jueves, julio 21, 2016

Sistema Nacional Anticorrupción: Pedir perdón está bien, pero no es suficiente.

Después de poco más de un año de haberse publicado la reforma constitucional para la creación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) este lunes 18 de julio el Presidente Enrique Peña promulgó las 7 leyes que dan el marco para el SNA.
El SNA pretende generar coordinación entre los distintos poderes y niveles de gobierno y la ciudadanía (el sistema contempla la creación de un Comité Coordinador, encabezado por un ciudadano y un Comité de Participación Ciudadana integrado por cinco ciudadanos) con la idea de prevenir, controlar y sancionar los actos y prácticas de corrupción.

El marco legal del Sistema se construye por las siguientes leyes:

1.- Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción. Básicamente en ésta, se describen las características del SNA, cómo se va a coordinar en los distintos niveles de gobierno y cómo se creará un Sistema Nacional de Fiscalización y una Plataforma Digital Nacional.

2.- Ley General de Responsabilidades Administrativas. Esta ley explica la responsabilidad y obligación de servidores públicos para presentar su declaración patrimonial, de intereses y declaración fiscal.
Las modificaciones a esta ley fueron las que se impulsaron desde el movimiento ciudadano #3de3 y tal cuál se dio la aprobación no queda del todo claro o definido si estas declaraciones serán o no públicas.

3.- Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación, y las reformas a la Ley de Coordinación Fiscal y a la Ley General de Contabilidad Gubernamental. Esta ley y paquete de reformas, le otorga  a la Auditoría Superior de la Federación mayores elementos y “dientes” para el combate de la corrupción.

4.- Se crea además el Tribunal Federal de Justicia Administrativa que llevará la tarea de sancionar tanto a servidores públicos como a particulares que incurran en faltas graves.

5.- Reformas a la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República. Es en esta donde se establece la creación de la Fiscalía Especializada de Combate a la Corrupción. Cabe destacar que esta fiscalía será un órgano autónomo.

6.- Reformas al Código Penal Federal. Es aquí donde se enlistan las sanciones y los tipos de actos de corrupción. Todo se establece tanto para funcionarios públicos como para particulares.

7.- Reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. En esta Ley se establecen elementos que darán más fuerza y autoridad a la Secretaría de la Función Pública para la prevención y combate de la corrupción.

A partir de ahora comienza quizás la parte más complicada. Sí, si nos pareció complejo el proceso para la creación y reforma de estas leyes, lo que sigue en realidad es el paso más importante: echar a andar y hacer realidad este sistema. Toca romper la tradición de que en México tenemos muy buenas leyes…que son se cumplen.

A las autoridades les queda un gran tramo por andar y a la ciudadanía nos toca estar muy atenta también de lo que sigue y por qué no, hacer un alto y pensar en qué significa la corrupción en nuestro cotidiano y ver más allá de nuestras narices.

Vivimos en un país donde la corrupción se ha normalizado a tales niveles que en muchos hogares no se entiende la vida sin corrupción o destinar parte del presupuesto familiar para pagos y sobornos para poder acceder a servicios públicos. Según datos de Transparencia Mexicana 33% del ingreso de una familia que gana un salario mínimo se destina a estos pagos, estamos además hablando de las familias más desfavorecidas.

Detengámonos a pensar que la corrupción en nuestro país no es solo el dar una “mordida” al “poli” para evitar una infracción. Veamos a la corrupción como uno de los principales factores que afectan los Derechos Humanos en nuestro país y que violenta hasta extremos tales como la desaparición o muerte de tanta gente en los últimos años.

Sí, la corrupción no es un tema cultural, no es parte de nuestros genes, pero la tenemos muy interiorizada y toca detenerse a pensar cuán corruptos somos o cuan familiarizados estamos con ella.

Como ciudadanos nos quejamos de que nunca pasa nada, porque ciertamente así hemos visto un ir y venir de ex gobernadores o personajes de la clase política que tras actos de corrupción evidentes y a veces comprobados terminan como embajadores, cónsules o estudiando maestrías en otros países. Parece que las cosas están cambiando, hoy vemos un anuncio del SNA acompañado de una estrategia jurídica del gobierno para evitar los candados que próximos exgobernadores de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz intentaron generar para librarse de rendir cuentas.

El Sistema no es una varita mágica que de un día para otro cambie las cosas y borrón y cuenta nueva. Estoy segura que mucho costará erradicar décadas de prácticas y mentalidades corruptas. Sin embargo hay señales e instrumentos legales y transformación institucional que dan pie a que como ciudadanía comencemos también a hacer cambios y exigir cuentas.

Nos toca estar atentos e ir conociendo cómo es que el Sistema funcionará, cómo podremos acceder a la denuncia, segura y efectiva y ver que existan consecuencias, y cómo ser nosotros actores activos para que esto marche bien. Al gobierno le toca hacernos saber cómo el Sistema estará a nuestro alcance. A las organizaciones y a la academia, estar vigilantes que las personas que se escojan para los puestos ciudadanos y la Fiscalía sean las adecuadas.

