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jueves, febrero 09, 2017

Stephen Bannon y la Alt right, tras el poder en Washington.


Hace apenas algunas semanas que inició la Administración Trump y ya varios países se han enfrentado a polémicas, cuestionables o francamente condenables señalamientos, acusaciones, decisiones, iniciativas, políticas, ideas u ocurrencias de la Casa Blanca. Donald Trump y su presidencia tuitatorial (dictadura tuitatorial, como la denominó Amando Basurto  http://www.nomospolitico.com/index.php/item/la-dictadura-tuitatorial-de-donald-trump?category_id=6 ) han mantenido al mundo en un hilo esperando a ver cuál es su siguiente ocurrencia, de qué magnitud y contra quién. México, Alemania, Australia, China, Yemen, los musulmanes y hasta el Papa Francisco han sido algunos de los objetivos de Trump y sus tuits, pero sobre todo de sus políticas. Sin embargo, aunque Trump encabece el gobierno estadounidense, tal vez deberíamos preocuparnos más por su principal estratega Stephen Bannon, a quien mucho consideran el poder detrás del poder o el verdadero mandatario.
Ha llamado mucho la atención –por lo decir lo menos- el poder que ha cobrado Bannon y la influencia que tendrá en la toma de decisiones, al darse a conocer que ocupará un cargo en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN). Esta modificación a la estructura del CSN, es decir otorgarle un lugar formal a un asesor, no tiene precedentes en la política estadounidense y es aún más polémica, toda vez que Trump le limitó la participación al Consejo, del Jefe del Estado Mayor Conjunto y del Director de Seguridad Nacional, a sólo algunas reuniones. El nombramiento ha generado duras críticas no sólo de medios como el New York Times, el Washington Post, Time, BBC o The Guardian, sino de parte importante de la clase política como los demócratas Nancy Pelosi, Bernie Sanders, Harry Reid y Robert Reich, e incluso de algunos republicanos como el senador John McCain.
Stephen Bannon –quien trabajara en Goldman & Sachs y que fundara la organización Government Accountability Institute (GAI) que investiga políticos en diversos temas- fue miembro fundador del sitio web Breitbart News, y su director desde 2012 hasta 2016, cuando dejó el cargo para convertirse en el jefe de la campaña presidencial de Donald Trump. Breitbart News Network es un sitio web creado en 2005 por Andrew Beitbart, con una agenda conservadora y pro israelí; sin embargo, al hacerse cargo Bannon de Bretibart –debido al fallecimiento de su fundador- el sitio web se volvió  radical, siendo ubicado hoy como de ultraderecha. De hecho el propio Stephen Bannon lo consideraba –y lo considera- la plataforma del Alt right. Alt right o Alternative right, es un movimiento de extrema derecha en los EEUU que promueve la supremacía blanca, el nacionalismo blanco, el antisemitismo, el populismo de derecha, la islamofobia y la oposición a la inmigración legal o ilegal. Esta radicalización de Breitbart permitió fuertes alianzas con organizaciones de ultraderecha en Europa, e incluso establecer una sede en Londres y otra en Jerusalem. Este éxito, y su papel en la cinematografía como productor, le otorgó el reconocimiento de el Leni Rifenstahl de la ultraderecha estadounidense.
Ahora Bannon parece estar empujando su agenda o la de Alt right desde la Casa Blanca, al suspender la Administración Trump el programa de refugiados sirios, bloquear el ingreso de personas de siete países de mayoría musulmana, preparar la expulsión de inmigrantes ilegales, presionar a diversas ciudades –llamadas santuario- para que colaboren con Washington en la detención y deportación de dichos migrantes o la nominación de Neil Gorsuch a la Suprema Corte. A esto habría que agregar la aparente intención de la Administración Trump de aislar políticamente al Papa Francisco –a quien Bannon acusa de socialista- o al menos presionarlo a través del cardenal estadounidense en el Vaticano, Raymond Burke.
Ya sea el Rifenstahl o Goebbels de la ultraderecha -aunque en dado caso creo que el comparativo es injusto para aquéllos, pues el símil sería con Karl Rove, Dick Cheney y/o Richard Perle en la Administración Bush- Stephen Bannon ha permitido darle prioridad o al menos articular la Agenda de la Alt right con la de Trump, en caso de que estas sean distintas, al menos en matiz. Algo similar sucedió con la Administración de George W. Bush y el Neoconservadurismo, cuando -gracias a los atentados del 11 de septiembre de 2001- individuos como Wolfowitz, Rumsfeld, Cheney o Perle lograron establecer la agenda neoconservadora en Washington. No obstante, a diferencia de aquel momento, Bannon –y otras personas cercanas a Trump como Kellyane Conway o Jared Kushner, unos de los monumentos al nepotismo trumpiano- no han necesitado de un evento traumático para impulsar su agenda, simplemente la han impuesto.
Esto lo que nos dice es que los tuits, las ocurrencias, iniciativas o las políticas de la Administración Trump, no sólo tienen más fondo de lo que podríamos haber pensado, sino que son parte de una agenda que proviene no de un empresario que cree que es CEO de la United States Company, sino de un grupo político bien establecido y con amplias relaciones en los medios de comunicación, las finanzas y los movimientos de ultraderecha como el Tea Party o el Ku Klux Klan. Afortunadamente, a diferencia de los neoconservadores, no tienen tanto posicionamiento en ámbitos como las universidades o la clase política tradicional, por lo que sin duda enfrentarán resistencia desde muchos frentes. Pero, desafortunadamente, la Alt right apuesta a la irracionalidad, a la sin razón, a las emociones, al miedo, al odio, lo que hace que tenga mucho apoyo en la población afectada por la clase política tradicional –ya sea demócrata o republicana- y sus promesas incumplidas y su corrupción, los sofismas y costos del libre comercio y la globalización. Escenario que, huelga decir, no sólo viven los Estados Unidos. El fantasma de la ultraderecha, aquí representado por Bannon y la Alt right, recorre mucho más que Europa.

