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miércoles, julio 11, 2012

La democracia mexicana: farsas, tragedias e impugnaciones


Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley.

Los resultados de la elección federal del pasado primero de julio, han dejado al descubierto –una vez más- los problemas, pendientes, debilidades y vacíos de nuestro sistema electoral; otra arista de la (al parecer) perenne problemática institucional mexicana. Se ha logrado mucho desde las elecciones limitadas de los años setenta, el fraude –ese sí, a todos luces- de 1988 y su “caída del sistema”, la (hasta cierto punto) cuestionable elección de Ernesto Zedillo y la sospechosista de Felipe Calderón Hinojosa, doce años después de aquella. La jornada es, sin duda alguna, menos oscura, es transparente aunque confusa; no está exenta de fallas, pero es mucho más confiable que otros ejercicios. Sin embargo, nuestra transición a la democracia, sigue siendo una camino lleno de farsas, tragedias e impugnaciones.

Los reclamos de AMLO y, hay que decirlo, de buena parte de las izquierdas, incluyendo movimientos ciudadanos, están cayendo en la irracionalidad, las suposiciones, el fanatismo, la nada extraña falta de autocrítica y una clara falta de visión a futuro, e inclusive realismo. No haría daño reflexionar un poco sobre algunos de estos argumentos que sostienen (débilmente) la impugnación; misma que se entiende más como una expresión irracional (en el sentido de la filosofía política) del hartazgo y frustración, que como una respuesta articulada y razonada frente a la profunda inequidad del proceso. Lo delicado, es que lo que se necesita –y desde hace 12 años, al menos- es lo segundo, y no lo primero.

En efecto EPN ganó la elección presidencial teniendo a más del 60% del electorado en contra de su candidatura, pero eso no lo hace una imposición, ni ilegítimo; y en todo caso el porcentaje se amplía con AMLO y JVM. Pretender que se desconozca a EPN o que renuncie y sea (nombrado) presidente AMLO, sí sería una imposición. No pretendo ser un apólogo del IFE, ni defensor de EPN o el PRI -¡jamás!- pero clamar “¡Fraude!” o “¡Impugnación!” es un asunto muy serio y debe estar documentado con pruebas irrefutables, no suposiciones, aunque estén fundamentadas en la razón o la historia. No invito al silencio, ni a la sumisión, pero sí a la responsabilidad que supone la presentación de pruebas, a fin de demostrar allende cualquier duda los ilícitos en materia electoral.
A ver, separemos tres cuestiones elementales: una cosa es la jornada electoral en su conjunto, otra el conteo de los votos y aún otra las condiciones en que se desarrolla el proceso electoral en sentido amplio. La primera obedece a los acontecimientos que suceden el día de la elección, ya sea dentro, fuera, cerca o en los alrededores de las casillas; así como todo aquello que impacte en la votación, de manera directa o indirecta, en todo el territorio nacional. Esta fue muy accidentada, no fue tersa, impoluta o inmaculada; nada más lejano a ello. Pero eso no la hace fraudulenta per se. Cierto, el IFE reportó más de mil incidentes el 1º de julio, pero la gran mayoría obedecieron a problemas al instalar las casillas; como las más de 70 casillas en Tamaulipas que tuvieron que cambiar de lugar o que retrasaron su apertura debido a la lluvia. Ahora bien, existen muchos reportes de compra del voto –Soriana y Monex- lo cual debe investigarse y es nuestra obligación exigir penas EJEMPLARES para quienes hayan cometido dichos ilícitos. Eso sí puede calificarse como fraude.

