lunes, diciembre 05, 2016

Fidel Castro, el superhéroe


Por Amando Basurto.-

Se retiró, murió, lo homenajearon y ahora sus cenizas han sido sepultadas. Todo esto no ayudará, de manera alguna, a obtener una imagen más clara del valor, de la capacidad de liderazgo, ni de los errores de Fidel Castro. Como genio y figura, Fidel permanecerá en los anales de la historia bajo un grueso velo tejido tanto con desaprobación como con canonización revolucionaria. Mucho se ha escrito en la última semana sobre él; algunos textos enfatizan y refuerzan el carácter personalísimo de la revolución cubana y resultan elegíacos, otros se concentran en la descalificación caudillista y dictatorial de su liderazgo político, y algunos otros, especialmente obituarios, narran su historia desde un ángulo más privado y familiar. Me parece, sin embargo, que algo ha estado ausente: un relato de cómo Fidel se convirtió en un superhéroe. Es sobre este tema que ofrezco unas líneas aquí.

Fidel era un líder nato. Su activismo estudiantil lo llevó a presenciar tanto una revuelta en contra de Rafael Trujillo en República Dominicana como el masivo movimiento liberal de José Eliécer Gaitán en Colombia. No sólo era un gran orador, también destacaba por su articulada prosa y dotes atléticos. Pero Castro no era un ideólogo comunista ni anti-estadounidense en ciernes; muy por el contrario, en el año 1947 militaba en un partido anticomunista (Ortodoxo) y en 1948 se casa con Mirta Diaz (de familia adinerada) y pasan dos meses de luna de miel en las ciudades de Miami y Nueva York.

Su liderazgo rebelde encontró su mejor escaparate en las movilizaciones civiles en contra de la dictadura de Fulgencio Batista (quien tras un golpe de estado tomaba por tercera vez control directo del gobierno cubano en 1952). Los discursos de Castro en contra de Batista se concentraban en dos demandas centrales: la reinstauración del orden constitucional de 1940 y una agenda general de justicia social. Es con miembros del mismo Partido Ortodoxo que Fidel y Raúl organizan y realizan el ataque al cuartel Moncada (26 de julio de 1953) que pretendía iniciar una movilización armada masiva en contra de la dictadura. El fracaso de la rebelión significó la muerte para muchos de los alzados mientras otros, incluyendo los hermanos Castro, terminaron en prisión. De la autodefensa judicial de Fidel Castro heredamos el discurso y texto "La Historia me Absolverá" cuyos principales argumentos, es importante insistir, son en contra de la dictadura y de la grave situación de injusticia social en Cuba, pero no es un panfleto ni socialista, ni comunista y mucho menos anarquista. Fidel y Raúl fueron liberados tras dos años de cárcel porque, se puede deducir, Batista consideró que eran más peligrosos como presos políticos (y mártires en activo) que libres. Así que estos se exiliaron y organizaron el lanzamiento de la revolución desde México con financiamiento, por mediación de Carlos Prío, desde los Estados Unidos de América.

Tras el desafortunado desembarque rebelde cerca de Manzanillo, Cuba, y durante su reagrupamiento en Sierra Maestra, Fidel tuvo que liderar con mano de hierro, no sólo para evitar pillaje y violaciones a la población civil por parte de sus hombres (fenómeno que, a pesar de ser común en casos de rebeliones prolongadas, no es característico de la revolución cubana), sino también para controlar los bríos radicales de su propio hermano y de Ernesto Guevara. Éste es el Fidel que, desde la sierra, logra coordinar esfuerzos con los estudiantes y la sociedad civil tanto en Santiago como en La Habana.

Al triunfar la revolución (tras la huída de Fulgencio Batista) Castro encabeza el gobierno revolucionario y se prepara, no para visitar Moscú y alinear a Cuba al socialismo internacional soviético, sino para visitar las ciudades de Nueva York y Washington D.C. Con el fin de negociar el reconocimiento estadounidense al nuevo gobierno de Cuba. Castro es recibido multitudinariamente en los Estados Unidos como héroe, como el liberador de Cuba; pero el presidente Dwight Einsenhower, haciendo gala de incomprensibles desdén e ignorancia, decide no recibirlo y Castro sólo tiene oportunidad de hablar brevemente con Richard Nixon. ¿Por qué Einsenhower se rehusaría a sentarse con Castro, quien va hasta Washington a pedir audiencia? Si se hubiese dado el encuentro ¿quién creen ustedes que hubiese podido imponer condiciones? Evidentemente el presidente estadounidense pudo haber asegurado cierto respeto y seguridad a una parte de los intereses económicos de su país en la isla, aunque ya no más en las condiciones de semicolonialismo en las que Cuba se encontraba desde 1898; sin embargo, Einsenhower seguramente pensó que era más fácil intentar deshacerse del gobierno revolucionario de un manotazo. Castro entonces vio la oportunidad y la necesidad de utilizar a su favor el delicado equilibrio que la guerra fría representaba en ese momento y, aún sin declararse a sí mismo o al régimen cubano como socialista, estableció relaciones diplomáticas con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

En otra muestra de gran incapacidad diplomática, el gobierno de Einsenhower decidió organizar un golpe contrarevolucionario al estilo de aquel orquestado por la CIA en Guatemala contra el Gobierno de Jacobo Arbenz en 1954. Así se fraguó el fallido desembarco en Bahía de Cochinos que se llevó a cabo en abril de 1961. Bajo el liderazgo de Fidel Castro los cubanos lucharon contra este grupo paramilitar de exiliados cubanos dirigido, financiado y armado por la CIA no en defensa de la revolución sino en defensa de su independencia nacional. Es pues la miopía política estadounidense la que genera las condiciones y facilita que Fidel, héroe revolucionario, se convierta en un superhéroe cubano y en un mito viviente. Sólo después de la defensa de Bahía de Cochinos es que el régimen revolucionario cubano será declarado socialista.

Podemos pues estar de acuerdo o no con el régimen revolucionario cubano, podemos aplaudir los avances sociales y/o denostar las restricciones políticas en Cuba, podemos incluso tener predilección romántica por las revoluciones, por el "Ché", por el propio Fidel, pero lo que no podemos hacer es darnos el lujo de perder de vista que Fidel Castro el superhéroe, el dictador socialista, el padre de la patria, lo fue gracias no sólo a su gran capacidad individual de liderazgo político y militar sino a la torpe ortodoxia diplomática estadounidense. Hoy, la insensatez del discurso del presidente electo Donald Trump obliga a poner atención de nuevo a las consecuencias indeseadas que generan las malas decisiones tomadas desde la Casa Blanca.

miércoles, noviembre 23, 2016

Pero pese a todo, ni excusas, ni esclusas.


Hace ya dos semanas de la elección de Donald Trump en los Estados Unidos y parece que a algunos aún nos cuesta trabajo aceptar o entender el resultado. El hecho de que Hillary Clinton haya ganado el voto popular por cerca de un millón de votos pero perdido la elección, reaviva los cuestionamientos sobre el sistema electoral estadounidense y probablemente –como en el año 2000 con la elección de George W. Bush- impacte en la legitimidad de la Administración de Donald Trump; pero poco abona a pasar el trago amargo de la elección y menos aún para dejar de preocuparnos por los cuatro años –ojalá no sean ocho- que lentamente pasarán a partir del 20 de enero de 2017, cuando tome juramento el presidente electo. La esperanza de que el Colegio electoral vote el próximo 19 de diciembre en un sentido contrario a lo implícitamente instruido a él por el voto estatal, pero obedeciendo al voto popular, es en realidad un sueño de opio, sin ningún sustento histórico. Asumiendo, pues, una inevitable presidencia de Donald Trump, tenemos que hasta ahora las señales que ha dado no son nada halagüeñas, no obstante sus primeros mensajes la noche misma de la elección.
La preocupación sobre una eventual presidencia de Trump creció luego de las sorprendentes victorias del Brexit, en la Gran Bretaña, y del No al Acuerdo de Paz, en Colombia. Conforme se acercaba el martes 8 de noviembre la sorpresa se veía cada vez más lejana; posible, aunque poco probable y viceversa. La preocupación creció cuando el FBI reavivó el tema de los e mails de Clinton a sólo unos días de la elección; las encuestas que seguían favoreciendo a la demócrata, ya no le daban la holgada victoria de semanas anteriores y los estados indecisos comenzaban a inclinarse hacia Donald Trump. La –ahora dubitativa- confianza de los demócratas, de los simpatizantes de Clinton –que seguro había- y de quienes querían (o deseaban) evitar a toda costa un triunfo del candidato Republicano, descansaba en que el voto femenino, el latino y el de los negros, sumados a los anteriores, eran más que suficientes para vencer a Trump y sus radicales, aún con la base dura del Partido Republicano. Sin embargo, la confianza se convirtió el preocupación a tempranas horas del martes 8; la preocupación en nerviosismo, al anochecer cuando comenzaban a llegar los primeros resultados; el nerviosismo en incredulidad, cuando la victoria de Donald Trump se perfilaba como inevitable; y finalmente, la incredulidad en estupor, en angustia, con el twitt derrotista de Clinton a las 19:55 : “gracias por todo”.
A pesar de que el abanderado del Partido Republicano hablaba de unión y de que se llevarían bien con todas las naciones –aunque no quedó claro si se refería a las naciones dentro de su país o a las naciones en el ámbito internacional- las señales que ha enviado a su país y al mundo, con los nombramientos para su gabinete confirman que lo dicho por el entonces candidato Trump, son verdaderas ideas o al menos intenciones reales, y no mero posicionamiento electoral. Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano y quien fungirá como jefe de gabinete, es una inteligente designación, toda vez que su cercanía con Paul Ryan –presidente de la Cámara de Representantes- podría facilitarle al Presidente Trump impulsar su Agenda; era de esperarse alguien del Partido, cercano a la Cámara Baja, en ese puesto. Sin embargo, las designaciones de Steve Bannon, Jeff Sessions, Rudy Giuliani, Mike Flynn o Mike Pompeo, auguran una Administración conflictiva tanto al exterior como al interior del país norteamericano. Racismo, beligerancia, militarismo y maniqueísmo, son aspectos constantes en el perfil de estos individuos que –al parecer- formarán parte esencial del gabinete de Donald Trump; la pluralidad anunciada por Mike Pence, estará por verse.
La angustia sin duda debe convertirse en aceptación y estrategia; el momento del espasmo ya pasó. La realidad es que Donald Trump será presidente y hay que enfrentar la situación. Esta semana habrá ya reuniones entre equipos de trabajo del gobierno mexicano, encabezado por el embajador Sada, y miembros del gabinete del futuro presidente; los temas a tratar serán primordialmente migración y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Evidentemente la idea es sondear las intenciones reales de la próxima administración en temas clave de la Agenda bilateral, y con base en ello determinar la estrategia a seguir e incluso la asignación de recursos. Averiguar si el temor está justificado.
Pero tengamos presente, que pese a todo, pese a los malos augurios, desalentadoras señales y advertencias (¿acaso?) veladas, las amenazas para nuestro país, no vienen primordialmente del magnate neoyorquino y su gabinete, del adverso entorno internacional y la inestable economía global, sino de nuestra clase política, de la corrupción, de la impunidad, del fortalecimiento del crimen organizado y de sus nexos con los gobiernos locales, estatales y federal; de nosotros mismos como Estado. El daño que Trump le puede hacer a México derivado de sus políticas es muy serio, pero palidece frente al daño que nuestra clase política le sigue haciendo a nuestro país, a nosotros mismos; y en mucho casos, nosotros, somos cómplices. Sin lugar a dudad la clase política –el partido político que gusten- verá en Trump y su racismo, su miopía, su ignorancia, una excusa para explicar la situación económica, la falta de crecimiento, el desempleo; y con ello una esclusa a la presión social (por todo lo anterior y) por la inseguridad, por los gobernadores que han desfalcado a sus estados, por los 43 de Ayotzinapa, por la cada vez más preocupante y creciente cifra de feminicidios en el país y las perennes promesas incumplidas. Unas vez más, la culpa no está en (las barras y) las estrellas, sino en nosotros mismos, pues en nosotros está el impulsar mecanismos que permitan combatir estos y otros problemas del Estado mexicano. Debemos exigir transparencia, rendición de cuentas y mayor participación ciudadana en la toma de decisiones; y nosotros debemos participar.

jueves, noviembre 03, 2016

Algo está podrido…y no es en Dinamarca.


Something is rotten in the state of Denmark”, dice el centinela Marcelo al príncipe Hamlet antes de que apareciera el fantasma de su padre, el Rey, anunciando su asesinato a manos de su hermano, Claudio; por ello es que la frase es utilizada para hacer referencia a la descomposición de un Estado o de un gobierno, debido a la corrupción, la descomposición social, política, o las intrigas y luchas palaciegas. La frase también podría aplicarse a México, pero no en un contexto literario o de historia novelada, sino a la turbia, violenta y triste realidad, que no deja de dolernos, de sorprendernos, de acostumbrarnos. Las historias –a veces historietas- de gobernadores o ex gobernadores, que desde que estaban en ejercicio de sus funciones eran acusados de corrupción, represión o incluso de crimen organizado y luego de abandonar su cargo están prófugos habiendo dejado a sus estados quebrados y endeudados, indignan, pero poco extrañan a una población acostumbrada al encubrimiento de la clase política. Las ejecuciones, la inestabilidad política, las reformas ineficientes, el desempleo, la inflación y los “justicieros”, son simplemente expresiones de la, más que crisis, descomposición del Estado mexicano.
Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz, solicitó licencia para dejar su cargo 48 días antes de terminar su gestión y entregar el despacho al panista de turbio pasado, Miguel Ángel Yunes. La razón, según Duarte Ochoa, descansaba en su amor por Veracruz y abrir la posibilidad a una investigación que lo exonerara de acusaciones como lavado de dinero y delincuencia organizada, principalmente. Pero como se anunciaba y cualquier persona con un uso eventual de su intelecto podía adivinar, Javier Duarte aprovechó esa oportunidad para huir o al menos, esconderse. La sospecha de pacto o encubrimiento –una vez más- ha dominado la opinión pública. Y es que la evidencias de culpabilidad eran claras, las pruebas de enriquecimiento ilícito y de fraude contra las arcas del estado eran cosa de todos los días, meses, incluso años antes de que pidiera licencia Javier Duarte.
El ahora ex gobernador deja al estado de Veracruz en quiebra y profundamente endeudado; debiendo cerca de cuatro mil millones de pesos tan sólo a Soriana y a municipios. Por cierto, parte de la deuda a Soriana es producto de la compra de monederos electrónicos que se repartieron en la campaña electoral de Enrique Peña Nieto en 2012. A los ilícitos de Duarte en términos financieros –que es necesario expresarlos en cantidades cuasi inimaginables- habría que añadir el crecimiento de la inseguridad, del crimen organizado y la persecución, desaparición o asesinato de periodistas incómodos; alrededor de 20 periodistas muertos, incluido uno asesinado en la Ciudad de México. Pero amén de todas estas sospechas, pruebas o advertencias, Javier Duarte Ochoa gobernó, abusó, reprimió y desfalcó tranquilamente al estado de Veracruz, por 5 años, 10 meses y 12 días. Lo que sucede en este momento, es crónica de una impunidad y encubrimiento anunciados y conocidos.
Caso similar es el del ex gobernador de Sonora, el panista Guillermo Padrés, quien es acusado de enriquecimiento ilícito y desvío de recursos, por más de 30 mil millones de pesos, según la actual gobernadora Claudia Pavlovich. Al momento Padrés cuenta con una orden de aprehensión y más de 200 indagatorias en su contra por irregularidades fiscales malos manejos de las finanzas estatales, es decir, fraude. Pero al igual que Duarte y que muchos otras casos anteriores, presentes y futuros, la respuesta de sus partidos, así como de las autoridades locales y federales, es tardía, insuficiente e ineficiente. La indignación, crece.
La descomposición del gobierno no se limita a la corrupción o al enriquecimiento ilícito, sino a su incapacidad para impartir justicia y garantizar la seguridad sus ciudadanos. La respuesta de la ciudadanía ha ido desde las autodefensas hasta el linchamiento comunitario, pasando por la justicia de propia mano, incluso con sartenes. Hace unos días -el 31 de octubre- se conocieron dos casos de ciudadanos que ante la ineficacia consuetudinaria de las autoridades, así como por el hartazgo de la inseguridad, decidieron hacer justicia por su propia mano, asesinando a los asaltantes. Uno de esos casos se presentó en la carretera México-Toluca a la altura de La Marquesa, cuando cuatro individuos asaltaron un autobús de pasajeros, quienes al salir del transporte fueron atacados por uno de los pasajeros, quien los hirió y finalmente los ejecutó; el “justiciero” –asesino o ambos- regresó sus pertenencias a los pasajeros pidiendo sólo que “le hicieran el paro”, es decir, que no le denunciaran. El otro caso fue la madrugada del mismo día en Aguascalientes, donde tres mujeres defendieron su hogar de un asaltante armado con un machete, dándole muerte con sartenes y ladrillos. Ambos casos si bien son profundamente cuestionables, también son comprensibles. ¿Qué hacer cuando las autoridades no cumplen, cuando son incapaces o cuando de plano están coludidas con el crimen? Cuando la gente ve la clase política se beneficia a costa de ella, que los abusos de acumulan y se combaten sólo en apariencia, ¿es de extrañar que la respuesta sea como las que hemos visto? Las probabilidades de que casos como el de La Marquesa o Aguascalientes se repitan son muy altas; el hartazgo crece y siempre tiene límites. En efecto, algo está podrido en México, pero recordemos –y volviendo al Bardo de Avón- que “la culpa, mi querido Brutus, no recae en las estrellas, sino en nosotros que estamos bajo ellas”.

martes, octubre 25, 2016

La violencia que nos pega y ¿no nos hace nada?

Hace unos días conversando con una conocida colombiana que se encontraba en Ciudad de México hablábamos de lo emocionada que estaba por estar en México y de sus deseos de dejar su país natal para venir a vivir acá, buscando una mejor vida y nuevas oportunidades de desarrollo. Por un lado, al escuchar esto me dio gusto saber que alguien de fuera vive el país de esta forma: un lugar de nuevas oportunidades y de desarrollo personal y profesional. Por otro lado, no pude evitar advertirla y decirle que no idealizara un país que si bien tiene efectivamente esas posibilidades también está inmerso en un caldo rancio de corrupción y de violencia que no puede evitar sentirse.
Me sorprende entonces la respuesta del resto de los comensales, acusándome de exagerar de no querer ver que “no estamos tan mal” como Colombia. No entraré en puntos de comparación entre la situación de Colombia y la de México, pero si quisiera reparar en el punto de México.
Este texto pudiera parecer necio, o quizás redundante, pero de verdad me parece sorprendente que en ciertos sectores sociales y geográficos del país insistamos en ser tan ciegos ante lo que nos está sucediendo. ¿Es quizás nuestro clasismo que nos deja ciegos ante la situación que vive la mayor parte del país, o nuestro urbano-centrismo que no nos deja ver más allá de nuestras cómodas colonias?    
Solo algunos apuntes de lo que sucede en nuestro país en una semana:
El diario El País da cuenta de un campo de exterminio en el desierto de Coahuila en dónde al parecer se encuentran como 4600 restos óseos de a saber cuántas personas víctimas de los Zetas. El sólo encabezado es espeluznante, pero también es aterrador leer que es un campo encontrado hace más de un año, por familiares de personas desaparecidas, y en dónde las autoridades han hecho todo lo posible por ocultar el sitio, los datos y el debido proceso para procesar las evidencias y generar algún tipo de respuestas.
Por otro lado, se vivió el #MércolesNegro o Paro de Mujeres al grito de #NiUnaMenos. Miles de mujeres en todo el país se concentraron para hacer un Paro de Labores y concentraciones para demandar un alto a la violencia feminicida. Si bien la convocatoria respondió a hecho sucedidos en Argentina, donde una adolescente fue brutalmente violentada y asesinada, las mujeres de México no sólo por un acto de sororidad salen a las calles, salen porque nuestro país es uno de los que más feminicidios tiene en la región. Es un problema estructural y el Estado no responde apropiadamente. Por ejemplo, el Estado de México fue obligado a activar la alerta de Género y pese a ello en lo que va del año muere una mujer diariamente por razones de feminicidio en la entidad.
Esta misma semana en el Estado de México un juez federal encargado de llevar casos de narcotráfico fue asesinado mientras se ejercitaba.
En Jalisco un grupo de 7 personas fue privada de su libertad, uno de ellos asesinado y 6 de ellos mutilados, al parecer por una revancha entre grupos de narcomenudistas.
Y la cereza del pastel Javier Duarte exgobernador de Veracruz acusado de numerosos actos de corrupción y delincuencia organizada se fuga en las narices ¿o con la anuencia? del Estado.
En verdad ¿qué necesitamos para reaccionar? ¿nos tiene que suceder en primera persona para hacer algo? ¿Cómo podemos aceptar que una semana en nuestras vidas esté llena de estas noticias? ¿Cómo dejar seguir la vida viviendo en “Democracia” y tener más de 26 mil desaparecidos y decenas de miles de personas asesinadas en los últimos 12 años?
Cuestionémonos seriamente qué estamos haciendo y sobre todo qué estamos dejando que se haga y con esto me refiero a las autoridades quienes parecen las más ciegas de todos. Empiezan ya los aires de cambio de gobierno y faltan dos años, pero ya hay esa urgencia para que cambien las cosas.
Dentro de este pesimismo pensemos en ser personas más conscientes y más participativas del cambio de autoridades que necesitamos y también de cambio de actitud, de no normalizar, ni dejar de ver lo que pasa porque está pasando. 


- Melissa Ortiz Massó

Melissa Ortiz Massó es activista social especialista en poder legislativo, transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información. Promotora del Parlamento y Gobierno Abierto @melamalo

lunes, octubre 10, 2016

Apuntes sobre el segundo debate

Por Amando Basurto –

No me extrañaría que, debido al tono y políticas propuestas, los debates presidenciales  entre Hillary Clinton y Donald Trump sean de los más vistos en la historia. Ya sea por interés o morbo, gente alrededor del mundo ha estado al pendiente ya sea de su transmisión o de los resultados. No es seguro que los debates tengan un relevante impacto sobre las preferencias electorales, sin embargo los ataques mediáticos alrededor de los debates parece tendrán una mayor influencia no sólo sobre la percepción de los electores sino sobre las bases de apoyo partidistas de los candidatos. Aquí les presento 3 puntos sobre el debate que me parece relevante tener en cuenta.

1. Más allá de los rounds de ataques mutuos, Donald Trump mostró no estar preparado para un debate así (y mucho menos para ser presidente). Trump ha practicado durante más de un año un discurso mediocre que está cimentado sobre generalizaciones infundadas y el abuso de adjetivos que le impiden hablar de un solo tema de manera directa y concisa; por ello no respondió a la mayoría de las preguntas que se le hicieron durante el debate de ayer. Eso no significa que le haya ido mal en la percepción de su desempeño en el debate; la popularidad de Trump prueba que a muchos estadounidenses les importa poco que su discurso sea difuso y falto de propuestas precisas (a pesar de que a muchos de nosotros nos sorprenda que alguien pueda sobrevivir un debate sin contestar puntualmente ninguno de los temas que allí se trataron), lo que parece importar es que Trump adorne con “carácter” y “decisión” sus promesas de atacar y cambiar el status quo. La crisis en el partido republicano ha llevado a presentar una dupla de candidatos radicalmente opuesta a la de 2008, aquella en que un senador con gran experiencia política (John McCain) lideraba una propuesta secundada por una gobernadora (Sarah Palin) cuya retórica se concentraba en embestir contra el status quo. En aquel entonces la ignorancia de Palin era contrapesada con el sentido común de McCain, no creo que Mike Pence tenga ni la capacidad ni el interés de compensar por la falta de preparación de Trump.

2. Por su parte Hillary Clinton y su equipo de campaña parecen haber optado por una estrategia que evite parecer que están a la defensiva. De tal manera que Clinton se preocupó, tal vez de más, por guardar la compostura y no responder asertivamente los ataques de su oponente. No es una casualidad que desde el inicio del debate Clinton citara de nuevo a su “amiga” Michelle Obama diciendo “when they go low, we go high”; es obvio que ese es el tono que han decidido guardar en los debates (mientras los mensajes mediáticos de la campaña y la filtración de información van en sentido opuesto, lo cual ayuda a la percepción que muchos tienen de que Hillary Clinton no es honesta sino doble-cara). Sin embargo, el mensaje mesurado de Clinton parece denotar una combinación de debilidad y condescendencia dirigido más a no perder el apoyo de sus seguidores que a buscar el apoyo de quienes se dicen indecisos. Esto significó, por ejemplo, perder la oportunidad de enfatizar el tono dictatorial/autoritario que tienen no sólo la propuesta que hace Trump de forzar a los países de origen a recibir a sus nacionales deportados desde los Estados Unidos sino, también, la advertencia que hace de llevar a cabo una investigación especial para encarcelar a Hillary Clinton una vez que él tome posesión de la presidencia.

3. Los “periodicazos” contra Trump sobre la evasión de impuestos federales y sobre las expresiones que muestran lo soez del tono de su relación con y el trato a las mujeres en general le hicieron mucho daño a la campaña en general pero, especialmente, a este debate. Trump y su equipo de campaña fueron incapaces de desviar la atención hacia los escándalos de acoso sexual de William Clinton y por ello erraron en infligir mayor daño a la campaña de Hillary. Esto fue evidentemente un error de “timing” mediático. Donald Trump ya había advertido muchas veces en público que su campaña hablaría y enfatizaría el maltrato a las mujeres del que se acusa a Bill Clinton tratando de caracterizar a Hillary como su cómplice, pero nunca encontraron un momento oportuno para hacerlo y, antes de que sucediera, el video con el audio en el que Trump tiene una “conversación entre hombres” (locker-room talk) fue filtrado a los medios. Esto desencadenó una reacción tardía por parte de los estrategas republicanos: primero lanzando un mensaje de disculpa muy tarde por la noche y, después, organizando el evento con mujeres presuntamente acosadas por Bill Clinton sólo unas horas antes del debate y con un efecto mediático disminuido (que además no parece va a ser contestado por parte de la campaña de Clinton).

A mi parecer, en su recta final ambas campañas podrían acabar por alejar al electorado más que por aumentar su capacidad de movilización. El nivel de abstencionismo del próximo 8 de noviembre nos dirá si esto es cierto.


Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y. y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto

miércoles, septiembre 28, 2016

El detalle está en los pormenores del debate

Por Amando Basurto–

Y llovieron los comentarios tras el debate entre los candidatos presidenciales Donald Trump y Hillary R. Clinton. La mayoría se concentró en juzgar quién ganó, cómo el debate cambiaba las condiciones de la carrera electoral, si el valor del peso mexicano respondió como se esperaba, si alguno o los dos candidatos tienen talante y aplomo presidencial, etcétera. Especial atención se puso, en México, al hecho que el primer país que Trump mencionó en el debate –casi inmediatamente– fue precisamente el nuestro. Y es cierto, es importante tener una idea del posible impacto político del debate (aunque en verdad se exagera cuando se cree que los debates influyen relevantemente en las preferencias) en relación no sólo con proceso electoral sino, también, con el futuro de la política exterior estadounidense.

Es en los detalles del discurso de los candidatos que encontramos señales sobre lo interesante o lo insensato de sus proyectos. Aquí les presento una lista de tres detalles del debate llevado acabo el pasado lunes que pueden ver de nuevo aquí:

1. Donald Trump indicó que va a repatriar (o evitar la fuga) de compañías a travez de imponer un arancel que haga muy costoso producir fuera de los Estados Unidos e introducir dichos productos en el mercado estadounidense. Hay quienes han calificado esta política como “proteccionista”, pero no lo es en estricto sentido. Repatriar una compañía o todo un sector industrial a travez del uso punitivo de aranceles no significa protegerles sino obligarles, no es pues una propuesta proteccionista sino disciplinario-mercantilista. Ya que el objetivo no es proteger a un sector productivo sino obligar a producir dentro del territorio estadounidense (posiblemente con mano de obra estadounidense) sería necesario asegurarse de que esta opción implique costos de producción menores al costo que representa el pago del arancel y por lo tanto una muy poco probable reducción del precio de mano de obra en los Estados Unidos. El plan de Trump podría difícilmente crear empleos, y si lo hace serían mal pagados y de mala calidad muy probablemente. Cabe señalar que el candidato republicano es muy claro en su propuesta “we have to stop them [las compañías] from leaving”; es decir, su proyecto pretende alinear al sector privado (por lo menos una parte) bajo un a política pública de repatriación industrial. No han a estar felices muchos empresarios.

2. Hillary Clinton camina sobre una línea muy delgada cuando se refiere al problema de racismo en los Estados Unidos y su expresión en abuso policiaco que sistemáticamente sufren las comunidades afroamericanas e hispanas en buena parte del país. ¿Cómo hablar de los efectos judiciales del racismo sin que los cuerpos policiacos y sistemas judiciales locales se sientan atacados? ¿cómo referirse y proponer soluciones al racismo sin atender los problemas de exclusión social y económica estructurales? Este no es un tema de simple “ley y orden”, como supone Donald Trump, sino un tema de justicia en el más amplio sentido de la palabra; es decir, de compaginar la aplicación de la ley con un completo respeto a los derechos civiles de los ciudadanos. Trump tiene razón, sin embargo, cuando afirma que el partido demócrata ha defraudado históricamente a las comunidades afroamericana e hispana al no impulsar políticas que realmente reduzcan los diferenciales de bienestar o permitan la regularización de migrantes sin documentos sin antecedentes penales, así que Clinton requiere volver a ganar la confianza de ambas para movilizarlas electoralmente.

3. Es obvio que Donald Trump confunde su “éxito” empresarial con tener las cualidades para conducir la economía y política exterior estadounidense; como si fuese igual dirigir una o varias empresas y presidir un país (en México ya sufrimos los efectos devastadores cuando un presidente de la CocaCola fue electo como presidente de la república). Esta confusión es lo que lleva a Trump a pensar que los acuerdos bilaterales y regionales de defensa mutua se pueden transformar en simples contratos de prestación de servicios militares, ¿cómo? pues simplemente haciendo saber a los aliados históricos de los Estados Unidos que la defensa mutua sólo será posible si pagan por los “tremendos servicios” (Trump dixit) que reciben o se tendrán que defender ellos mismos (volviendo ahora si de facto a las fuerzas armadas estadounidenses en mercenarios). Esto es, pues, otra expresión del mercantilismo-punitivo militar que Trump dice planea usar como estrategia de política exterior. La postura de Trump termina siendo congruente: si para no pagarle a personas que han prestado sus servicios para sus compañías Trump ha “taken advantage of the laws of the nation”, cree que puede hacer lo mismo con respecto a los servicios prestados a estados militarmente aliados al sacar provecho del derecho internacional transgrediendo el principio pacta sunt servanda (los acuerdos deben ser cumplidos) que es fundamental para la gobernabilidad construida en el último siglo.


- Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y. y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto

miércoles, septiembre 14, 2016

Cuentas perennes, cuentas que no cuadran, cuentas que también cuentan.

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


En 2012 el candidato del PRI –en esta ocasión Enrique Peña Nieto- hablaba una vez más del nuevo PRI, de lo distinta que sería su administración, de la renovación del Partido y su liderazgo, de honestidad, de transparencia, de apertura, de promesas. Pero tras cuatro años de su presidencia, nos encontramos con lo mismo de siempre, con el mismo PRI del Corporativismo, de las promesas incumplidas, de los discursos vacíos, del enriquecimiento, de la corrupción, de la mezquindad. En campaña, el candidato Peña Nieto hablaba del renovado PRI con nombres como Javier Duarte Gobernador de Veracruz), César Duarte (Gobernador de Chihuahua) y Roberto Borge (Gobernador de Quintana Roo); cuatro años después esos mismos nombres están ligados a acusaciones de corrupción, malversación de fondos, sobre endeudamiento y uso indebido de propiedad estatal. Pero como en el viejo PRI, la impunidad acompaña a las acusaciones. Pero no nos engañemos, corrupción e impunidad caracterizan también a otros partido políticos mexicanos; Guillermo Padrés, Cuauhtémoc Blanco…

El propio presidente y su gente más cercana –Angélica Rivera, Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong- fueron muestra de ese viejo/nuevo PRI al encontrarse claras muestras de conflicto de intereses –al menos- en la adquisición de inmuebles del grupo HIGA y no haber consecuencia alguna gracias a la exoneración por parte de Virgilio Andrade (Secretaría de la Función Pública) mas que el despido de los periodistas que dieron a conocer el ilícito; y por supuesto, una disculpa a destiempo, confusa, vacía. En ese mismo tenor sospechosista y falto de transparencia están Alfredo Castillo Cervantes (ex Comisionado de Seguridad para Michoacán y ahora titular de la CONADE) y Luis Enrique Miranda (SEDESOL), funcionario que no ha hecho su declaración patrimonial completa y llega convenientemente a Desarrollo Social, en vísperas de las elecciones de 2018. Con ello sus nombres y oscuros antecedentes se unen a otros notables e impunes políticos, como Fidel Herrera –otrora gobernador de Veracruz- que como castigo a su deplorable y corrupto gobierno, EPN lo designó cónsul en Barcelona.

La presidencia de EPN –además de seguir con la histórica impunidad gubernamental- se ha caracterizado por los movimientos en el gabinete, ya sean polémicos o cuestionados; desde la renuncia de David Korenfeld a CONAGUA, la de Humberto Benítez a la PROFECO, hasta la remoción de Jesús Murillo Karam (PGR), la de Luis Videgaray (Hacienda), de Emilio Lozoya (PEMEX), de Enrique Ochoa (CFE), el ir y venir de José Antonio Meade (Hacienda, SRE, SEDESOL, Hacienda) o la inexplicable permanencia de Aurelio Nuño en la SEP o de Claudia Ruíz Massieu en la Cancillería; ¿tiene sentido la interlocución una canciller que no dirige la política exterior? ¿Le interesará a Roberta Jacobson dialogar con Ruiz Massieu? La salida de Luis Videgaray -el artífice de las reformas de Peña Nieto y de la visita de Donald Trump- es hasta ahora el movimiento más aplaudido, pero (muy) probablemente ni el otrora secretario de Hacienda saldrá del círculo cercano del Presidente y su proyecto político, ni la razón de su salida sea la que queremos creer: el precio de su torpeza en la visita del candidato republicano. Es decir, es más probable que la salida de Videgaray obedezca a una estrategia del Grupo Atlacomulco teniendo en mente la gubernatura del Estado de México y/o la Presidencia de la República, que a una seria reprimenda por el costo mediático de la visita de Donald Trump.

Mientras parte de la clase política en todo el país incrementa cuentas qué ajustar –aumentando así la impunidad y el desánimo social- el presupuesto de ingresos y egresos presentado hace unos días, trae cuentas que no cuadran dada la situación del país. Uno pensaría que la inseguridad es una de las principales amenazas al Estado mexicano, o al menos uno de los problemas más alarmantes –sin mencionar la pobreza o la falta de desarrollo- sin embargo este rubro sufrió diversos recortes. Michoacán es uno de los estados con más problemas de inseguridad, así como inestabilidad y conflictos derivados de la (necesaria o al menos explicable) aparición de las autodefensas y la prevención del delito a nivel nacional una de las tareas urgentes a fin de combatir estructuralmente la inseguridad en sus distintos niveles, sin embargo en ambos casos los programas desaparecieron para 2017. Esto sin mencionar que la ayuda federal que reciben los estados para combatir la delincuencia disminuyó en casi mil millones de pesos, ni la disminución del 65% en el presupuesto de Plataforma México o de la Fiscalía para la Búsqueda de Personas Desaparecidas, entre otros recortes al presupuesto de egresos en temas graves de nuestro país.
 
Los dos últimos años de la Presidencia de Enrique Peña Nieto, serán parte de un sexenio –otro más- en que el combate a la corrupción.

jueves, agosto 11, 2016

El gobierno del “poquito” conflicto de interés

Por Amando Basurto –


Un viejo dicho reza que los perros sólo a periodicazos aprenden. ¿Habrá perros que ni así aprendan? La nota de The Guardian que señala el préstamo a Angélica Rivera de un departamento –contiguo al suyo en Miami– por parte de Ricardo Pierdant ha inundado medios de información y redes sociales. Dimes y diretes de un lado y otro. La comunicación oficial niega tanto que la señora Rivera haga de ese departamento su “hogar” como que el señor Pierdant sea un “potencial contratista” del gobierno federal. Mientras unos aprovechan y atacan a la muy vilipendiada figura presidencial otros se lanzan al ruedo oficialista a defender a la parejita presidencial con altiva prestancia periodística. Que si The Guardian es una fuente confiable o no; que si The Guardian se presta a un juego anti-peñista; que si los lambiscones de siempre desdicen a todos y defienden la impopular administración federal; que si los medios de siempre tergiversan la información en un complot multinacional en contra de la benemérita institución presidencial.

En vez de un análisis complejo pero apresurado les comparto una sencilla reflexión sobre el caso: En tanto se aclara, demuestra o desmiente que en efecto haya “poquito” conflicto de interés en el caso de este departamento vale la pena preguntarse ¿qué no hay quien asesore al presidente y a su señora sobre los riesgos publicitarios de sus acciones? Porque ya en este momento, en lo que se deslindan (ir)responsabilidades, las consecuencias del periodicazo son prácticamente irrevocables. No se trata de defender a la señora Rivera, ni a Peña, pero parece que o alguien no está haciendo su chamba o la señora simplemente hace caso omiso a las “asesorías” (si es que estas existen).

Porque no se necesita ser un especialista en “comunicación institucional” para entender que la bajísima aprobación del desempeño del presidente (alrededor del 30%) tiene una relación directa y proporcional con la credibilidad que se le otorga. Todo lo que diga, haga o deje de hacer un presidente tan impopular (y su familia) será usado en su contra en las cortes mediáticas. ¿Por qué entonces utilizar un departamento “prestado”? ¿Qué acaso al presidente y a su señora no les alcanza para vivir y vacacionar sin pedir prestado un departamento, un yate o un avión y así facilitar “sospechosismos” que van a tener que salir a desmentir ante quienes les creemos poco o nada?

Todavía retumba en nuestros corazones la frase que pronunció cuando se disculpó muy sentidamente con nosotros: los servidores públicos “somos responsables de la percepción que generamos con lo que hacemos y en esto reconozco que cometí un error”. Alguien no le está poniendo mucha atención a sus discursos señor presidente; si esto no es un claro caso de conflicto de interés o evidencia de tráfico de influencias, no le queda sino cambiar de asesores, de amigos o de esposa. ¿No le parece que le está costando demasiado tiempo y recursos estar esquivando tanto periodicazo? ¿O acaso ya es un deporte estilo salinista (ni los veo ni los oigo)? ¿Qué tanto margen de maniobra cree usted que aún tiene? ¿Cuáles son sus cálculos? Creo que su calculadora se quedó sin batería desde hace tiempo y usted, como Bora Milutinović, se ha guardado de más los cambios de asesores y de gabinete.



- Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y. y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto

jueves, agosto 04, 2016

Hillary Clinton y Donald Trump, a 96 días de la elección.

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


¿Pánico en el Partido Republicano?

Luego de las turbulentas convenciones del Partido Republicano y el Demócrata –en Cleveland y Filadelfia, respectivamente- está definida (todo parece indicar) la carrera presidencial que terminará en noviembre entre el millonario Donald Trump y la ex Senadora y otrora Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Trump se impuso sorpresivamente a candidatos que contaban tanto con experiencia política, como con el respaldo de la clase política republicana y a jóvenes promesas del Partido; tal fue el caso de Jeb Bush, Rick Perry, Chris Christie, Marco Rubio o Ted Cruz, entre otros. Clinton por su parte, logró vencer con más dificultades de las previstas a un Bernie Sanders, quien si bien no obtuvo la nominación, sí pudo influir en la definición de la plataforma del Partido, dada la gran cantidad de delegados y respaldo popular; ahora, la candidata no está obligada a apegarse a la plataforma, pero deberá al menos seguir los ejes del programa de Sanders, si quiere contar con el apoyo de sus simpatizantes. Pero, ¿cómo inician la carrera ambos candidatos? ¿Qué perspectiva tienen?
El proceso demócrata para definir a su candidato, culminó en medio de escándalos tanto del Partido mismo como de la entonces pre candidata Hillary Clinton; escándalos que incluso hicieron necesaria una investigación del FBI por el manejo irresponsable de información clasificada vía correo electrónico desde la Secretaría de Estado. A fin de cuentas fue exonerada, permitiéndole así seguir en la búsqueda de la nominación; lo que pareció más una decisión política que judicial. Clinton también enfrentaba –y enfrentará durante la campaña presidencial- cuestionamientos con respecto a su responsabilidad en el ataque al consulado estadounidense en Bengasi (Libia). Por último, el Partido Demócrata sufrió unas horas antes del inicio de su Convención un ataque cibernético, mediante el cual se filtraron cientos de correos electrónicos en los que se mencionaba la estrategia del establishment demócrata para asegurar la candidatura de la ex senadora. Estos problemas sin duda representan una dificultad para la campaña de Clinton, principalmente Bengasi y los e-mails, sin embargo el buen posicionamiento en estados clave, la maquinaria electoral demócrata y la superioridad en el financiamiento (a fines de julio Clinton ha reaudado cuatro veces más que Trump, según la Federal Election Comission) presentan una muy halagüeña perspectiva a Hillary Clinton.  A esto habría que agregar los desatinos en la campaña de Donald Trump.
La estrategia de Trump o su personalidad -ya a estas alturas no está claro qué domina la campaña- se ha caracterizado por ser altisonante, burda, absurda y confusamente anti minorías. Gracias a esto ganó la nominación republicana, pues le habla a aquellos que no se sienten representados por los candidatos tradicionales del Partido Republicano o Grand Old Party (GOP), a aquellos trabajadores afectados por la Globalización; una especie de Barack Obama de la derecha. Obama le hablaba a los liberales que querían más reformas, más cambios, más gobierno, más democracia y menos capitalismo salvaje, liderazgo y no hegemonía; Trump, le habla a quienes buscan mano dura en seguridad, en migración, en política internacional, menos gobierno y más Mercado. Pero esta exitosa estrategia –demos el beneficio de la duda- está mostrando muy temprano en el día su falibilidad en la elección general.
Trump se ha alejado claramente de las minorías –sin duda un muy bajo porcentaje de mujeres, latinos, musulmanes o negros votarán por él, si es que alguno lo hace- y con ello de muchos electores independientes, pero también lo ha hecho de su propio partido; y eso se acrecienta día con día. A sólo semanas de haber aceptado la candidatura, Donald Trump entró en un desafortunado debate con el padre del capitán Humayun Kahn, muerto en servicio en Irak; con Paul Ryan (Speaker of the House) y con el senador John McCain, al no apoyarlos en su reelección para sus respectivas cámaras; y con la Comisión para los Debates Presidenciales (Comission for Presidential Debates, CPD), por programar convenientemente para Hillary Clinton –afirma Trump- dos de los tres debates presidenciales coincidiendo con juegos de la NFL; sin embargo, el calendario de debates se hizo público el 23 de septiembre de 2015. Esto sin mencionar la exigencia de que haga públicos sus declaraciones al Internal Revenue Service (ISR); tema por demás delicado, al parecer.
Los desatinos (al menos) semanales de Trump han provocado que su jefe de campaña, Paul Manafort, exprese su frustración con respecto a la falta de disciplina del candidato; que cada vez más miembros de la clase política republicana declaren que votarán por Clinton o al menos no lo harán por su partido; que su compañero de fórmula, Mike Pence, lo contradiga abiertamente con respecto al apoyo a Ryan y McCain; y que los sondeos en estados clave como Pensilvania, Virginia, North Carolina, Nevada, Colorado o Florida, se vayan decantando por la candidata demócrata. Esto es mortal para la campaña de Trump, pues no sólo los demócratas tienen virtual ventaja en el Colegio electoral (202 votos contra 154) sino que hasta fines de julio Clinton cuenta con 84 millones de dólares, frente a los 22 de Trump. A este respecto vale la pena mencionar que el millonario neoyorkino podría optar por financiamiento federal –que asciende a 96 mdd- con lo que alcanzaría a Clinton, pero tendría que renunciar al financiamiento privado; no obstante, el perfil anti gobierno federal de Trump, hace prácticamente nula esa posibilidad.
Ante tal escenario el Partido Republicano podría asumir una escandalosa derrota en la elección presidencial pero proteger el Congreso –que parece ser la opción elegida- apoyar a un candidato que no les simpatiza y que podría traer altos costos, o aplicar el artículo 9 de la Comisión Nacional Republicana y cambiar al candidato. Esto no ha sucedido, pero ya que el artículo establece esa posibilidad en caso de “muerte, renuncia o cualquier otra cosa”, se abre esa alternativa. La pregunta es ¿hasta dónde llegará el pánico del Partido Republicano? Una cosa es cierta, con las semanas se incrementa.

jueves, julio 21, 2016

Sistema Nacional Anticorrupción: Pedir perdón está bien, pero no es suficiente.

Después de poco más de un año de haberse publicado la reforma constitucional para la creación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) este lunes 18 de julio el Presidente Enrique Peña promulgó las 7 leyes que dan el marco para el SNA.
El SNA pretende generar coordinación entre los distintos poderes y niveles de gobierno y la ciudadanía (el sistema contempla la creación de un Comité Coordinador, encabezado por un ciudadano y un Comité de Participación Ciudadana integrado por cinco ciudadanos) con la idea de prevenir, controlar y sancionar los actos y prácticas de corrupción.

El marco legal del Sistema se construye por las siguientes leyes:

1.- Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción. Básicamente en ésta, se describen las características del SNA, cómo se va a coordinar en los distintos niveles de gobierno y cómo se creará un Sistema Nacional de Fiscalización y una Plataforma Digital Nacional.

2.- Ley General de Responsabilidades Administrativas. Esta ley explica la responsabilidad y obligación de servidores públicos para presentar su declaración patrimonial, de intereses y declaración fiscal.
Las modificaciones a esta ley fueron las que se impulsaron desde el movimiento ciudadano #3de3 y tal cuál se dio la aprobación no queda del todo claro o definido si estas declaraciones serán o no públicas.

3.- Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación, y las reformas a la Ley de Coordinación Fiscal y a la Ley General de Contabilidad Gubernamental. Esta ley y paquete de reformas, le otorga  a la Auditoría Superior de la Federación mayores elementos y “dientes” para el combate de la corrupción.

4.- Se crea además el Tribunal Federal de Justicia Administrativa que llevará la tarea de sancionar tanto a servidores públicos como a particulares que incurran en faltas graves.

5.- Reformas a la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República. Es en esta donde se establece la creación de la Fiscalía Especializada de Combate a la Corrupción. Cabe destacar que esta fiscalía será un órgano autónomo.

6.- Reformas al Código Penal Federal. Es aquí donde se enlistan las sanciones y los tipos de actos de corrupción. Todo se establece tanto para funcionarios públicos como para particulares.

7.- Reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. En esta Ley se establecen elementos que darán más fuerza y autoridad a la Secretaría de la Función Pública para la prevención y combate de la corrupción.

A partir de ahora comienza quizás la parte más complicada. Sí, si nos pareció complejo el proceso para la creación y reforma de estas leyes, lo que sigue en realidad es el paso más importante: echar a andar y hacer realidad este sistema. Toca romper la tradición de que en México tenemos muy buenas leyes…que son se cumplen.

A las autoridades les queda un gran tramo por andar y a la ciudadanía nos toca estar muy atenta también de lo que sigue y por qué no, hacer un alto y pensar en qué significa la corrupción en nuestro cotidiano y ver más allá de nuestras narices.

Vivimos en un país donde la corrupción se ha normalizado a tales niveles que en muchos hogares no se entiende la vida sin corrupción o destinar parte del presupuesto familiar para pagos y sobornos para poder acceder a servicios públicos. Según datos de Transparencia Mexicana 33% del ingreso de una familia que gana un salario mínimo se destina a estos pagos, estamos además hablando de las familias más desfavorecidas.

Detengámonos a pensar que la corrupción en nuestro país no es solo el dar una “mordida” al “poli” para evitar una infracción. Veamos a la corrupción como uno de los principales factores que afectan los Derechos Humanos en nuestro país y que violenta hasta extremos tales como la desaparición o muerte de tanta gente en los últimos años.

Sí, la corrupción no es un tema cultural, no es parte de nuestros genes, pero la tenemos muy interiorizada y toca detenerse a pensar cuán corruptos somos o cuan familiarizados estamos con ella.

Como ciudadanos nos quejamos de que nunca pasa nada, porque ciertamente así hemos visto un ir y venir de ex gobernadores o personajes de la clase política que tras actos de corrupción evidentes y a veces comprobados terminan como embajadores, cónsules o estudiando maestrías en otros países. Parece que las cosas están cambiando, hoy vemos un anuncio del SNA acompañado de una estrategia jurídica del gobierno para evitar los candados que próximos exgobernadores de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz intentaron generar para librarse de rendir cuentas.

El Sistema no es una varita mágica que de un día para otro cambie las cosas y borrón y cuenta nueva. Estoy segura que mucho costará erradicar décadas de prácticas y mentalidades corruptas. Sin embargo hay señales e instrumentos legales y transformación institucional que dan pie a que como ciudadanía comencemos también a hacer cambios y exigir cuentas.

Nos toca estar atentos e ir conociendo cómo es que el Sistema funcionará, cómo podremos acceder a la denuncia, segura y efectiva y ver que existan consecuencias, y cómo ser nosotros actores activos para que esto marche bien. Al gobierno le toca hacernos saber cómo el Sistema estará a nuestro alcance. A las organizaciones y a la academia, estar vigilantes que las personas que se escojan para los puestos ciudadanos y la Fiscalía sean las adecuadas.

Seamos pues nosotros también responsables de que esto funcione y  que sea efectivo. Seamos pues responsables también de nuestros actos y asumamos consecuencias porque aunque pedir perdón está bien, no es suficiente.


Melissa Ortiz Massó

Melissa Ortiz Massó es activista social especialista en poder legislativo, transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información. Promotora del Parlamento y Gobierno Abierto @melamalo