lunes, septiembre 03, 2012

El Partido Republicano y la política de la enemistad, 2ª Parte

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


(Entre excepcionalismo, conservadurismo y sofismas)

La Convención Nacional Republicana concluyó el jueves 30 de agosto con la misma tesitura discursiva de los días anteriores; radicalismo conservador, excepcionalismo, elitismo disfrazado y/o hipócrita, falsa conciencia de clase (media) e intentos de la fórmula (Mitt) Romney/(Paul) Ryan –más bien fallidos- de mostrarse cercanos al estadounidense común, promedio, clasemediero. Por supuesto que sorpresa hubiera sido un cambio en la estrategia de comunicación, sin embargo, aunque las encuestas a posteriori arrojan a la fórmula Republicana ya arriba de la Demócrata entre 3 y 5 puntos, con lo que podría pensarse en el éxito de la Convención y sus objetivos electorales, quedaron patentes –una vez más- las debilidades del GOP (Grand Old Party, como es también conocido el Partido Republicano); siendo éstas, la poca conexión de Mitt Romney con el electorado, en este caso con la Convención; el distanciamiento entre fórmula y el electorado dado su elitismo; los falaces argumentos en muchos casos para criticar a la Administración Obama; y la dificultad para atraer a las minorías, dada la plataforma Romney/Ryan, y sus propias posturas políticas en temas como el aborto, la inmigración y derechos de la comunidad LGBTQ.

En los días previos los discursos más importantes habían estado a cargo de Ann Romney (esposa del candidato presidencial), Chris Christie (gobernador de New Jersey), Condoleeza Rice (otrora miembro del gabinete de G. W. Bush) y Paul Ryan (el candidato a la Vicepresidencia). Ellos habían ya definido el matiz discursivo de la Convención y de la Campaña, por lo que el cierre se esperaba apoteósico –más aún por los inconvenientes que había causado el huracán Isaac- y estaría a cargo de el Senador por Florida y miembro del Tea Party, Marco Rubio, un invitado sorpresa –Clint Eastwood- y Mitt Romney, con el reto de conectar con la audiencia tanto o más que su compañero de fórmula.

