¿Pánico en el Partido Republicano?
Luego de las turbulentas convenciones del Partido Republicano y el
Demócrata –en Cleveland y Filadelfia, respectivamente- está definida (todo
parece indicar) la carrera presidencial que terminará en noviembre entre el
millonario Donald Trump y la ex Senadora y otrora Secretaria de Estado, Hillary
Clinton. Trump se impuso sorpresivamente a candidatos que contaban tanto con
experiencia política, como con el respaldo de la clase política republicana y a
jóvenes promesas del Partido; tal fue el caso de Jeb Bush, Rick Perry, Chris
Christie, Marco Rubio o Ted Cruz, entre otros. Clinton por su parte, logró
vencer con más dificultades de las previstas a un Bernie Sanders, quien si bien
no obtuvo la nominación, sí pudo influir en la definición de la plataforma del
Partido, dada la gran cantidad de delegados y respaldo popular; ahora, la
candidata no está obligada a apegarse a la plataforma, pero deberá al menos
seguir los ejes del programa de Sanders, si quiere contar con el apoyo de sus
simpatizantes. Pero, ¿cómo inician la carrera ambos candidatos? ¿Qué
perspectiva tienen?
El proceso demócrata para definir a su candidato, culminó en medio
de escándalos tanto del Partido mismo como de la entonces pre candidata Hillary
Clinton; escándalos que incluso hicieron necesaria una investigación del FBI
por el manejo irresponsable de información clasificada vía correo electrónico
desde la Secretaría de Estado. A fin de cuentas fue exonerada, permitiéndole
así seguir en la búsqueda de la nominación; lo que pareció más una decisión
política que judicial. Clinton también enfrentaba –y enfrentará durante la
campaña presidencial- cuestionamientos con respecto a su responsabilidad en el
ataque al consulado estadounidense en Bengasi (Libia). Por último, el Partido
Demócrata sufrió unas horas antes del inicio de su Convención un ataque
cibernético, mediante el cual se filtraron cientos de correos electrónicos en
los que se mencionaba la estrategia del establishment demócrata para asegurar
la candidatura de la ex senadora. Estos problemas sin duda representan una
dificultad para la campaña de Clinton, principalmente Bengasi y los e-mails,
sin embargo el buen posicionamiento en estados clave, la maquinaria electoral
demócrata y la superioridad en el financiamiento (a fines de julio Clinton ha
reaudado cuatro veces más que Trump, según la Federal Election Comission) presentan
una muy halagüeña perspectiva a Hillary Clinton. A esto habría que agregar los desatinos en la
campaña de Donald Trump.
La estrategia de Trump o su personalidad -ya a estas alturas no
está claro qué domina la campaña- se ha caracterizado por ser altisonante,
burda, absurda y confusamente anti minorías. Gracias a esto ganó la nominación
republicana, pues le habla a aquellos que no se sienten representados por los
candidatos tradicionales del Partido Republicano o Grand Old Party (GOP), a
aquellos trabajadores afectados por la Globalización; una especie de Barack
Obama de la derecha. Obama le hablaba a los liberales que querían más reformas,
más cambios, más gobierno, más democracia y menos capitalismo salvaje,
liderazgo y no hegemonía; Trump, le habla a quienes buscan mano dura en
seguridad, en migración, en política internacional, menos gobierno y más
Mercado. Pero esta exitosa estrategia –demos el beneficio de la duda- está
mostrando muy temprano en el día su falibilidad en la elección general.
Trump se ha alejado claramente de las minorías –sin duda un muy
bajo porcentaje de mujeres, latinos, musulmanes o negros votarán por él, si es
que alguno lo hace- y con ello de muchos electores independientes, pero también
lo ha hecho de su propio partido; y
eso se acrecienta día con día. A sólo semanas de haber aceptado la candidatura,
Donald Trump entró en un desafortunado debate con el padre del capitán Humayun
Kahn, muerto en servicio en Irak; con Paul Ryan (Speaker of the House) y con el
senador John McCain, al no apoyarlos en su reelección para sus respectivas cámaras;
y con la Comisión para los Debates Presidenciales (Comission for Presidential
Debates, CPD), por programar convenientemente
para Hillary Clinton –afirma Trump- dos de los tres debates presidenciales
coincidiendo con juegos de la NFL; sin embargo, el calendario de debates se
hizo público el 23 de septiembre de 2015. Esto sin mencionar la exigencia de
que haga públicos sus declaraciones al Internal Revenue Service (ISR); tema por
demás delicado, al parecer.
Los desatinos (al menos) semanales de Trump han provocado que su
jefe de campaña, Paul Manafort, exprese su frustración con respecto a la falta
de disciplina del candidato; que cada vez más miembros de la clase política
republicana declaren que votarán por Clinton o al menos no lo harán por su
partido; que su compañero de fórmula, Mike Pence, lo contradiga abiertamente
con respecto al apoyo a Ryan y McCain; y que los sondeos en estados clave como
Pensilvania, Virginia, North Carolina, Nevada, Colorado o Florida, se vayan
decantando por la candidata demócrata. Esto es mortal para la campaña de Trump,
pues no sólo los demócratas tienen virtual ventaja en el Colegio electoral (202
votos contra 154) sino que hasta fines de julio Clinton cuenta con 84 millones
de dólares, frente a los 22 de Trump. A este respecto vale la pena mencionar
que el millonario neoyorkino podría optar por financiamiento federal –que
asciende a 96 mdd- con lo que alcanzaría a Clinton, pero tendría que renunciar
al financiamiento privado; no obstante, el perfil anti gobierno federal de
Trump, hace prácticamente nula esa posibilidad.
Ante tal escenario el Partido Republicano podría asumir
una escandalosa derrota en la elección presidencial pero proteger el Congreso
–que parece ser la opción elegida- apoyar a un candidato que no les simpatiza y
que podría traer altos costos, o aplicar el artículo 9 de la Comisión Nacional
Republicana y cambiar al candidato. Esto no ha sucedido, pero ya que el
artículo establece esa posibilidad en caso de “muerte, renuncia o cualquier
otra cosa”, se abre esa alternativa. La pregunta es ¿hasta dónde llegará el
pánico del Partido Republicano? Una cosa es cierta, con las semanas se
incrementa.
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