La Ley General de Medios de Impugnación en Materia Electoral es muy clara al señalar que no se puede ejercer presión o violencia física para influir en el resultado de la elección, de hacerlo sería causa de nulidad en la casilla (Artículos 75, 76, 77 y 77 bis). Pero también es clara la Ley al señalar que se deben comprobar dichas acciones, y para que se anule la elección se deben anular el 25% del total de casillas instaladas. No dudo de la compra de votos, pero sí dudo que haya sido exclusivo del PRI; ¿acaso no recordamos las elecciones internas del PRD? ¿ya olvidamos que alguna o algunas tuvieron que ser anuladas, precisamente por la compra de votos? Y también dudo que la compra de votos pueda cambiar el 25% de las casillas, y en consecuencia anular la elección; lo cual por cierto, haría el TEPJF, no el IFE. Por supuesto queda la duda de cómo comprobar que hubo compra del voto; ¿cómo comprobar que Juan Pérez cambió su voto a cambio de una despensa o un horno de microondas? Si estamos insatisfechos con los criterios del COFIPE, del TEPJF o con la Ley mencionada, entonces hay que organizarnos, hay que presionar para que se modifiquen. Pero esas reglas del juego, esos actores, esos árbitros, fueron avalados por los Partidos políticos, no fueron impuestos. El fraude desde la autoridad electoral, al menos en esta elección, es una farsa, un ardid, un sofisma o retórica, pero la limpieza de la jornada electoral también lo es. No porque haya dados cargados, o una conspiración a todo lo largo del territorio nacional para evitar que AMLO sea presidente, sino porque hay permisividad para la trampa, para el cochupo. Porque hay árbitros con muy pocos dientes, e interesados en que eso se mantenga. El IFE no aprobó la Ley, sino el Congreso.
La segunda, el conteo de los votos, se refiere simple y llanamente a eso, al ejercicio de sacar las boletas de las respectivas urnas y ubicarlas en el montoncito que le corresponde: PAN – PRD – PRI – PANAL – Nulos, y posteriormente contar las boletas no utilizadas. Corroborar las cifras finales de la casilla y  registrar el resultado en la sábana respectiva, con la anuencia y aprobación de los representantes de los partidos que ahí se encuentren. En esta elección, vale recordarlo, hubo representantes de todos los partidos políticos en poco más del 96% de las casillas; y simpatizantes de AMLO en más del 98% de ellas. Se reporta el resultado al IFE, se lleva la urna al Instituto, y ahí se lleva a cabo el conteo rápido, que es sólo una muestra estadística y una proyección del resultado. El miércoles posterior a la elección de realiza el cómputo de todas las casillas, y ése es el resultado final, que ratifica el Consejo General del IFE. A grandes rasgos, eso sucede en esta etapa del proceso, y en ella es muy difícil que exista manipulación alguna, toda vez que quienes participan son ciudadanos –no a partidistas muy probablemente, pero tampoco militantes- y además ¡hay representantes de los partidos en las casillas! Por si fuera poco, la UNAM -que de algún prestigio goza y no es de corrupta- analizó los procedimientos del Instituto Federal Electoral y los aprobó –podríamos decir- con Mención honorífica. Ahora, cierto, un buen conteo no significa equidad, ni legitimidad, aunque sí legalidad. De cualquier forma, esa sería otra discusión.

La tercera, es decir las condiciones en que se desarrolla el proceso electoral en sentido amplio, es en buena medida –a mi parecer- la clave del problema en nuestra transición a la democracia. El proceso fue claramente inequitativo, las irregularidades son la regularidad; el caos, la falta de certidumbre, de transparencia, el sospechosismo, la debilidad, temor y acotamiento del árbitro, son la norma, lo normal. Lo que debe estar ahora en nuestra mira es precisamente eso, las condiciones del sistema político-electoral, y del político en su conjunto. Si hubiera ganado AMLO, ¿hubiera estado todo bien? No, las tareas seguirían pendientes, al menos muchas de ellas. Recordemos que algunas de las leyes que el Gobierno del DF ahora presume –y hace bien- fueron detenidas por AMLO, quien por ejemplo quería someter a referéndum algunos derechos de la comunidad LBGTQ. Cosas de la vida, una diputada panista le corrigió la plana. Hay que presionar a los legisladores -vía personal, ONG’s o Movimientos ciudadanos- para que no sea permisible la compra del voto o cualquier otra ilegalidad, para que haya equidad en el proceso, para que haya penas duras ante alguna infracción o ilícito. Si creemos que la Segunda Vuelta electoral resolverá el problema de la legitimidad, entonces presionemos para que se legalice, se regule de forma precisa y no de forma espontánea. Sólo consideremos que la segunda opción de quienes simpatizan con el PAN es el PRI, por cuestiones de Agenda, y no el PRD.

Hay que aceptar, no guste o no, que el voto favoreció al PRI y su candidato; es decir, no sólo a EPN, sino al PRI, eso puede apreciarse en los resultados de la elección general, no sólo presidencial. Afirmar que quienes votaron por el PRI son corruptos o ignorantes, es un error y una irresponsabilidad. Hay millones de personas que eligieron esa opción, y seguramente la mayoría lo hizo consciente de su decisión; no coincido con ellos, en lo absoluto, pero tampoco puedo descalificarlos, ni acusarlos. Merecen respeto a su voto, amén del desacuerdo.
El resultado parece ser definitivo y no se ven signos, pruebas, de que un fallo del TEPJF vaya en sentido opuesto; en consecuencia debemos trabajar con las elecciones intermedias de 2015 y las federales d 2018 en mente. Presionemos por una Reforma del Estado que abra espacios de toma de decisión política, por la transparencia y el acceso a la información, por imponer límites a los grupos de interés, por otorgar dientes a los órganos que lo requieren a fin de articular y construir condiciones democráticas. Consolidemos la rendición de cuentas y sus mecanismos. Construyamos un sistema democrático.

La democracia, una vez más, es mucho más que elecciones; participar es mucho más que votar; rendir cuentas trasciende la re elección y las instituciones gubernamentales; la inequidad no es fraude, la ilegalidad sí lo es. Pensar lo contrario es una farsa y una tragedia.

viernes, junio 29, 2012

Dudas para joder un voto razonado

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


A menos de 48 horas de la jornada electoral, seguramente la gran mayoría de los votantes ya estén seguros sobre el sufragio que emitirán, de hecho muy probablemente lo estaban aún antes de que se definiera el candidato por el partido con el cual simpatizan o en que militan. Sin embargo, una parte importante de quienes emitiremos nuestro voto el 1o de julio -sin duda no la mayoría, pero sí un número que podría definir la elección- aún no definimos la intención de nuestro sufragio. Nos debatimos entre seis posibilidades al encontrarnos frente a la inevitable decisión: Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, Gabriel Quadri de la Torre, anular nuestro voto o simplemente, no asistir a la jornada electoral, y obviar o evadir nuestra responsabilidad ciudadana. Para quienes nos encontramos en esta situación, aunque nos estemos inclinando hacia alguna de esas posibilidades, los cuestionamientos que a continuación expongo, reflejan las dudas, angustia y sin sabores que enfrentamos. Éstos, podrían a fin de cuentas invitar a una última reflexión antes de tomar la decisión final sobre el proceso electoral y las opciones que se nos presentan.

Idealmente, deberíamos preguntarnos qué candidato o qué plataforma nos atrae más, cuál creemos que es más adecuada, conveniente, etcétera, no obstante, parece que para quienes no simpatizamos (al parecer) incondicionalmente con alguno de los principales partidos políticos, la decisión está entre quién es el menos malo, quién traería menos costos y algunos beneficios. Con base en esa lógica la decisión se hizo muy difícil toda vez que cada una de las opciones nos presentan un alto grado de desencanto, riesgo y dudas. El historial y personalidad de casa uno de los aspirantes a la presidencia de la república, nos generaba muchas dudas, y las campañas que el miércoles 27 de junio han terminado, no hicieron más que profundizarlas; quienes ya habían decidido su voto, sólo utilizaron las campañas para radicalizar sus posturas y tratar de disminuir el apoyo a otro candidato, principalmente a través de las redes sociales.

¿Por qué no votar por Josefina Vázquez Mota? La candidata del Partido Acción Nacional representa continuar con un proyecto de gobierno que si bien ha generado una gran estabilidad económica, cosa no menor si consideramos la inestabilidad que caracterizó a México al menos desde los años setenta y hasta los noventa, también ha traído un gran costo social, se ha incrementado la desigualdad, no ha habido desarrollo que acompañe la estabilidad, la estrategia del presidente Calderón en el combate al narcotráfico ha sido errada y muy costosa, la corrupción se ha incrementado y varios estados han combatido algunas iniciativas progresistas en materia de equidad de género y derechos para la comunidad homosexual. La continuidad se ese proyecto parece alto, pero no habría que hacer a un lado que mientras que buena parte de nuestros socios comerciales pasan por muy severas crisis económicas, lo que ha afectado a regiones enteras, México ha soportado dichas crisis gracias al buen manejo financiero; pero a fin de cuentas esa estabilidad podría desvanecerse si el desarrollo sigue siendo una promesa del futuro...la eterna promesa de las campañas electorales; ¿retórica vacía o sofismas? Aunado a esto, Josefina Vázquez Mota no logró inspirar al electorado, tarea nada fácil, de hecho -a excepción del segundo debate y probablemente el tercero- inclusive la candidata fue rechazada por dos personas a quienes ella "invitó" a formar parte de su gabinete. JVM en más de una ocasión demostró falta de capacidad al entrar en contacto directo con la gente en espacios no controlados -como el caso de Tres Marías- amen de diversos gazapos en declaraciones, comentarios, afirmaciones, etc. Tal es el caso de su último comentario, al señalar que invitaría al presidente Calderón formar parte de su gabinete como Secretario de Seguridad.