El Senador Marco Rubio –considerado hace tan sólo unas semanas como probable compañero de fórmula de Mitt Romney- acentuó en su discurso el excepcionalismo estadounidense al comentar el viaje de sus padres desde Cuba hacia los Estados Unidos y afirmando que “no habría límites hasta dónde podría llegar, porque era estadounidense”. Rubio acudió a conceptos como esperanza, grandeza, American dream y excepcional, tanto para atacar a la Administración Obama como para inspirar al electorado Republicano y conservador. Siendo un ejemplo de la Promesa de la Vida Americana –además de ser latino y a pesar de serlo- ya se percibe a Marco Rubio un miembro fundamental en el futuro del GOP. Al igual que otros oradores antes y después que él, Rubio reconoció a Obama como una buena persona, buen padre –hasta buen golfista; una crítica velada- pero un mal presidente, un mal líder, que además amenaza el Sueño americano con tantas leyes, normas, multas…con tanta intervención estatal.

Mitt Romney lejos estuvo del cierre apoteósico que el momento le exigía. Criticó a la Administración -sin atacar en lo personal a Obama, con lo que perseguía no hacerse de una mala imagen con algunas minorías- y trató de ubicar a la fórmula como la esperanza de la gloria y el sueño estadounidenses. Pero durante su largo discurso nunca conectó con la audiencia, se percibía a un orador muy distante emocionalmente, no inspiraba, no emocionaba, no manejaba a los delegados. Fue un reflejo de la dinámica y el sentir de la Convención; recordemos que Romney llegó a ella sin el apoyo necesario para ser el candidato del GOP. Ya en ella hubieron algunos altercados entre simpatizantes del ex Gobernador de Massachusetts y delegados que apoyaban a otros candidatos, como Ron Paul, y que afirmaban que Romney no podría vencer a Obama en noviembre. La falta de unidad se reflejó en el discurso de Romney; así como su falta de liderazgo, simpatía, empatía y oratoria.

El ex Gobernador Romney dio claras pistas de lo que sería su Administración al señalar, por ejemplo, que mientras Obama había prometido “disminuir el crecimiento de los océanos y curar el planeta”, él sólo le prometía a los estadounidenses “ayudarlos y a sus familias”; ¿significará eso, “sin importar el costo”? El parroquialismo norteamericano ha costado mucho, la satisfacción de la sociedad consumista estadounidense –como de todas aquellas que se componen de consumidores antes que de ciudadanos- y sus corporaciones ha impactado profundamente en el deterioro del Medio ambiente y generado conflictos alrededor del mundo; parece que una Administración Romney seguiría ese camino. No dejó lugar a dudas sobre su enfoque en política exterior cuando hizo mención a la necesidad de mayor fortaleza ante Rusia, China, Irán y Corea del Norte, así como un claro apoyo a Israel.

Romney siguió la línea crítica de oradores como el ex Gobernador de Florida, Jeb Bush –hermano de G. W. Bush- cuando lo llamaba a responsabilizarse del fracaso de su Administración y dejar de culpar a la anterior con respecto a la crisis financiera que vive el país –y buena parte del mundo- desde 2008; sin embargo una encuesta realizada por Washington Post-ABC News muestra que el 54% de los estadounidenses responsabilizan a la Administración Bush y el 32% a la de Obama. Por cierto, ¿alguien sabe por qué no fueron G. W. Bush o Dick Cheney a la Convención? ¿Y Sarah Palin? Es la primera vez que un ex candidato a la Vicepresidencia –haya perdido o ganado- no da un discurso en la Convención siguiente.

