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viernes, noviembre 30, 2012

El reconocimiento como Estado observador no-miembro de Palestina en la ONU


Por Amando Basurto

Hace unas semanas escribí sobre el primer paso serio de diplomacia en Siria. El reconocimiento de beligerancia de la Coalición rebelde siria significó otorgar a quienes luchan contra el régimen de Bashar Al-Assad una legitimidad internacional que va acompañada con derechos pero también con obligaciones. El principio de racionalidad es muy simple: un grupo o comunidad–nacional o internacional– actúa con respecto al marco legal y político que se le presenta en cada ocasión; en este caso la Coalición rebelde siria puede seguir actuando fuera de todo marco jurídico y de responsabilidad política (comúnmente mal-llamada anárquicamente) o podía ser incluido en un marco en el que sea responsable de su actuar (incluyendo los abusos que se cometan).

El día de ayer se dio otro paso diplomático importante en la búsqueda de la resolución al conflicto entre Israel y el pueblo palestino. La Asamblea General (AG) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció el status de Estado observador no-miembro a Palestina. ¿Qué significa? En pocas palabras, que la Autoridad Palestina (un gobierno hasta ayer no reconocido internacionalmente como Estado) ahora es reconocida como un gobierno legítimo de un Estado legítimo que aún no es miembro del sistema de Naciones Unidas. De hecho, este reconocimiento allana el camino para presionar a que el Consejo de Seguridad reconozca finalmente su status de Estado miembro de pleno derecho.

En este caso, la Asamblea General de la ONU fue el escenario en el que la voluntad política de reconocer al Estado Palestina se expresó de manera contundente. 138 estados votaron a favor, mientras 41 se abstuvieron y solamente 9 votaron en contra. Es de destacarse que México (si “México” porque, aunque el nombre de nuestro país es Estados Unidos Mexicanos, así se lee en el personalizador de la delegación mexicana sin necesidad de cambiarle el nombre al país [nota para el presidente saliente]) votó a favor de la resolución. Pero aún más destacado es el hecho que sólo una de las superpotencias miembro del Consejo de Seguridad haya votado en contra: los Estados Unidos de América (junto con Israel, Canadá, Palau, Micronesia, la República Checa, Panamá, Nauru y las Islas Marshal). Esto pone mayor presión sobre el gobierno de Barack Obama al señalarlo como el único miembro del Consejo de que aún se reúsa a reconocer el status de Estado a Palestina.

La reelección del presidente Obama y el control de los demócratas sobre el Senado estadounidense le otorgan un mayor espacio de maniobra; sin embargo, no parecen estar listos para dar el siguiente paso en la resolución de este conflicto. No es de extrañar que la posición temerosa e indecisa que el gobierno estadounidense ha mostrado con respecto al conflicto en Siria se asemeje a su decisión de votar en contra el día de ayer. Y no es que los conflictos sean similares o que uno pretenda calificar con tabula rasa la política exterior del vecino del norte, sino de evidenciar que el gobierno estadounidense no ha sabido liderar a la comunidad internacional en la solución de los conflictos del “medio oriente.”

La resolución de ayer expresa claramente que la mayoría de los estados miembros de la ONU, al igual que el Secretario General, consideran que es necesaria la formación de dos estados independientes para resolver el conflicto israelí-palestino. También deja en claro que la solución del conflicto no pasa por ni termina en la formación de dos estados, sino que comienza con el reconocimiento del estado palestino para que, en igualdad de condiciones y responsabilidades jurídicas, éste pueda llevar a buen término las negociaciones necesarias. El principio de racionalidad en el reconocimiento de la Coalición rebelde siria no es muy distinto en el caso del reconocimiento de Palestina como Estado: mientras que Palestina no sea un Estado reconocido, su responsabilidad internacional será muy limitada. Paradójicamente, si el gobierno israelí quiere asegurar que la autoridad palestina sea sujeta a responsabilidad internacional, tiene que aceptar primero la formación de un estado con el poder institucional necesario para hacerlo. Así como la guerra es un fenómeno entre Estados, la paz sólo es posible entre Estados con autoridad e igualdad de circunstancia jurídica. Las negociaciones de paz seguirán estando condenadas al fracaso mientras sean realizadas entre un estado y el “brazo político” de “un grupo terrorista.” Es por ello que es un asunto de interés nacional para Israel reconocer al estado palestino; pero también sido un asunto de interés nacional el mantener a los palestinos sin una estructura política estable que les garantice derechos.

