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miércoles, septiembre 28, 2016

El detalle está en los pormenores del debate

Por Amando Basurto–

Y llovieron los comentarios tras el debate entre los candidatos presidenciales Donald Trump y Hillary R. Clinton. La mayoría se concentró en juzgar quién ganó, cómo el debate cambiaba las condiciones de la carrera electoral, si el valor del peso mexicano respondió como se esperaba, si alguno o los dos candidatos tienen talante y aplomo presidencial, etcétera. Especial atención se puso, en México, al hecho que el primer país que Trump mencionó en el debate –casi inmediatamente– fue precisamente el nuestro. Y es cierto, es importante tener una idea del posible impacto político del debate (aunque en verdad se exagera cuando se cree que los debates influyen relevantemente en las preferencias) en relación no sólo con proceso electoral sino, también, con el futuro de la política exterior estadounidense.

Es en los detalles del discurso de los candidatos que encontramos señales sobre lo interesante o lo insensato de sus proyectos. Aquí les presento una lista de tres detalles del debate llevado acabo el pasado lunes que pueden ver de nuevo aquí:

1. Donald Trump indicó que va a repatriar (o evitar la fuga) de compañías a travez de imponer un arancel que haga muy costoso producir fuera de los Estados Unidos e introducir dichos productos en el mercado estadounidense. Hay quienes han calificado esta política como “proteccionista”, pero no lo es en estricto sentido. Repatriar una compañía o todo un sector industrial a travez del uso punitivo de aranceles no significa protegerles sino obligarles, no es pues una propuesta proteccionista sino disciplinario-mercantilista. Ya que el objetivo no es proteger a un sector productivo sino obligar a producir dentro del territorio estadounidense (posiblemente con mano de obra estadounidense) sería necesario asegurarse de que esta opción implique costos de producción menores al costo que representa el pago del arancel y por lo tanto una muy poco probable reducción del precio de mano de obra en los Estados Unidos. El plan de Trump podría difícilmente crear empleos, y si lo hace serían mal pagados y de mala calidad muy probablemente. Cabe señalar que el candidato republicano es muy claro en su propuesta “we have to stop them [las compañías] from leaving”; es decir, su proyecto pretende alinear al sector privado (por lo menos una parte) bajo un a política pública de repatriación industrial. No han a estar felices muchos empresarios.

2. Hillary Clinton camina sobre una línea muy delgada cuando se refiere al problema de racismo en los Estados Unidos y su expresión en abuso policiaco que sistemáticamente sufren las comunidades afroamericanas e hispanas en buena parte del país. ¿Cómo hablar de los efectos judiciales del racismo sin que los cuerpos policiacos y sistemas judiciales locales se sientan atacados? ¿cómo referirse y proponer soluciones al racismo sin atender los problemas de exclusión social y económica estructurales? Este no es un tema de simple “ley y orden”, como supone Donald Trump, sino un tema de justicia en el más amplio sentido de la palabra; es decir, de compaginar la aplicación de la ley con un completo respeto a los derechos civiles de los ciudadanos. Trump tiene razón, sin embargo, cuando afirma que el partido demócrata ha defraudado históricamente a las comunidades afroamericana e hispana al no impulsar políticas que realmente reduzcan los diferenciales de bienestar o permitan la regularización de migrantes sin documentos sin antecedentes penales, así que Clinton requiere volver a ganar la confianza de ambas para movilizarlas electoralmente.