Seamos pues nosotros también responsables de que esto funcione y  que sea efectivo. Seamos pues responsables también de nuestros actos y asumamos consecuencias porque aunque pedir perdón está bien, no es suficiente.


Melissa Ortiz Massó

Melissa Ortiz Massó es activista social especialista en poder legislativo, transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información. Promotora del Parlamento y Gobierno Abierto @melamalo


miércoles, julio 13, 2016

El nuevo subalterno de Peña Nieto y la autoritaria re-alineación del PRI


Por Amando Basurto –

No es de extrañar que, tras la jornada electoral del mes pasado, se den cambios en las dirigencias de los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Revolucionario Institucional (PRI). Y no es que cada proceso electoral requiera de un cambio en la dirigencia de los partidos políticos, sólo en aquellos a los que los resultados no favorecieron. Si, entiendo que los miembros del PRD han hecho berrinche porque no se les reconoce que “ganaron” de la mano del Partido de Acción Nacional en estados electoralmente relevantes como es el caso de Veracruz, pero el fracaso de la dirigencia de Agustín Basave Benítez no se reduce a consolidar al PRD como partido satélite del PAN sino que incluye una total incapacidad para navegar las aguas turbias del tribalismo perredista. Y no, a muchos no nos tomó por sorpresa la dimisión de Basave, siempre fue evidente que no pertenecía y que su liderazgo sólo entraba con calzador.

Sorpresa generó, si, la renuncia de Manlio Fabio Beltrones a la presidencia del PRI a pesar de los malos resultados electorales porque uno podía pensar que la ropa sucia se lava mejor en casa y sin tenderla a la vista de todos. La salida de Beltrones pareció apresurada e impregnada de desaire. Pero la mayor sorpresa la provoca lo rápido con que la dirigencia del PRI se ha renovado, indicando una ofensiva desde los pinos con la intención de tomar las riendas del partido y someterlo más explícitamente al liderazgo del presidente de la república y su gabinete. En un ejemplar proceso de fast-track o de dedazo-eficaz, Enrique Ochoa Reza se presenta el día de hoy triunfante (al ser candidato único, que usualmente es lo antagónico a “de unidad”) y rinde protesta como el flamante presidente del PRI por los próximos tres años a sólo un día de haberse registrado como candidato.

La presencia de Beltrones en la presidencia del PRI mantenía un delicado equilibrio entre las fuerzas tradicionalmente políticas del partido y la tecnocracia incrustada en la administración federal. Con la llegada de Ochoa ese equilibrio de desvanece; la tecnocracia extiende sus redes sobre el PRI y lo envuelve con la intención de alinear aún más al partido con el ejecutivo nacional. Al final Ochoa no será un líder sino un subalterno tanto de Peña Nieto como de Luis Videgaray. El discurso de toma de posesión de Ochoa hace explicito esta intención de profundizar la simbiosis entre partido y gobierno (al mayor estilo del “partidazo”): “Propongo que los funcionarios de gobierno vayan a reunirse con el partido donde esté presente… Así es como los logros del gobierno son los logros del PRI, las solicitudes del partido deben ser respondidas con políticas públicas por parte del gobierno.” Difícilmente se podría expresar de mejor manera la añoranza a aquel corporativismo de mediados del siglo pasado en el que el partido único era la correa de transmisión entre la sociedad y el gobierno.

Francisco Labastida ha salido ahora a tratar, no de defender, sino a llamar a la cordura y “darle el beneficio de la duda” al hoy presidente del PRI. Lo más interesante de la declaración de Labastida no es lo que expresa sobre Enrique Ochoa sino lo que dice del PRI y del proceso antidemocrático al que los miembros del partido tienen que volverse a acostumbrar. Labastida sugiere que no hay que entramparse pensando si el proceso de selección del presidente del partido puede o no ser más democráticas, no se hagan bolas, dice: “los nombramientos de los presidentes del partido y de los candidatos a gobernadores los ha hecho siempre el presidente de la república y el presidente del partido.” Así pues, el nuevo-viejo PRI nos regala una estampa más de autoritarismo político como la manera más eficaz para enfilarse hacia las elecciones del próximo año.

¿Será que el servilismo político de Ochoa Reza como cabeza del PRI servirá para mejorar las perspectivas electorales en los siguientes dos años? ¿Quién asumirá responsabilidad si esta nueva presidencia del partido no funciona? Y aún más, ¿quién colectará los frutos si esta nueva amalgamación entre PRI y gobierno federal funciona? ¿Cuál será el botín para Enrique Ochoa en caso de que su servil-liderazgo resulte exitoso?



- Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y. y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto