Por Amando Basurto –
No me
extrañaría que, debido al tono y políticas propuestas, los debates
presidenciales entre Hillary Clinton y
Donald Trump sean de los más vistos en la historia. Ya sea por interés o morbo,
gente alrededor del mundo ha estado al pendiente ya sea de su transmisión o de
los resultados. No es seguro que los debates tengan un relevante impacto sobre
las preferencias electorales, sin embargo los ataques mediáticos alrededor de
los debates parece tendrán una mayor influencia no sólo sobre la percepción de
los electores sino sobre las bases de apoyo partidistas de los candidatos. Aquí
les presento 3 puntos sobre el debate que me parece relevante tener en cuenta.
1. Más
allá de los rounds de ataques mutuos, Donald Trump mostró no estar preparado
para un debate así (y mucho menos para ser presidente). Trump ha practicado
durante más de un año un discurso mediocre que está cimentado sobre
generalizaciones infundadas y el abuso de adjetivos que le impiden hablar de un
solo tema de manera directa y concisa; por ello no respondió a la mayoría de
las preguntas que se le hicieron durante el debate de ayer. Eso no significa
que le haya ido mal en la percepción de su desempeño en el debate; la
popularidad de Trump prueba que a muchos estadounidenses les importa poco que
su discurso sea difuso y falto de propuestas precisas (a pesar de que a muchos
de nosotros nos sorprenda que alguien pueda sobrevivir un debate sin contestar
puntualmente ninguno de los temas que allí se trataron), lo que parece importar
es que Trump adorne con “carácter” y “decisión” sus promesas de atacar y
cambiar el status quo. La crisis en
el partido republicano ha llevado a presentar una dupla de candidatos
radicalmente opuesta a la de 2008, aquella en que un senador con gran
experiencia política (John McCain) lideraba una propuesta secundada por una
gobernadora (Sarah Palin) cuya retórica se concentraba en embestir contra el status quo. En aquel entonces la
ignorancia de Palin era contrapesada con el sentido común de McCain, no creo
que Mike Pence tenga ni la capacidad ni el interés de compensar por la falta de
preparación de Trump.
2. Por
su parte Hillary Clinton y su equipo de campaña parecen haber optado por una
estrategia que evite parecer que están a la defensiva. De tal manera que
Clinton se preocupó, tal vez de más, por guardar la compostura y no responder
asertivamente los ataques de su oponente. No es una casualidad que desde el
inicio del debate Clinton citara de nuevo a su “amiga” Michelle Obama diciendo
“when they go low, we go high”; es
obvio que ese es el tono que han decidido guardar en los debates (mientras los
mensajes mediáticos de la campaña y la filtración de información van en sentido
opuesto, lo cual ayuda a la percepción que muchos tienen de que Hillary Clinton
no es honesta sino doble-cara). Sin embargo, el mensaje mesurado de Clinton
parece denotar una combinación de debilidad y condescendencia dirigido más a no
perder el apoyo de sus seguidores que a buscar el apoyo de quienes se dicen indecisos.
Esto significó, por ejemplo, perder la oportunidad de enfatizar el tono
dictatorial/autoritario que tienen no sólo la propuesta que hace Trump de
forzar a los países de origen a recibir a sus nacionales deportados desde los
Estados Unidos sino, también, la advertencia que hace de llevar a cabo una
investigación especial para encarcelar a Hillary Clinton una vez que él tome
posesión de la presidencia.
3. Los
“periodicazos” contra Trump sobre la evasión de impuestos federales y sobre las
expresiones que muestran lo soez del tono de su relación con y el trato a las
mujeres en general le hicieron mucho daño a la campaña en general pero, especialmente,
a este debate. Trump y su equipo de campaña fueron incapaces de desviar la
atención hacia los escándalos de acoso sexual de William Clinton y por ello
erraron en infligir mayor daño a la campaña de Hillary. Esto fue evidentemente
un error de “timing” mediático. Donald Trump ya había advertido muchas veces en
público que su campaña hablaría y enfatizaría el maltrato a las mujeres del que
se acusa a Bill Clinton tratando de caracterizar a Hillary como su cómplice,
pero nunca encontraron un momento oportuno para hacerlo y, antes de que
sucediera, el video con el audio en el que Trump tiene una “conversación entre
hombres” (locker-room talk) fue
filtrado a los medios. Esto desencadenó una reacción tardía por parte de los
estrategas republicanos: primero lanzando un mensaje de disculpa muy tarde por
la noche y, después, organizando el evento con mujeres presuntamente acosadas
por Bill Clinton sólo unas horas antes del debate y con un efecto mediático
disminuido (que además no parece va a ser contestado por parte de la campaña de
Clinton).
Amando Basurto Salazar
Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y. y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto
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