¿Y Enrique Peña Nieto? Para muchos es difícil pensar en el regreso del PRI a la presidencia de la República. Hace apenas doce años México salió del "dominio priísta", de la "dictadura perfecta", y comenzamos un largo camino, una transición hacia algo aún por definir. En esa transición el PRI aún no tiene cabida en la Presidencia, consideramos muchos. Pero no sólo por la historia, desestimada por muchos priístas, sino por el presente. ¿Cómo convencernos de un nuevo PRI, cuando mantienen viejas "tradiciones" como proteger a miembros de su partido aún frente a serias y documentadas sospechas de ilícitos? Tal es el caso de Mario Marín, Arturo Montiel, Ulises Ruiz, Humberto Moreira, Fidel Herrera, Carlos Romero Deschamps o el propio candidato Peña Nieto, quien fungiera como tesorero durante la gobernatura de Montiel. ¿De qué nuevo PRI está hablando el candidato? Cuando seguimos viendo compra de votos, rebase de topes de campaña, bodegas llenas de artículos "promocionales" que van desde playeras hasta estufas, televisores o refrigeradores, ¿A qué viejas prácticas ya desaparecidas hace alusión? ¿Cómo creer en un candidato y su promesa de gobernar para todos, de dialogar con todos, cuando es incapaz de manejar un escenario adverso con estudiantes, de enfrentarlos -no confrontarlos- y/o de aceptar una invitación para in tercer debate? La victoria de EPN significaría la desesperanza del pueblo mexicano ante un proceso inevitablemente largo, como lo es la transición a la democracia, lo que además en nuestro caso significa muchas cosas y no sólo alternancia en el poder. Significaría muy probablemente, autoritarismo, como lo demostró en muchas ocasiones como gobernador del Estado de México. Pero también sería una muestra de la falta de crítica del electorado, de lo pobre de cuestionamiento, o de lo fácil que es lucrar políticamente con la pobreza, o de la corta memoria histórica, o de lo fácil que compramos un producto tan pobre, tan vacío; o del éxito de la alianza entre televisoras y partidos políticos. O todo junto.

¿Y AMLO? Andrés Manuel López Obrador representa una opción natural para muchos, merecida para otros, real de cambio para la mayoría de quienes lo apoyan, ya sea por fe, esperanza o convencimiento. Pero muchos otros no estamos tan seguros y menos convencidos. AMLO es tenaz, sin duda, pero fácilmente se convierte en necedad. Comunica e inspira a buena parte del electorado, pero mantiene un discurso maniqueo, mismo que ha matizado en las últimas semanas. Habemos muchos que creemos en una opción de izquierda a la situación que vivimos, al modelo de nación, de desarrollo, pero dudamos que AMLO la represente. En verdad parece ver un escenario de los años setenta, en política interna y exterior, en la que afirma que México no será colonia de nadie; ¿De qué está hablando? Parece retórica y puede suponer a qué se refiere, pero no hay mejores formas de comunicarlo en el siglo XXI!? ¿Qué pasa con las instituciones? No soy un defensor de ellas a rajatabla, y creo que el pueblo es un actor político cuando toma el papel de legislador o cuando toma las calles, pero desconocerlas o ponerlas en tela de juicio sin pruebas sólidas, reales y casi irrefutables, es muy irresponsable y -sin duda- poco democrático. Hace algunas semanas él cuestiono y descalificó al IFE, me pregunto si tendrá la misma opinión si resulta ganador del proceso electoral. Ya había hablado de someterse a una consulta popular al segundo años de su mandato, lo hizo en la Ciudad de México, con un método muy cuestionable, por cierto. Pero, ¿Qué tanto tomaría en cuenta a la sociedad, si a veces uno podría pensar que ni a sus asesores considera? Sin embargo, AMLO tiene un elemento muy importante a su favor, el gabinete que ha propuesto -y al que no le han declinado invitación alguna- es muy interesante toda vez que está compuesto de personas con muy buena trayectoria, reconocidas y confiables. ¿Será suficiente?

¿Quadri? Para la mayoría, según lo dictan las encuestas y el sentido común, Gabriel Quadri no es una opción real ni deseable en el proceso electoral del próximo domingo. La razón es muy sencilla y suficiente para no considerarlo como opción; Quadri significa Elba Esther Gordillo, es decir corrupción, es decir mantener a la sempiterna secretaria del SNTE como un parásito más viviendo -a todo lujo- del presupuesto. Quadri quiere convencer al electorado de su origen ciudadano, pero en realidad es un peón al servicio de Elba Esther Gordillo y del propio PRI; aquel distanciamiento entre ambos partidos políticos es una clara farsa. Un solo voto a Gabriel Quadri significaría darle un tentáculo más a la Secretaria del SNTE, y sería una clara muestra de la mediocridad o inocencia de nuestra ciudadanía.

¿Anular o no ir, he ahí el dilema? Votar es un derecho, pero también una obligación, por tanto me parece que la opción de simplemente no ejercer ese derecho, es una grave falta cívica y de respeto a nuestra historia. Debemos comprometernos con la sociedad, con el país, con nuestra familia, con nosotros mismos. Ahora, contrariamente a la corriente que se expresa mucho en las redes sociales, considero que anular el voto es una opción válida en cualquier elección. Hay que tener claro, eso sí, que el voto nulo es una apuesta a la siguiente elección, no a la presente. La apuesta consiste en que si el porcentaje del voto nulo -ir a la casilla y anular la boleta- supera a la diferencia entre primer y segunda lugar de la elección, los partidos se preocuparán por atraer a esos votantes en la siguiente elección y con ello tener más legitimidad, ganar la elección y/o más curules en el Congreso.

La moneda sigue en el aire, ya que las elecciones no se ganan ni con encuestas, ni con marchas descomunales, sino con votos, y según estudios la mayoría de los indecisos y algunos que no están del todo convencidos, definen su voto al estar frente a la boleta electoral. Hasta ese momento, muchos nos haremos estas y otras preguntas; decidiremos, y entonces le daremos paso a la esperanza y la fe. Paradojas de la modernidad, aún ahora.

viernes, junio 08, 2012

Respuesta al sospechosismo sobre #YoSoy132


Comparto algunas de las críticas y/o señalamientos que se hacen con respecto al Movimiento estudiantil #YoSoy132, al cual pertenezco. Me parece, y así lo intenté, que la agenda debía ser más política (estructural) y menos anti EPN, pues con ello se eliminaría –como sucedió- la posibilidad de un debate con todos los candidatos, así como la interlocución con un probable Presidente electo. Además el impacto sería inconmensurablemente mayor si se hubiese logrado un acuerdo/compromiso de una Reforma política. Tienen razón, el Movimiento no es apartidista pues nace de un No a EPN, aunque no está claramente inclinado hacia favorecer a un candidato, sí lo está contra uno de ellos; esto anula el apartidismo. Si fuera anti sistema democracia presidencialista, anti sistema político -por ubicarlo anti algo, lo que no es indispensable- sería apartidista, y la cuestión es que EPN en este momento representa precisamente un sistema político con el que no se está de acuerdo, pero los demás también; Enriqye Peña Nieto (EPN) representa la impunidad que parece caracterizar -en buena medida, pero únicamente- al PRI. Esta "personalización" del Movimiento se explica porque éste surge de aquél de la Ibero, por y en condiciones muy específicas.

Creo que el Movimiento debió buscar compromisos para una Reforma política que abra espacios en la toma de decisiones políticas y gubernamentales -referéndum, plebiscito, revocación de mandato, rendición de cuentas- a fin de trascender el 1o de julio e impactar en la estructura política, transitando hacia una democracia mixta. Pero no se decidió así en las Asambleas; en todo caso, le dieron un segundo lugar a esas cuestiones. Me parece que el #YoSoy132 no pudo o no supo leer su impacto coyuntural, amén de su probable permanencia, en cuyo caso estaría por verse qué peso político-social representaría. El peso en las primeras dos o tres semanas era un hecho, y tenía la capacidad de sentar a negociar a casi cualquier fuerza política –recordemos que el Senado le abrió las puertas del recinto legislativo, lo que fue ignorado. Ahora es una incógnita.

Las críticas y sospechas mencionan la falta de capacidad de autocrítica; de ello no estoy del todo convencido. En la UNAM, sección a la que pertenezco, hay muchas constantes discusiones de diversos temas, en ellas se critican algunas cuestiones y decisiones del Movimiento. Creo que parte de la intolerancia de la que es acusado el #YoSoy132 -en unos momentos hablaré de los errados conceptos- viene porque el Movimiento ha sido más que cuestionado atacado, en muchas ocasiones sin fundamentos, y le estamos endilgando a los jóvenes una responsabilidad que no deberían tener, al menos no sólo ellos. En vez de apoyarlos, también en las calles, sólo lo hacemos en facebook o twitter cuando no se les critica. Las batallas sólo, te ponen muy a la defensiva. Recordemos que es un Movimiento muy joven, y que en únicamente pocos días tuvieron que "evolucionar" de 131 jóvenes en la Universidad Iberoamericana a un Movimiento estudiantil de más de 50 centros de estudio, con una Agenda mucho más amplia que "Sí somos universitarios y no manipulados"...Qué bueno que muchos de sus críticos apoyen o simpaticen con Movimientos estudiantiles y sociales de otras latitudes, ellos también tuvieron y tienen sus problemas, fallas, deficiencias, pero aún así fueron apoyados, ya que el hartazgo era generalizado...pregúntenle a los egipcios.

Por último, sólo quisiera señalar algo que de alguna manera sigue preocupándome y -hasta cierto punto- extrañándome. Me refiero a la mala comprensión y en consecuencia utilización de algunos conceptos clave, tales como tolerancia y aún más democracia. Tolerancia tiene más que ver con inequidad que con equidad, me explico. Cuando uno tolera, se ubica por encima del otro ya sea moral, ideológica, racial o intelectualmente; la cuestión es de derechos, no tolerancia. El Otro tiene el derecho de disentir y expresarlo, estoy obligado a reconocer y aceptar su diferencia, no a tolerarla. El Movimiento de derechos civiles por afroamericanos (EEUU) o el Movimiento feminista, no buscaron -o buscan- tolerancia, sino equidad, derechos.

Por otra parte, se maneja democracia como sinónimo de democracia liberal, y no son lo mismo. No señalaré por qué ambos pueden ser hasta antitéticos, esa es una discusión teórica que no tiene sentido establecer en este momento, pero sí por qué uno es distinto de otro en aspectos elementales, y que esta "confusión" genera lecturas erróneas e incomprensión de escenarios y estrategias. Hace un par de semanas escuché que el coordinador de campaña de Josefina Vázquez Mota (JVM) afirmaba que "un demócrata no puede estar a favor o justificar la violencia como instrumento de la política" -palabras más o menos; argüir tal cosa demuestra una gran confusión o ignorancia, y señalamientos similares he escuchado en diversos ámbitos. Democracia es el gobierno del pueblo -y eso en una concepción matizada y modernizada, pues en un principio era la perversión de la República- sustituyendo mecanismos o gobiernos cerrados, y para que se diera un cambio en ellos -mecanismos y gobierno- era indispensable -no sé si la conjugación sea correcta, eso espero- un movimiento político en las calles, por lo regular violento. Abrir espacios de poder, de toma de decisión, no es fácil y por lo regular carece de vías legales e institucionales; la historia nos ha enseñado eso. Por tanto, un demócrata no puede estar contra la utilización de la violencia como una herramienta legítima, si bien NO deseable, de la política. No es lo mismo a ser apólogo de la violencia; nadie, en su sano juicio, puede serlo. Al menos no per se.

La democracia liberal, es sólo un tipo de democracia, aunque no lo crean no es la única. Esta sí supone un dominio del marco jurídico sobre el político, lo que es cuestionable desde un punto de vista teórico e inclusive práctico; las elecciones dudosas de 2006 así lo ejemplifican. Aclaro, en aquella elección anulé mi voto, pero yo no sé quién ganó y me hubiera gustado saberlo. La elección fue cuestionable, eso es indiscutible. En la democracia liberal el poder de los ciudadanos se limita a la representación -a cargo de los partidos políticos- y ahí se da la discusión; ahí se expresa el pluralismo. Por cierto, ¿cómo logran acuerdo visiones alternas y/o antitéticas? ¿Cómo se toman decisiones en el Congreso? Por votación, ¿cierto? Esas son matemáticas, no racionalidad, si acaso razonabilidad, no son los mismo.

P. S.
Uno de los más recientes ataques o sospechas sobre #YoSoy132, señala la relación entre el Movimiento y Carlos Slim - Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La relación sospechosista es la siguiente: Carlos Slim es cercano a AMLO, Miguel Torruco –empresario turístico y una persona influyente en el medio- es cercano a AMLO, Slim y Torruco son consuegros, otro de los hijos de Torruco (al parecer esa es la relación) es estudiante de la Ibero, y líder –como se señala es la acusación sospechosista- del #YoSoy132. La misma acusación se pregunta ¿en dónde estaban los maestros y autoridades de la Ibero, que permitieron faltas de respeto y agresiones a EPN? El blog que promovió esto, también afirma que es la primera vez que se cuestiona a un candidato de esta manera, señala que no era necesario tanto Movimiento, pues con el simple voto se expresa al sentir popular. A esto respondo de la siguiente manera:

1.     El movimiento estudiantil #YoSoy132 no tiene líderes, es algo que no pueden comprender quienes no han estado en uno. El Movimiento estudiantil del 68, no tenía líderes, sino representantes; este es el mismo caso. ¿Cómo podría un muchacho controlar o influir, manipular, etc., a más de 54 centros de estudios de toda la República? Las expresiones de la Ibero, fueron organizadas, no orquestadas. Y si buscáramos relaciones consanguíneas de políticos o de la élite del poder, encontraríamos un sin fin de complots globales.
2.     Las Universidades son foros abiertos de expresión, discusión, debate, o eso deberían ser. Los candidatos no están al margen de ello, ni deben estarlo. No están por encima de nada, ni de nadie. Son, a fin de cuentas, nuestros empleados, nuestros servidores públicos. Los maestros y autoridades universitarias no deben limitar ni coartar la libertad de expresión; eso fueron, expresiones. Ni siquiera fueron mentiras.
3.     Claro que otros candidatos han sido cuestionados o “agredidos”, tal vez peor que a EPN en la Ibero; Diego Fernández de Cevallos o Francisco Labastida Ochoa, son ejemplos claros de ello.
4.     El voto popular es una forma de expresar una opinión política, pero lejos está de ser la única, aún en tiempos electorales. El pueblo es actor político cuando se convierte en legislador o cuando sale a la calle; eso dicen algunos teóricos de la política, no es sólo mi opinión. Decir que el pueblo debe expresarse sólo en las urnas es una visión muy estrecha de la dinámica político-social o muy manipuladora y temerosa.