La reacción del gobierno israelí a la resolución de la Asamblea General ha sido de completa descalificación. A corto plazo, el conflicto parece no tener solución y requerirá mayor presión internacional sobre el gobierno de Israel. Por su parte, los estadounidenses deben detener los chantajes políticos de un lado y poner las cartas claras sobre la mesa, liderando de nuevo un proceso de paz que los involucra directamente por la enorme asistencia financiera y militar que le han otorgado al gobierno de Israel. El gobierno mexicano, por su lado, tomó la decisión adecuada y votó con enorme sentido de diplomacia y estrategia. Eso siempre hay que reconocerlo.

miércoles, noviembre 14, 2012

El primer paso serio de diplomacia en Siria

Por Amando Basurto –

El presidente de Francia –François Hollande– anunció formalmente el día de ayer que su gobierno reconoce y promete asistencia al grupo rebelde que ha puesto en jaque al gobierno de Siria por alrededor de 20 meses. Después de muchos esfuerzos por parte de los rebeldes, el gobierno francés es el primer occidental en declarar abierta y formalmente su apoyo diplomático (y probablemente después con armamento). El primer gran paso lo tuvieron que dar los diversos grupos rebeldes al negociar con el Consejo de Cooperación del Golfo y conformar una sola fuerza político-militar. Desde el domingo el grupo rebelde se denomina “Coalición Nacional de las Fuerzas Revolucionarias y de Oposición Sirias,” y está formalmente dirigido por Ahmed Moaz al-Khatib.

Khatib es un geólogo Sunita que también ha sido imam (clérigo musulmán, líder de oración) de la Mezquita Umayyad en Damasco y profesor de Sharia (ley islámica). Como un opositor histórico del régimen Assad, Khatib ha promovido por años reformar el sistema político sirio para convertir a éste en un país plural y democrático. Tras su último periodo en prisión, el ahora líder formal de la Coalición se refugió en Egipto el pasado mes de julio. Su perfil de Sunita educado y moderado le otorga una posición estratégica en la consecución de los objetivos diplomáticos de la Coalición que por ahora se concentran en el reconocimiento.

Como ya había apuntado en un artículo publicado aquí el 16 de febrero pasado, reconocer el status de beligerancia de los grupos rebeldes sirios es, y desde el principio ha sido, la opción más razonable y coherente para auxiliar en aquel conflicto civil. Reconocer diplomáticamente la beligerancia de la Coalición significa que otros Estados y Organismos Internacionales le reconocen garantías internacionales pero también le asignan responsabilidad político-internacional sobre el conflicto y su solución. Los rebeldes, de esta manera, se vuelven sujetos de crédito y podrían convertirse en sujetos de asistencia militar. Esto implica otorgar espacio jurídico-político al grupo rebelde y delimitar el reconocimiento general de la soberanía del Estado Sirio.

El gobierno estadounidense también reconoció a la Coalición pero lo hizo de manera sigilosa y hasta timorata. Parece ser que la inteligencia estadounidense no ha dado del todo el visto bueno a la capacidad de Khatib de ordenar las fuerzas rebeldes en su totalidad y de garantizar que la Coalición no albergará extremistas o miembros de al-Qaeda. Los gobiernos británico y alemán, hasta el momento, siguen viendo a los toros desde detrás de la barrera, prometiendo apoyar los esfuerzos de pacificación del Consejo de Cooperación del Golfo. Por otro lado, los gobiernos ruso y chino (quienes han usado su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU) deberán repensar su posición, porque mantener el apoyo irrestricto al gobierno de Assad ya no es una alternativa viable. A ningún país le conviene convertir el conflicto Sirio en un conflicto indirecto (proxy war) entre grandes potencias. También es prioritario evitar que el conflicto se regionalice, lo que implica no sólo que el gobierno turco debe mantener la cordura y no caer en provocaciones sino mantener a Israel lejos de intervenir en el conflicto.

El reconocimiento francés a la Coalición rebelde indica que la Unión Europea, en medio de su crisis financiera, no tiene una política exterior consistente y unísona. Sin embargo, el mismo reconocimiento también confirma la consistencia de una política del Estado francés de recuperar su carácter de actor internacional con iniciativa; no olvidemos que fue a iniciativa de Nicolás Sarkozy (y tras recibir éste en París a miembros del Consejo Nacional Libio de Transición) que las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte asistieron a los rebeldes libios para derrocar al gobierno de Muamar el Gadafi.