3. Es obvio que Donald Trump confunde su “éxito” empresarial con tener las cualidades para conducir la economía y política exterior estadounidense; como si fuese igual dirigir una o varias empresas y presidir un país (en México ya sufrimos los efectos devastadores cuando un presidente de la CocaCola fue electo como presidente de la república). Esta confusión es lo que lleva a Trump a pensar que los acuerdos bilaterales y regionales de defensa mutua se pueden transformar en simples contratos de prestación de servicios militares, ¿cómo? pues simplemente haciendo saber a los aliados históricos de los Estados Unidos que la defensa mutua sólo será posible si pagan por los “tremendos servicios” (Trump dixit) que reciben o se tendrán que defender ellos mismos (volviendo ahora si de facto a las fuerzas armadas estadounidenses en mercenarios). Esto es, pues, otra expresión del mercantilismo-punitivo militar que Trump dice planea usar como estrategia de política exterior. La postura de Trump termina siendo congruente: si para no pagarle a personas que han prestado sus servicios para sus compañías Trump ha “taken advantage of the laws of the nation”, cree que puede hacer lo mismo con respecto a los servicios prestados a estados militarmente aliados al sacar provecho del derecho internacional transgrediendo el principio pacta sunt servanda (los acuerdos deben ser cumplidos) que es fundamental para la gobernabilidad construida en el último siglo.


- Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y. y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto

jueves, agosto 04, 2016

Hillary Clinton y Donald Trump, a 96 días de la elección.

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


¿Pánico en el Partido Republicano?

