miércoles, septiembre 25, 2013

Obama en la ONU: el juego de la geopolítica

El día de ayer dio inicio el 68vo. Debate General de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. En estos "debates", los jefes de Estado presentan discursos en los que exponen su agenda global y/o regional y, usualmente, instan a los demás miembros a secundar sus propuestas clave para el año.

Se esperaba que el discurso de este año de Barack Obama se centrara en la política exterior estadounidense hacia oriente medio. Y efectivamente, el terrorismo, la inestabilidad en Irak, la guerra civil en Siria, la dictadura militar en Egipto, la nueva presidencia de Irán y la renovación de las negociaciones entre Israel y Palestina son temas a los que Obama se refirió tratando de dejar en claro las posiciones de su gobierno. En general, el discurso de Obama hizo evidente nuevos elementos en el juego geopolítico y enunció las bases de política exterior de lo que resta de su mandato.

Un primer elemento a destacar es que el gobierno de los Estados Unidos está empeñado en evitar que los sucesos en Siria se conviertan en una reedición de la guerra fría. Porque aunque algunos acusan a Obama por su falta de decisión para actuar en contra del gobierno de Assad, en realidad lo que sucedió es que el gobierno ruso movió sus piezas de ajedrez para evitar abrir dos frentes en el conflicto Sirio. Ya "no estamos en la Guerra fría" explicó Obama, refiriéndose a que no hay un gran esquema ideológico detrás de los intereses políticos y humanitarios estadounidenses en Siria. Y es cierto que los intereses nacionales de los Estados Unidos en Siria no son de primer orden. Evidentemente, lo que más le preocupa al gobierno de Barack Obama es que el territorio sirio no se convierta en refugio de terroristas y que la inestabilidad política en ese país coadyuve a descarrilar el nuevo proceso de paz entre Israelíes y Palestinos.

Esto parece ser también el tenor de la relación estadounidense con el gobierno de Egipto, al que no califica de dictadura sino de un "gobierno interino" que remplazó a Mohammed Morsi respondiendo "a los deseos de millones de egipcios que creen que la revolución tomó un rumbo equivocado." Este no es un elemento nuevo sino uno reciclado de los anales de la cooperación entre el gobierno estadounidenses y dictaduras "convenientes"; el objetivo es, también en este caso, generar un ambiente de estabilidad que no ponga en riesgo la negociación Israel-Palestina a la vez de no permitir el acceso al poder a grupos considerados "extremistas".

La preponderancia del tema de Palestina sólo es igualada, según el propio Obama, por el riesgo que significa el programa nuclear del gobierno de Irán. Tras la elección de Hassan Rouhani el discurso del gobierno iraní ha tomado un tono mucho más moderado y esto ha permitido el relajamiento en las relaciones con los Estados Unidos de América. La posibilidad de reiniciar las relaciones diplomáticas rotas por más de 30 años comienza con el anuncio de que el Secretario de Estado, John Kerry, iniciará conversaciones con el gobierno iraní, de manera conjunta con la Unión Europea, para evitar así el desarrollo de armamento nuclear en ese país.

Finalmente, Obama enunció lo que puede llamarse la Doctrina Obama hacia el Medio Oriente que incluye cuatro puntos: primero, evidentemente, el gobierno estadounidense se reserva el derecho de usar fuerza militar cuando sea necesario para salvaguardar sus intereses; segundo, reconoce como estratégico asegurar el flujo de energéticos desde la región; tercero, se reserva también el derecho a la acción directa en casos de prevención de terrorismo; y cuarto, cero tolerancia al desarrollo de armamento de destrucción masiva.

A estos cuatro puntos hay que sumar el "sermón" que le ofreció a los Estados miembro al criticar la parálisis en la que ha caído la ONU en casos de "intervención humanitaria". Este sermón incluyó un comentario simplón sobre el uso del principio de "soberanía" como escudo para tiranos sin mencionar que la política exterior estadounidense ha sido y es escudo para dictadores. Y, para terminar, en un derroche de complacencia con la señora Samantha Power (representante estadounidense ante la ONU) Obama delineó el deseo de su gobierno de convertir a la ONU, que "fue designada para prevenir guerras entre Estados", en una institución que prevenga "matanzas dentro de los Estados"; es decir, de transformar a la ONU, que es una institución internacional, en una agencia de policía supranacional. Eso, creo yo, no sucederá en el corto plazo.