Nada más notable en ingeniería
institucional que la edificación de un cuerpo político. Ejemplos históricos hay
muchos, pocos realmente ejemplares. Las constituciones tienden a ser el epítome
de la concentración de poder o una expresión de las tensiones entre la
constitución del poder político y el resguardo de derechos individuales. Es por
ello que muchas constituciones comienzan con una retahíla de derechos mucho
antes de definir tanto las instituciones como los espacios de participación
política ciudadana y las herramientas para la transparencia y rendición de
cuentas.
En el caso de la constitución de la
Ciudad de México, los primeros temas que parecen centrales en la ingeniería
institucional son: primero, ya que conocemos perfectamente los graves costos de
la partidocracia en México, ¿cómo dificultamos que la recientemente creada CDMX
se vuelva presa fácil de los partidos políticos? Es decir, ¿cuáles son las
instituciones que deben ser planteadas para contrapesar el poder corporativista
y el compadrazgo político característicos de los partidos en México? Digo, para
no vernos pronto en la penosa y tortuosa tarea de "re-ciudadanizar"
la política de la capital. Y segundo, ¿cómo aseguramos que desde el principio
los funcionarios del gobierno de la ciudad rindan cuentas? Es decir, ¿cuáles
serán los medio por los cuales se sancionará la corrupción oficial?
Sin embargo, hoy el tema se ha centrado
en equilibrar el poder partidista dentro del constituyente. Mientras el grupo
asesor para la redacción del proyecto es mayoritariamente perredista (y
simpatizantes de izquierda), 40 de los 100 constituyentes son miembros actuales
del Congreso y 6 serán designados por el Presidente Peña. Esto quiere decir que
el Partido Revolucionario Institucional obtendrá una importante (si no
mayoritaria) representación en la asamblea constituyente. El resto de la
Asamblea Constituyente (60 individuos) será electa entre partidos y aquellos
que logren registrarse como independientes. Por desgracia aquí los candidatos independientes
jugarán en contra del posible equilibro de fuerzas partidistas en la asamblea,
porque a más constituyentes independientes, mayor la posible representación del
PRI.
- Amando Basurto Salazar
Doctor en Política por la New School for Social Research, NY y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México
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