parece que para quienes no simpatizamos (al parecer)
incondicionalmente con alguno de los principales partidos políticos, la decisión
está entre quién es el menos malo, quién traería menos costos y algunos
beneficios. Con base en esa lógica la decisión se hizo muy difícil toda vez que
cada una de las opciones nos presentan un alto grado de desencanto, riesgo y dudas.
El historial y personalidad de casa uno de los aspirantes a la presidencia de
la república, nos generaba muchas dudas, y las campañas que el miércoles 27 de
junio han terminado, no hicieron más que profundizarlas; quienes ya habían
decidido su voto, sólo utilizaron las campañas para radicalizar sus posturas y
tratar de disminuir el apoyo a otro candidato, principalmente a través de las
redes sociales.
¿Por qué no votar por Josefina Vázquez
Mota? La candidata del Partido Acción Nacional representa continuar con un proyecto
de gobierno que si bien ha generado una gran estabilidad económica, cosa no
menor si consideramos la inestabilidad que caracterizó a México al menos desde
los años setenta y hasta los noventa, también ha traído un gran costo social,
se ha incrementado la desigualdad, no ha habido desarrollo que acompañe la
estabilidad, la estrategia del presidente Calderón en el combate al narcotráfico
ha sido errada y muy costosa, la corrupción se ha incrementado y varios estados
han combatido algunas iniciativas progresistas en materia de equidad de género
y derechos para la comunidad homosexual. La continuidad se ese proyecto parece
alto, pero no habría que hacer a un lado que mientras que buena parte de
nuestros socios comerciales pasan por muy severas crisis económicas, lo que ha
afectado a regiones enteras, México ha soportado dichas crisis gracias al buen manejo
financiero; pero a fin de cuentas esa estabilidad podría desvanecerse si el
desarrollo sigue siendo una promesa del futuro...la eterna promesa de las campañas
electorales; ¿retórica vacía o sofismas? Aunado a esto, Josefina Vázquez Mota no
logró inspirar al electorado, tarea nada fácil, de hecho -a excepción del
segundo debate y probablemente el tercero- inclusive la candidata fue rechazada
por dos personas a quienes ella "invitó" a formar parte de su gabinete.
JVM en más de una ocasión demostró falta de capacidad al entrar en contacto
directo con la gente en espacios no controlados -como el caso de Tres Marías-
amen de diversos gazapos en declaraciones, comentarios, afirmaciones, etc. Tal
es el caso de su último comentario, al señalar que invitaría al presidente Calderón
formar parte de su gabinete como Secretario de Seguridad.
¿Y Enrique Peña Nieto? Para muchos es difícil
pensar en el regreso del PRI a la presidencia de la República. Hace apenas doce
años México salió del "dominio priísta", de la "dictadura
perfecta", y comenzamos un largo camino, una transición hacia algo aún por
definir. En esa transición el PRI aún no tiene cabida en la Presidencia,
consideramos muchos. Pero no sólo por la historia, desestimada por muchos priístas,
sino por el presente. ¿Cómo convencernos de un nuevo PRI, cuando mantienen
viejas "tradiciones" como proteger a miembros de su partido aún
frente a serias y documentadas sospechas de ilícitos? Tal es el caso de Mario
Marín, Arturo Montiel, Ulises Ruiz, Humberto Moreira, Fidel Herrera, Carlos Romero
Deschamps o el propio candidato Peña Nieto, quien fungiera como tesorero durante
la gobernatura de Montiel. ¿De qué nuevo PRI está hablando el candidato? Cuando
seguimos viendo compra de votos, rebase de topes de campaña, bodegas llenas de artículos
"promocionales" que van desde playeras hasta estufas, televisores o refrigeradores,
¿A qué viejas prácticas ya desaparecidas hace alusión? ¿Cómo creer en un
candidato y su promesa de gobernar para todos, de dialogar con todos, cuando es
incapaz de manejar un escenario adverso con estudiantes, de enfrentarlos -no
confrontarlos- y/o de aceptar una invitación para in tercer debate? La victoria
de EPN significaría la desesperanza del pueblo mexicano ante un proceso
inevitablemente largo, como lo es la transición a la democracia, lo que además
en nuestro caso significa muchas cosas y no sólo alternancia en el poder. Significaría
muy probablemente, autoritarismo, como lo demostró en muchas ocasiones como gobernador
del Estado de México. Pero también sería una muestra de la falta de crítica del
electorado, de lo pobre de cuestionamiento, o de lo fácil que es lucrar políticamente
con la pobreza, o de la corta memoria histórica, o de lo fácil que compramos un
producto tan pobre, tan vacío; o del éxito de la alianza entre televisoras y
partidos políticos. O todo junto.