Finalmente, para quienes dudan del peso de los medios de comunicación, los Medios no pueden imponer un candidato o presidente, pero pueden influir determinantemente en ambos casos, creer que no tienen esa capacidad, es una opción, pero es falsa. Casos hay muchos en la historia; pueden preguntarle al propio Al Gore.

viernes, junio 01, 2012

Se consolida #YoSoy132 y trasciende posturas iniciales

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley

El pasado miércoles 30 de mayo en Ciudad Universitaria se realizó la Primera Asamblea del Movimiento #YoSoy132, reuniendo a 54 universidades del país, públicas y privadas, logrando una participación de más de 6,500 personas; como es de suponer muchas de ellas no pudieron desplazarse a la Ciudad de México, pero continúan articulándose a través de la Internet. Este paso era fundamental para la consolidación del Movimiento y su posible y –definitivamente- deseable trascendencia política, al expresar el descontento generalizado y dirigirlo a puntos que impacten la estructura democrática mexicana, así como las condiciones en que ella de desarrolla.

En la Asamblea #YoSoy132 definió que es un movimiento político y apartidista, incluyente, plural y pacífico. Esto fue uno de los principales e incluso polémicos acuerdos, ya que a cinco semanas de la elección y ante un claro –y ya reconocido- desplazamiento de las preferencias electorales, en buena medida por el propio Movimiento,  debía aclarar y/o definir si seguiría sin apoyar tácitamente a un candidato o hacerlo. Existen diversas críticas, evidentemente priístas en su mayoría, que señalan que no es apartidista toda vez que si bien no apoyan claramente a un candidato –aunque sobresalen pancartas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las marchas, arguyen- sí son anti Enrique Peña Nieto (EPN), y eso diluye su apartidismo. Lo que parecen no entender estos críticos, es que EPN representa un sistema, una élite del poder, una clase política, que rechazan los estudiantes –y me atrevería a asegurar, millones de personas en el país representadas por estos jóvenes, por #YoSoy132- cosa que se aclara en el comunicado de la Asamblea, aunque ya podía adivinarse. Mismo caso parece sufrir el columnista Ricardo Alemán, quien se pregunta ¿quién paga este movimiento? ¿quién está detrás? Detrás, señor Alemán, están la indignación y el hartazgo de muchos años; menuda carga le hemos heredado a estos muchachos. En consecuencia, la sociedad –y principalmente- los profesores universitarios debemos estar con ellos, pero no sólo en las redes sociales.

Mantenerse como apartidista fortalece al propio Movimiento, pero lo que logra su posibilidad de trascender la coyuntura es la ampliación de objetivos políticos en y al margen de la coyuntura electoral. En ese sentido la Asamblea estableció su identidad política al estar en contra de la manipulación y las imposición mediáticas que pretenden restaurar el viejo régimen; señalar el autoritarismo, violencia de Estado y opacidad en la toma de decisiones y otras prácticas antidemocráticas del régimen priísta. En lo referente a la coyuntura electoral, #YoSoy132 hizo un llamado a la participación ciudadana –allende el IFE, dada su limitada credibilidad- para garantizar un proceso limpio, sin sospechosismos. Pide un código de ética para los medios de comunicación, vigilado por (y con la creación de) un Ombudsman.

El Movimiento también definió su Agenda post electoral, concentrándose en la relación entre medios de comunicación y procesos democráticos, transparencia y rendición de cuentas, política educativa, salud y ciencia tecnología. En estos temas hay cuestiones importantes como gratuidad de la educación, erradicar el analfabetismo, incremento del presupuesto a ciencia y tecnología, divulgación científica y la creación de una Secretaría que atienda precisamente dicha área. Sin embargo, me parece que #YoSoy132 debió ser más incisivo en una Reforma política que abriera espacios en la toma de decisiones políticas y gubernamentales (referéndum, plebiscito, revocación de mandato). Con ellas, se atacaría la concentración de poder y se comenzaría a construir un nuevo modelo democrático, una nueva relación entre representantes y representados; menor poder para el gobernante, mayor responsabilidad para la ciudadanía.