Luego de las turbulentas convenciones del Partido Republicano y el Demócrata –en Cleveland y Filadelfia, respectivamente- está definida (todo parece indicar) la carrera presidencial que terminará en noviembre entre el millonario Donald Trump y la ex Senadora y otrora Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Trump se impuso sorpresivamente a candidatos que contaban tanto con experiencia política, como con el respaldo de la clase política republicana y a jóvenes promesas del Partido; tal fue el caso de Jeb Bush, Rick Perry, Chris Christie, Marco Rubio o Ted Cruz, entre otros. Clinton por su parte, logró vencer con más dificultades de las previstas a un Bernie Sanders, quien si bien no obtuvo la nominación, sí pudo influir en la definición de la plataforma del Partido, dada la gran cantidad de delegados y respaldo popular; ahora, la candidata no está obligada a apegarse a la plataforma, pero deberá al menos seguir los ejes del programa de Sanders, si quiere contar con el apoyo de sus simpatizantes. Pero, ¿cómo inician la carrera ambos candidatos? ¿Qué perspectiva tienen?
El proceso demócrata para definir a su candidato, culminó en medio de escándalos tanto del Partido mismo como de la entonces pre candidata Hillary Clinton; escándalos que incluso hicieron necesaria una investigación del FBI por el manejo irresponsable de información clasificada vía correo electrónico desde la Secretaría de Estado. A fin de cuentas fue exonerada, permitiéndole así seguir en la búsqueda de la nominación; lo que pareció más una decisión política que judicial. Clinton también enfrentaba –y enfrentará durante la campaña presidencial- cuestionamientos con respecto a su responsabilidad en el ataque al consulado estadounidense en Bengasi (Libia). Por último, el Partido Demócrata sufrió unas horas antes del inicio de su Convención un ataque cibernético, mediante el cual se filtraron cientos de correos electrónicos en los que se mencionaba la estrategia del establishment demócrata para asegurar la candidatura de la ex senadora. Estos problemas sin duda representan una dificultad para la campaña de Clinton, principalmente Bengasi y los e-mails, sin embargo el buen posicionamiento en estados clave, la maquinaria electoral demócrata y la superioridad en el financiamiento (a fines de julio Clinton ha reaudado cuatro veces más que Trump, según la Federal Election Comission) presentan una muy halagüeña perspectiva a Hillary Clinton.  A esto habría que agregar los desatinos en la campaña de Donald Trump.
La estrategia de Trump o su personalidad -ya a estas alturas no está claro qué domina la campaña- se ha caracterizado por ser altisonante, burda, absurda y confusamente anti minorías. Gracias a esto ganó la nominación republicana, pues le habla a aquellos que no se sienten representados por los candidatos tradicionales del Partido Republicano o Grand Old Party (GOP), a aquellos trabajadores afectados por la Globalización; una especie de Barack Obama de la derecha. Obama le hablaba a los liberales que querían más reformas, más cambios, más gobierno, más democracia y menos capitalismo salvaje, liderazgo y no hegemonía; Trump, le habla a quienes buscan mano dura en seguridad, en migración, en política internacional, menos gobierno y más Mercado. Pero esta exitosa estrategia –demos el beneficio de la duda- está mostrando muy temprano en el día su falibilidad en la elección general.
Trump se ha alejado claramente de las minorías –sin duda un muy bajo porcentaje de mujeres, latinos, musulmanes o negros votarán por él, si es que alguno lo hace- y con ello de muchos electores independientes, pero también lo ha hecho de su propio partido; y eso se acrecienta día con día. A sólo semanas de haber aceptado la candidatura, Donald Trump entró en un desafortunado debate con el padre del capitán Humayun Kahn, muerto en servicio en Irak; con Paul Ryan (Speaker of the House) y con el senador John McCain, al no apoyarlos en su reelección para sus respectivas cámaras; y con la Comisión para los Debates Presidenciales (Comission for Presidential Debates, CPD), por programar convenientemente para Hillary Clinton –afirma Trump- dos de los tres debates presidenciales coincidiendo con juegos de la NFL; sin embargo, el calendario de debates se hizo público el 23 de septiembre de 2015. Esto sin mencionar la exigencia de que haga públicos sus declaraciones al Internal Revenue Service (ISR); tema por demás delicado, al parecer.
Los desatinos (al menos) semanales de Trump han provocado que su jefe de campaña, Paul Manafort, exprese su frustración con respecto a la falta de disciplina del candidato; que cada vez más miembros de la clase política republicana declaren que votarán por Clinton o al menos no lo harán por su partido; que su compañero de fórmula, Mike Pence, lo contradiga abiertamente con respecto al apoyo a Ryan y McCain; y que los sondeos en estados clave como Pensilvania, Virginia, North Carolina, Nevada, Colorado o Florida, se vayan decantando por la candidata demócrata. Esto es mortal para la campaña de Trump, pues no sólo los demócratas tienen virtual ventaja en el Colegio electoral (202 votos contra 154) sino que hasta fines de julio Clinton cuenta con 84 millones de dólares, frente a los 22 de Trump. A este respecto vale la pena mencionar que el millonario neoyorkino podría optar por financiamiento federal –que asciende a 96 mdd- con lo que alcanzaría a Clinton, pero tendría que renunciar al financiamiento privado; no obstante, el perfil anti gobierno federal de Trump, hace prácticamente nula esa posibilidad.
Ante tal escenario el Partido Republicano podría asumir una escandalosa derrota en la elección presidencial pero proteger el Congreso –que parece ser la opción elegida- apoyar a un candidato que no les simpatiza y que podría traer altos costos, o aplicar el artículo 9 de la Comisión Nacional Republicana y cambiar al candidato. Esto no ha sucedido, pero ya que el artículo establece esa posibilidad en caso de “muerte, renuncia o cualquier otra cosa”, se abre esa alternativa. La pregunta es ¿hasta dónde llegará el pánico del Partido Republicano? Una cosa es cierta, con las semanas se incrementa.

miércoles, mayo 11, 2016

El camino a la Casa Blanca: cuesta arriba e incomodidad para el GOP.


Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley

El escenario de una Convención disputada o abierta prácticamente ha desaparecido, con lo que se confirmaría la contienda entre Hillary Clinton y Donald Trump por la presidencia de los Estados Unidos de América. La elección tendrá lugar el segundo martes de noviembre –en esta ocasión martes 8- y aunque todavía falta que los candidatos acepten la nominación en sus respectivas convenciones, veremos de aquí hasta ese momento una gran cantidad de encuestas y proyecciones que de una u otra manera nos mostrarán parte del escenario electoral, principalmente en estados que podrían decidir quién ocupará la Casa Blanca en los próximos cuatro u ocho años. En este artículo presentaré la situación que parecen enfrentar ambos partidos, partiendo de la pregunta ¿podrá Donald Trump repetir la sorpresa y convertirse en el 45º presidente de los EEUU?
Aunque en un principio la élite política del Partido Republicano –el establishment Republicano- no consideró posible que Donald Trump fuese el eventual candidato del Grand Old Party (GOP) –como se conoce a dicho Partido- conforme la candidatura del empresario neoyorkino cobró fuerza,  aquella intentó evitar que se convirtiera en su abanderado. No obstante, el apoyo a John Ellis “Jeb” Bush, posteriormente a Marco Rubio y finalmente a Ted Cruz –quien inclusive trató de ganar delegados al nombrar a la otrora empresaria y precandidata Carly Fiorina como compañera de fórmula-  fueron infructuosos y probablemente ayudaron a la victorias de Trump en Florida, Indiana o Texas, en algún sentido. Es decir, Donald Trump está a punto de ser el candidato Republicano a la presidencia a pesar (o tal vez gracias) al establishment del GOP; habrá que ver cómo pesará esto en la elección general de noviembre.
De acuerdo al sistema electoral de los EEUU un candidato o candidata, necesita 270 votos del Colegio electoral para ganar la Presidencia, por lo que esa es la cantidad que se debe buscar en las sumas y restas de los votos del Colegio electoral que representa cada estado de la Unión. Toda vez que quien gana un estado se lleva todos los votos –a excepción de  Nebraska y Maine que pueden dividirlos, pero aportan muy pocos votos del Colegio electoral; 5 y 4, respectivamente- y que las ciudades más pobladas pueden decidir la elección, hay que poner atención en la distribución poblacional y sus características, lo que –dicho sea de paso- ha modificado el mapa electoral. Es decir, la población blanca tradicional (White Anglo Saxon and Protestant, WASP) ya no decide por sí sola cada vez más estados, y son las minorías las que lo están haciendo; mujeres, negros, latinos y homosexuales, principalmente, son grupos de ciudadanos que deben ser más tomados en cuenta como parte fundamental del crisol estadounidense, no sólo en el discurso, sino en las políticas públicas, en el ideario político. He aquí la clave de la cuesta arriba Republicana.
Le elección de 2012 alejó claramente a los Republicanos de las minorías; en aquella Obama obtuvo 332 votos del Colegio electoral contra apenas 206 de Mitt Romney. Pero más aún, confirmó la tendencia Demócrata al alza y la baja Republicana. Si comparamos el mapa electoral de 2004 (GW Bush vs JF Kerry) con el de 2012 (BH Obama vs WM Romney), los Demócratas han ganado en 2008 y 2012 los estados de Florida, Colorado, New Mexico, Ohio, Virginia, Nevada y Iowa, es decir 88 votos del Colegio electoral; eso explica la victoria en 2008 por 365 contra 173 y la ya mencionada en 2012 (332 versus 206), pero también es un indicador importante para esta elección, pues muestra una tendencia.