Es verdad, podría sostenerse que este argumento de la responsabilidad en la crisis es cuestión de enfoques, no obstante muchos otros han sido datos manipulados, verdades a medias o francas falacias; es decir, son sofismas que engranan los ataques contra Barack Obama, y no es que algunas de las críticas no carezcan de verdad, sino que la mayoría de los argumentos hacen ver al GOP y su fórmula como algo que no es. Tal es el caso de la crítica al recorte de Obama por 700 mdd al Medicare por parte de Paul Ryan; éste, olvidó mencionar que su proyecto presupuestal tenía un recorte muy similar, sólo que el Representante por Wisconsin dirigía parte de esos recursos a las aseguradoras y Obama a programas sociales.

En resumidas cuentas, la Convención Nacional Republicana deja al GOP y su fórmula Romney/Ryan con más preguntas que respuestas, y más dudas para los votantes; simpatizantes y no tanto. Paul Ryan es un buen orador y conecta con el público, pero Romney sigue distante Ambos son vistos como parte de una élite demasiado lejana de la cotidianidad como para entender al estadounidense promedio; sus esfuerzos por ser vistos como ejemplos del American dream, pueden ser contraproducentes, sobre todo porque es evidente su falsedad. ¿Alguien le habrá creído a Paul Ryan, cuando comentó que a diferencia de mucha gente durante esta Administración (Obama) él nunca vio su trabajo como lavaplatos y mesero, como algo más que sólo un escalón, una experiencia en su vida? Por supuesto que así lo vio, era un trabajo de verano de un joven universitario de familia acomodada. ¿Y cuando Ann Romney recordó los días en que ella y Mitt vivían en un sótano? Pero de qué está hablando; ella hija de un Alcalde y él de un Gobernador; ¿en un sótano? ¿mesa de latón? ¡Por favor!

La semana pasada -27 al 31 de agosto- fue la semana Republicana; con altas y bajas, tinos y desatinos, pudimos ver la estrategia de Romney/Ryan. Esta semana será la Demócrata, y también podremos observar las fortalezas y debilidades de la fórmula Obama/Biden, así como su estrategia defensiva y de contraataque. Pero a fin de cuentas las temas básicos serán economía –lo que podría favorecer a los Republicanos- programas sociales como Obamacare –la moneda en el aire- y la administración de las finanzas en los estados clave de Ohio, Virginia y Florida.

viernes, agosto 31, 2012

El Partido Republicano y la política de la enemistad, Iª Parte


(La ideología del viejo sur domina el moderno GOP)

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


Los Republicanos llegaron a su Convención Nacional con las encuestas indicando que Obama y Romney van empatados hacia la elección general de noviembre. En la Convención el GOP –Grand Old Party, como también se le conoce al Partido Republicano- las figuras del Partido tratan de mandar mensajes que fortalezcan al candidato y atraigan votos a su campaña. Hace cuatro años el GOP tuvo muchos problemas para obtener votos de la comunidad latina, de las mujeres y afroamericanos, por lo que se esperaba que para esta Convención los mensajes de sus figuras y líderes políticos estuvieran dirigidos a ellos, y en apariencia lo estuvieron, pero en el fondo tanto la Campaña de Romney/Ryan como dichos discursos dejaron claro el dominio ideológico del viejo sur. ¿Podrá el Partido Republicano mantener su radicalismo y aún así atraer a los sectores que lo abandonaron hace cuatro años?

Desde que Barack Obama obtuvo la candidatura demócrata para las elecciones de 2008, el GOP ha incrementado su hostilidad hacia las minorías, ha tomado posturas racistas (no sólo durante la campaña), se ha profundizado tanto su temor y desconfianza hacia el gobierno, como con respecto a la ciencia; la tradición conservadora del sur, en una de su expresiones más radicales, domina los valores del Republicanismo moderno. Los conservadores blancos cobran más importancia en el Partido y sus estrategias, mientras que en el país las mujeres, los latinos, afroamericanos y la comunidad LGBTQ –lésbico, gay, bisexual, transgénero y queer-  exigen más derechos, equidad e igualdad. El GOP necesita de ellos para ganar la elección de noviembre –a excepción de los últimos, y no porque no los necesite, sino porque claramente han señalado (Romney/Ryan) que el candidato de la comunidad LGBTQ es Barack Obama- la pregunta es cómo conjuntar ambas cosas; los intentos por hacerlo comenzarían en la Convención.