¿Y AMLO? Andrés Manuel López Obrador representa
una opción natural para muchos, merecida para otros, real de cambio para la mayoría
de quienes lo apoyan, ya sea por fe, esperanza o convencimiento. Pero muchos
otros no estamos tan seguros y menos convencidos. AMLO es tenaz, sin duda, pero
fácilmente se convierte en necedad. Comunica e inspira a buena parte del
electorado, pero mantiene un discurso maniqueo, mismo que ha matizado en las últimas
semanas. Habemos muchos que creemos en una opción de izquierda a la situación
que vivimos, al modelo de nación, de desarrollo, pero dudamos que AMLO la represente.
En verdad parece ver un escenario de los años setenta, en política interna y
exterior, en la que afirma que México no será colonia de nadie; ¿De qué está
hablando? Parece retórica y puede suponer a qué se refiere, pero no hay mejores
formas de comunicarlo en el siglo XXI!? ¿Qué pasa con las instituciones? No soy
un defensor de ellas a rajatabla, y creo que el pueblo es un actor político cuando
toma el papel de legislador o cuando toma las calles, pero desconocerlas o
ponerlas en tela de juicio sin pruebas sólidas, reales y casi irrefutables, es
muy irresponsable y -sin duda- poco democrático. Hace algunas semanas él
cuestiono y descalificó al IFE, me pregunto si tendrá la misma opinión si resulta
ganador del proceso electoral. Ya había hablado de someterse a una consulta popular
al segundo años de su mandato, lo hizo en la Ciudad de México, con un método
muy cuestionable, por cierto. Pero, ¿Qué tanto tomaría en cuenta a la sociedad,
si a veces uno podría pensar que ni a sus asesores considera? Sin embargo, AMLO
tiene un elemento muy importante a su favor, el gabinete que ha propuesto -y al
que no le han declinado invitación alguna- es muy interesante toda vez que está
compuesto de personas con muy buena trayectoria, reconocidas y confiables. ¿Será
suficiente?
¿Quadri? Para la mayoría, según lo dictan
las encuestas y el sentido común, Gabriel Quadri no es una opción real ni deseable
en el proceso electoral del próximo domingo. La razón es muy sencilla y
suficiente para no considerarlo como opción; Quadri significa Elba Esther
Gordillo, es decir corrupción, es decir mantener a la sempiterna secretaria del
SNTE como un parásito más viviendo -a todo lujo- del presupuesto. Quadri quiere
convencer al electorado de su origen ciudadano, pero en realidad es un peón al
servicio de Elba Esther Gordillo y del propio PRI; aquel distanciamiento entre
ambos partidos políticos es una clara farsa. Un solo voto a Gabriel Quadri significaría
darle un tentáculo más a la Secretaria del SNTE, y sería una clara muestra de
la mediocridad o inocencia de nuestra ciudadanía.
¿Anular o no ir, he ahí el dilema? Votar
es un derecho, pero también una obligación, por tanto me parece que la opción
de simplemente no ejercer ese derecho, es una grave falta cívica y de respeto a
nuestra historia. Debemos comprometernos con la sociedad, con el país, con
nuestra familia, con nosotros mismos. Ahora, contrariamente a la corriente que
se expresa mucho en las redes sociales, considero que anular el voto es una opción
válida en cualquier elección. Hay que tener claro, eso sí, que el voto nulo es
una apuesta a la siguiente elección, no a la presente. La apuesta consiste en
que si el porcentaje del voto nulo -ir a la casilla y anular la boleta- supera
a la diferencia entre primer y segunda lugar de la elección, los partidos se
preocuparán por atraer a esos votantes en la siguiente elección y con ello
tener más legitimidad, ganar la elección y/o más curules en el Congreso.