Elecciones en España: de cómo terminar con un
presidente que la mayoría no eligió
Melissa Ortiz Massó –
El pasado 20 de diciembre se llevaron a cabo elecciones generales en el Reino de España, unas elecciones muy esperadas tras una de las peores crisis económicas y sociales en España desde la llegada de la democracia. Unas elecciones con nuevos actores, nuevos partidos con una cara distinta y nuevos votantes. Todo ello adelantaba el fin del bipartidismo del Partido Popular (PP) y el Partidos Socialista Obrero Español (PSOE).
En efecto el resultado trae las nuevas buenas: final
del modelo bipartidista tras casi 4 décadas. Sin embargo no todo son buenas
noticias, el resultado mete al Congreso y a los españoles en un dilema y atore
del que a más de dos meses y sólo unos días de la investidura presidencial, no
han podido salir.
De acuerdo al sistema electoral español para que un
partido logre el encargo presidencial debe llegar a tener mayoría absoluta, es
decir 176 diputados. En las elecciones el PP con Mariano Rajoy a la cabeza gana
la mayoría de escaños en el Congreso con 123 votos, seguido del PSOE de Pedro
Sánchez con 90, Podemos de Pablo Iglesias con 69 y Ciudadanos de Albert Rivera
con 40 (el resto de los 6 partidos obtienen 28 escaños entre todos). Dados
estos resultados el PP y el PSOE se ven en la necesidad de asegurar alianzas
con los demás partidos para conseguir los diputados necesarios que les lleve a
la Presidencia.
Esto no es solo un problema simple de aritmética. Entramos
aquí en la discusión y en las etiquetas que entre uno y otros se han puesto o que
bien han demostrado es su quehacer gubernamental o en sus plataformas, unos de
izquierdas PSOE y Podemos y otros de derechas PP y Ciudadanos, con sus matices
e intensidades, unos más en los extremos Podemos y PP y otros más en los
centros PSOE y Ciudadanos. Son estas etiquetas las que pudiendo hacer las
combinaciones posibles, en realidad hacen lo imposible: ponerlos de acuerdo.
El PP desde un inicio manifestó interés del apoyo de Ciudadanos
pero aun así le era necesario negociar con el PSOE o Podemos, partidos que
claramente no se sentarían con ellos sea por el deseo del poder exclusivo o por
incongruencia de visiones políticas y morales. Igualmente para el PSOE, pese a
tener uno de los peores resultados en su historia electoral, desde un principio
manifestó la negativa a negociar con el PP y cederles la posibilidad de
gobernar por un periodo más. Ante ello PSOE necesita sentarse con Ciudadanos y
con Podemos para lograr el título, suena fácil sin embargo Ciudadanos y Podemos
tienen clara la imposibilidad congeniar ni sentarse en conjunto porque sus
visiones de España y de política social y económica no coinciden.
En medio de este embrollo de posturas y vale decir
arrogancias, tras no tener un acuerdo que diera presidente a España, el Rey
Felipe en su calidad de jefe de Estado decide el 2 de Febrero encargar (lo que
ello signifique) a Pedro Sánchez del PSOE que forme coaliciones para obtener la
Presidencia teniendo un mes para hacerlo.
En principio el próximo 2 de marzo Pedro Sánchez
tendría que presentarse ante el congreso y obtener la investidura Presidencial.
La prensa española ha dado cuenta desde el 3 de febrero a la fecha de todos los
dimes y diretes entre los cuatro partidos, y el ir y venir de acusaciones, de
desplantes y de una evidente lucha por el poder que deja ver lo alejados que
están los partidos del interés primordial de la ciudadanía.
Notas van y vienen reflejando el nivel de negociación
en el que cada partido se ha instalado. Un PP que le habla a una mayoría del
electorado mayor de 40 años; un PSOE que insiste instalarse en la izquierda
aunque sus propuestas y plataformas no reflejen esa postura; un Podemos que,
pese a ser una novedosa opción para el electorado joven, no ha sabido
comunicarse con la mayoría de adultos y que lejos de sostener sus propuestas
pareciera que están luchando por los puestos y no la agenda; y por último
Ciudadanos que siendo la cuarta fuerza y con solo 40 escaños apunta al ser el
gran ganador, olvidando su cercanía al PP y prefiriendo pactar con el PSOE a
cambio sí de lugares en el gobierno pero también de agenda.
Termina febrero y parece que España no tiene miras
para llegar al 2 de marzo y tener presidente. Grave es, ante una recesión
económica inminente, la presión de los jerarcas europeo y empresariales, pero
quizás más grave para las y los españoles es estar atorados en un sistema
electoral que les de pluralidad pero que no refleja necesariamente democracia.
Un sistema en donde el Rey encarga a un partido sin mayoría que busque
gobierno. Un sistema que hoy no les permite tener el gobierno que quisieran:
las últimas encuestas hechas por Metroscopía muestran al PP como la preferencia de la mayoría (eso sí sin Rajoy al frente),
el PSOE como segunda fuerza, Podemos como la tercera y Ciudadanos como la
cuarta. Un sistema donde los representantes tan alejados de sus representados
alegan por el poder y no por las agendas, lo que se escuchan son condiciones de
negociación y no propuestas en común.
España se enfrenta a una crisis económica y social que
no termina; con una Cataluña que amenaza independizarse; políticas laborales y
de libertades que el pasado gobierno del PP impuso en una lógica liberal y
regresiva en materia de derechos y ahora una crisis política que pudiera no
terminar de la forma más democrática. Las opciones para la ciudadanía: estar
cerca y presionando a sus representantes, exigir unas nuevas elecciones en
junio y después de ellas una necesaria reforma política.
- Melissa Ortiz Massó
Melissa Ortiz Massó es activista social especialista en poder legislativo, transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información. Promotora del Parlamento y Gobierno Abierto @melamalo