Las resoluciones ahora se votarán en cada universidad y el próxima Martes 5 de junio se comunicarán las resoluciones finales de #YoSoy132. Pero la tarea pendiente para quienes deseamos dar un paso más en la transformación de este país, es apoyar al Movimiento, también con críticas y señalamientos, pero no sólo apoyarlo con un like de Facebook.

Creo que #YoSoy132, es la tinta roja que está expresando nuestro descontento.

P. S. Quien esto escribe es parte del Movimiento.

jueves, marzo 01, 2012

Con todo respeto señor presidente, ¡cállese chachalaca!



El tema parece estar en todos los medios: el presidente Felipe Calderón afirmó frente a banqueros que la diferencia en las encuestas entre Enrique Peña y Josefina Vázquez es de sólo cuatro puntos. Esto ha desatado una serie de reacciones desde distintos frentes, entre los que se encuentran los que le reprochan hacer referencias a encuestas en tiempo de “veda” electoral (periodo intermedio entre precampañas y campañas), hasta aquéllos que han cuestionado el uso de las encuestas y el rol de las encuestadoras.

Como sucede en muchas ocasiones, la atención se ha concentrado en un tema: ¿son las encuestas un método de medición confiable? ¿tienen las encuestas algún objetivo distinto al de muestrear preferencias? ¿se utilizan las encuestas como herramientas ideológico-propagandísticas? La respuesta a estas preguntas es simplemente “si”.

La importancia de las encuestas en la vida política mexicana se ha incrementado en los últimos meses. No sólo se han utilizado para muestrear preferencias de voto sino, como sucedió en el Partido de la Revolución Democrática, para la selección de candidatos a la presidencia y al gobierno del Distrito Federal. Es decir, la “izquierda” parece confiar tanto en las encuestas que decidió utilizarlas para evitar batallas campales entre tribus. Recordemos también que el Partido Acción Nacional intentó utilizar una “consulta indicativa” para bajar de la contienda a uno de los aspirantes a la candidatura presidencial. La consulta no se llevó a cabo porque violaba el proceso de selección en curso y no porque fuese mala idea. Más allá del problema que representa el que algunos insistan –en sus definiciones simplonas de lo que es “democracia”– en que las encuestas son parte natural del proceso, también nos enfrentamos al dilema de su uso partidista, propagandista y proselitista de los resultados.

El tema relevante, el reproche a la declaración del presidente Calderón, ha resultado en el refrendo del compromiso del presidente de actuar imparcialmente y en una serie de reclamos en la Cámara de Diputados que no lleva sino a la descalificación general del trabajo de los legisladores. Obtener un compromiso explícito del presidente para no entrometerse en el proceso electoral es fundamental para intentar evitar que se repita lo que sucedió hace seis años, cuando el entonces presidente Vicente Fox se entrometió constantemente en el proceso electoral.

El 5 de septiembre del año 2006, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación publicó el dictamen con el que validaba la elección de Felipe Calderón y lo nombraba Presidente Electo. El dictamen es una joya porque (como lo expresé en su momento en un artículo publicado en el portal de Alterinfos) califica cómo válida la elección en lo general pero la descalifica en muchos de sus particulares. Uno de los particulares que el tribunal descalificó del proceso electoral fue precisamente la intervención del presidente de la república: “esta Sala Superior no pasa por alto que las declaraciones analizadas del Presidente de la República Vicente Fox Quesada, se constituyeron en un riesgo para la validez de los comicios que se califican en esta determinación que, de no haberse debilitado su posible influencia con los diversos actos y circunstancias concurrentes examinados detenidamente, podrían haber representado un elemento mayor para considerarlas determinantes para en el resultado final, de haber concurrido otras irregularidades de importancia que quedaran acreditadas.” Las intervenciones de Fox, según el tribunal, sólo pusieron en riesgo y no representaron un obstáculo para la validez de la elección.


A diferencia de la moderación y colmillo político que los priístas (en especial Manlio Fabio Beltrones detrás de Pedro J. Coldwell) mostraron al reunirse con el presidente Calderón y conseguir que se comprometiera públicamente a no intervenir, en 2006 Andrés Manuel López Obrador le exigió al presidente Fox de manera airada: “cállese chachalaca”. López Obrador, consecuentemente, pagó (y seguirá pagando) un importante costo político. Pero ¿quién paga el costo político de las (delicadas o burdas) intervenciones electoreras del presidente en turno? ¿Quién paga el costo de que un presidente ponga en “riesgo la validez de los comicios”? Evidentemente, lo pagamos los ciudadanos que seguimos esperando algo de civilidad por parte de nuestros gobernantes. Y esto seguirá sucediendo mientras no se establezca un instrumento que permita traspasar este costo al presidente y a su partido. Entender esto no requiere de una encuesta ni de la manipuladora interpretación de numeritos.