Donald Trump retó al establishment Republicano y ganó, lo que alimenta su afirmación con respecto a que puede ganar aún sin los Republicanos –refiriéndose a la élite del Partido- el problema para Trump es que si los Demócratas ganan los 19 estados que han ganado en las últimas 6 elecciones más Florida y Washington D. C., Hillary Clinton sería la 45ª presidenta de los EEUU al sumar 271 votos del Colegio electoral; y eso en una perspectiva en cierto modo conservadora, ya que algunas proyecciones dan a Clinton un resultado favorable de 337 contra 201 de Trump. Esta es una de las razones por las que la campaña de Trump y algunas casas encuestadoras, como Quinnipiac University, intentan manipular al electorado amañando algunos resultados en las encuestas. Por ejemplo, el día de hoy -10 de mayo- Donald Trump celebró en redes sociales el hecho de que un estudio de la mencionada Universidad lo ubica por delante de Hillary Clinton en un estado importante, representativo (cuestionable) y no definido, como es Ohio, sin embargo, este estado tiene un 79% de población blanca votante y el estudio se realizó con un 83%, cosa no menor toda vez que la diferencia entre el Republicano y la Demócrata es precisamente de 4%.
Un estado clave en las aspiraciones presidenciales y que ha sido muy peleado es Florida. Muchos podrían pensar que dado que dos de los principales contendientes por la candidatura Republicana pertenecen políticamente a dicho estado –Marco Rubio y Jeb Bush- los 29 votos que otorga Florida irían a la columna de Trump, pero los Demócratas han ganado las dos últimas elecciones ahí. En 2000 GW Bush ganó el estado por 537 votos, pero Obama lo hizo por poco más de 100 mil en 2008 y por cerca de 74 mil en 2012; y lo que es más, Clinton aventaja a Trump por 7% de acuerdo al promedio de Election Projection, según distintas encuestadoras en un reporte actualizado el día de hoy (mayo 10).
Si vemos el escenario desde la perspectiva Republicana la situación es peor, pues aún ganando los estados que tradicionalmente obtiene o que ha ganado en las últimas seis elecciones, el GOP contaría con 102 votos electorales, es decir que aún debería buscar 168 más. Cierto, es muy probable que gane 9 estados más que significarían 117 votos del Colegio electoral y podría pelear Colorado y Florida, que los llevaría a 255, pero aún así quedaría corto por 15 votos. La pregunta no es sólo de dónde sacaría esos votos, sino si alcanzará los votos necesarios para estar en la pelea, y es que la apuesta Republicana en las últimas dos elecciones ha sido por el voto blanco, alejándose de las minorías; estrategia que no sólo está repitiendo Donald Trump, sino que está yendo más allá al afirmar que podría ganar sin el establishment Republicano.
En cierta forma Donald Trump es la expresión de Obama en el GOP, es decir, Barack Obama tuvo un gran apoyo del electorado por ser un outsider, es decir, un político ajeno (hasta cierto punto) a la clase política tradicional, al establishment Demócrata. Por eso Trump ha tendido tanto apoyo en estados como Indiana o incluso Florida, pero Obama contaba con las minorías y eso decidió el proceso electoral; lección –al parecer- aprendida por el Partido Republicano al contar con candidatos como Carly Fiorina, Ben Carson, Ted Cruz o Marco Rubio, pero el candidato será Donald Trump. La carrera por la Casa Blanca está definida y al momento, es cuesta arriba para el Grand Old Party y su incómodo candidato.