Ann Romney –esposa del candidato- y Chris Christie –Gobernador de New Jersey- fueron los oradores estelares del Martes 28. El objetivo de ambos era fortalecer la candidatura de Mitt Romney, revertir las críticas al candidato con respecto a su elitismo y su falta de simpatía, empatía y liderazgo, y comenzar a golpear la Administración del Presidente Obama. Ann Romney, mucho más que Christie, logró su cometido, pero sus referentes eran personales, es decir se ubicaba ella (no su esposo) como una estadounidense común hija de un minero, que a través del trabajo duro alcanzó el American dream –lo que también hizo Condoleeza Rice la noche del miércoles. La Convención Nacional Republicana, una vez más, ha mostrado en realidad discursos llenos de ideales y valores chauvinistas, raciales y profundamente conservadores. Mismos que se aprecian en su plataforma política, la cual habla de un muro a todo lo largo de la frontera con México sin importar el costo, de prohibir el aborto aún en casos en que la vida de la madre esté en peligro o de violación. Una plataforma que en política exterior habla de fuerza, unilateralidad y enemigos existenciales, amenazas al American way (China, Rusia, Irán, Cuba, Venezuela…).

La noche del miércoles giró en torno al discurso del compañero de fórmula de Mitt Romney, el Representante por Wisconsin Paul Ryan. Había una gran expectación por escuchar a Ryan, y ver qué tanto conectaba con la gente –tanto en la Convención como a través de las pantallas- así como conocer el tenor de sus ataques a la Administración Obama así como su capacidad para articular y comunicar dichas críticas. Ryan justificó su elección como compañero de fórmula, al dirigir buena parte de sus ataques en el ámbito económico, y particularmente el Obamacare; áreas que maneja muy bien el Representante de Wisconsin y ex Presidente del Comité de Presupuesto en la Cámara Baja. Ryan sí conectó con la gente y motivó a sus simpatizantes –de hecho, mucho más que el propio Romney- sin embargo sus ataques estuvieron llenos de manipulaciones, falsedades e inexactitudes.

Paul Ryan criticó los recortes presupuestales a Medicare del Presidente Obama, pero –evidentemente- no señaló que su propuesta presupuestal contenía recortes muy similares. Por otra parte, y en un estilo típicamente estadounidense, Ryan ejemplificó la mala administración de Obama con respecto al rescate de la economía, al mencionar una empresa automotriz de su natal Janesville que a pesar de las promesas de Obama ésta quebró dejando a cientos de trabajadores y sus familias sin sustento; lo que el candidato a la Vicepresidencia omitió, es que la Administración del Presidente Obama rescató dicha empresa, y sigue funcionando. Ryan también omitió que obstaculizó propuestas bipartidistas en los referente al Presupuesto y otros temas. El Representante por Wisconsin (de 42 años) se encargó de fortalecer la imagen de Barack Obama –y su Administración- como una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos por la debilidad de su política exterior, al modo de vida estadounidense por su política de planificación, límites, controles y multas (lo que identifican como socialismo) y al empresariado en su conjunto por el deseo de Obama castigar el éxito –haciendo alusión a las críticas dirigidas a Mitt Romney por parte de los Demócratas.

A fin de cuentas buenas y malas para los Republicanos y Paul Ryan; dio un discurso muy emotivo, encendió a la Convención –tal vez tanto como Condoleeza Rice- y sin duda motivó a muchos miembros del GOP que no estaban convencidos por la fórmula, pero no buscó llegar a las minorías –de quienes dependen ambos partidos- y se demostraron varias inconsistencias en su discurso –además de las mencionadas, faltó a la verdad cuando señaló que los tres estados con menor desempleo son gobernados por Republicanos- razón por la que se recordó a Sarah Palin y su accidentada campaña de 2008, luego de su gran papel en la Convención.


(En la segunda parte a entregar el lunes, se comentarán los discursos de Jeb Bush, Marco Rubio y Mitt Romney)