jueves, abril 07, 2016

Se asoma una Convención abierta en el Partido Republicano


Las elecciones primarias del Partido Republicano el pasado martes 5 de abril en Wisconsin, no sólo dieron 36 delegados a la candidatura de Ted Cruz -con lo que se acerca a Donald Trump- sino que abre aún más la posibilidad de que los republicanos lleguen a su Convención Nacional en Cleveland (Ohio) a fines de julio sin un candidato definido. Es decir, ninguno de los actuales candidatos –Donald Trump, Ted Cruz o John Kasich- alcanzaría los 1,237 delegados necesarios para asegurar la candidatura de su partido, al finalizar las elecciones primarias o caucus el 7 de junio. En consecuencia el Grand Old Party (GOP), como se le conoce al Partido Republicano, tendría que definir a su candidato presidencial durante la Convención en una serie de elecciones que podrían cambiar completamente el panorama.
Tanto el Partido Demócrata como el Republicano tienen procesos internos para elegir al candidato presidencial en las elecciones generales de noviembre; estos son las elecciones primarias y caucus que se llevan a cabo en todos los estados de la Unión. Si un candidato alcanza el 50% + 1 del total de delegados –en esta ocasión 1,273 para el Partido Republicano- dicho candidato se convierte en el candidato del Partido, lo que se formalizará en la Convención Nacional. En este momento en el proceso del GOP,  Trump sigue al frente de la carrera por la suma de delegados con 743 frente a los 517 de Cruz y apenas 143 de Kasich, quedando en juego 775. Estas cifras evidentemente descartan a Kasich, obligan a Cruz a ganar 720 de los 775 en juego y a que Trump obtenga 494; aunque es más probable que éste lo logre, en realidad es difícil que los obtenga, considerando algunos de los estados en juego. Algunas proyecciones le otorgan a Donald Trump una cantidad final de delegados de 1,182 con lo que se quedaría corto por 55 delegados; no obstante, esto suponiendo que gane la mitad de los delegados en California, lo que estaría por verse. Pero ¿qué pasaría entonces?
De concretarse este escenario, el GOP enfrentaría la misma situación que se presentó en la Convención disputada de 1976 o la abierta 1948. En 1976 el Presidente Jerry Ford y el gobernador Ronald Reagan llegaron a la Convención de Kansas City para definir al candidato del Partido Republicano. Aunque Ford estaba al frente en la suma de delegados (1,130 versus 1,030 de Reagan) estuvo muy cerca de perder la nominación debido a estrategias de la Campaña de Reagan, como gritar We want Regan! en el lobby de la Convención, cabildeo con diversas delegaciones estatales o el intento de cambio de reglas para la nominación, obligando al candidato a que designara o revelara a su compañero de fórmula. A fin de cuentas y al no haber un nominado decidido antes de la Convención, se tuvo que llevar a cabo una elección entre los candidatos vigentes (Ford-Reagan); en ella hay delegados comprometidos con cada candidato, por lo que la pelea es por los candidatos no comprometidos. En la elección el Presidente Ford obtuvo los votos necesarios para ganar la nominación y se convirtió en el candidato Republicano; a esto se le denomina Convención disputada.
En la Convención de 1948 la situación fue aún más complicada, ya que llegaron a ella 3 candidatos: Thomas Dewey, Howard Taft y Harold Stassen. Al no haber alcanzado ningún candidato el número necesario de delegados para obtener la nominación, se llevó a cabo una elección, pero a diferencia del caso mencionado, ninguno obtuvo los delegados requeridos. Esta situación cambia importantemente el escenario, ya que a partir de este momento los delegados ya no están comprometidos con ningún candidato, y se realizarán cuantas elecciones sean necesarias hasta definir a un candidato. Pero además ya en la segunda vuelta, los delegados pueden proponer a un candidato que ya no esté en la contienda o que no haya estado; a esto se denomina  Convención abierta. En el caso de la Convención del ’48 no hubo propuestas de los delegados y Dewey obtuvo la nominación después de la segunda elección, no porque hubiese obtenido los delegados, sino por la concesión de Taft, antes de la tercera vuelta. No obstante, si la situación se presenta en la Convención de Cleveland, los delegados podrían proponer a Marco Rubio o a Paul Ryan, por mencionar algunos. Cabe mencionar que el senador por Florida Marco Rubio, ha expresado su deseo e intención de que los delegados con los que contaba hasta el momento de su retiro de la contiendo, permanezcan en su candidatura.
Por último, vale la pena mencionar al Comité de Reglas de la Convención Nacional Republicana y su probable impacto en la nominación. Una semana antes de la Convención, se reúne un Comité conformado por 112 delegados electos en Convenciones estatales, a fin de definir las reglas de la Convención e incluso establecer reglas que favorezcan o perjudiquen alguna candidatura. Dichas reglas pueden aplicar sólo por esa Convención y también pueden anular reglas establecidas en anteriores Convenciones. Ejemplo de ello es la Convención de ’76, cuando la Campaña de Ronald Reagan intentó establecer una regla –ya durante la Convención- para que el nominado estuviera obligado a nombrar a su compañero de fórmula, o la Convención de 2008, cuando se estableció que el nominado debía ser capaz de probar el apoyo plural de delegados en al menos 5 elecciones o caucus estatales. Esto permitiría favorecer, debilitar o imposibilitar alguna candidatura.
Debido a esta posibilidad, ahora más que nunca será muy interesante dar seguimiento a las próximas primarias en EEUU, principalmente el 19 de abril en New York y el 7 de junio en California, en donde se repartirán 95 y 172 delegados, respectivamente. El camino de Donald Trump hacia la nominación es más sinuoso de lo que se esperaba hace algunas semanas, y aunque Ted Cruz mantiene viva la esperanza de ser el primer latino como candidato a la presidencia de los Estados Unidos y el establishment republicano ahora puede ver una posibilidad para evitar la candidatura de Trump, el escenario es aún adverso.

martes, marzo 01, 2016

Apuntes para el Súper Martes de elecciones primarias en los EE.UU.

Por Amando Basurto –

Múltiples focos rojos se encendieron durante la última semana desde que Donald Trump ganara los caucuses de Nevada con un 46% del voto, por lo que su candidatura pareciera imparable ahora que es favorito a ganar en la mayoría de los 13 estados que van a elecciones primarias el día de hoy. Los miembros del status quo republicano ven su influencia cada vez más reducida, como aplastada entre el paralizante tea party y el energéticamente movilizador Donald Trump. ¿Qué, Donald no es lo suficientemente conservador para ser el candidato republicano? Posiblemente no, pero ese no es el problema. Ahora, propios y extraños, reconocen a Trump como una bala suelta, es decir, como un inexperto egomaniático populista (lo cual definitivamente no es peligroso) con posibilidades de ganar la candidatura republicana y la presidencia estadounidense acompañado de una mayoría republicana en ambas cámaras del congreso (lo cual sería verdaderamente alarmante). Las elecciones del día de hoy son fundamentales tanto para las aspiraciones de Trump como para las esperanzas del establishment republicano de detenerlo en el intento. Las peores noticias para los republicanos en general es que Ted Cruz y Marco Rubio no parecen, ni de lejos, caballos ganadores. Si Trump obtiene una ventaja muy importante el día de hoy muy probablemente veremos al partido republicano hacer uso de medidas extra-electorales para deshacerse de él.

En el caso del Partido Demócrata, este martes se llevarán a cabo elecciones primarias en 11 estados de la unión (y el territorio de Samoa).  De este lado del ring también los dados están fuertemente cargados a favor de Hillary Clinton, quien se prevé ganará la mayoría de las contiendas asegurando una ventaja casi insuperable de camino a la convención nacional del partido. En este caso los focos encendidos después de las elecciones en Carolina del Sur del sábado pasado son azules, muy azules, ya que calmaron la ansiedad del establishment demócrata porque las probabilidades de que Bernie Sanders gane la candidatura al parecer se verán drásticamente reducidas esta misma noche. Y no es que Bernie Sanders sea una bala perdida, ni mucho menos un ególatra populista, sino que el oficialismo demócrata considera que la radicalidad de su “revolución política” aliena a una fracción importante de demócratas “conservadores y moderados” que son fundamentales para mantener el control de la Casa Blanca. Si, de la Casa Blanca porque será muy difícil que tanto Clinton como Sanders generen tal tracción electoral que les lleve a ganar la presidencia y, además, impulsar la elección de una mayoría demócrata en el congreso. Y es precisamente por eso que, a pesar de su “radicalidad”, Sanders no es considerado un “peligro”: su presidencia muy probablemente tendría que sobrellevar el peso de una paralizante mayoría legislativa republicana y, por lo tanto, sería casi inoperante desde el día uno.

Aún con este panorama, y con los oficialismos partidistas encima, no se puede descartar completamente una contienda entre Donald Trump y Bernie Sanders por la presidencia estadounidense. Si ésta sucediera, ya lo ha advertido, el magnate Michael Bloomberg planea lanzar una campaña independiente que, irónicamente, aumentaría las probabilidades de que Sanders ganase las elecciones; parecido a lo acontecido en la elección presidencial de 1912, la candidatura “progresista” de Theodore Roosevelt dividió el voto republicano (siendo William H. Taft el candidato formal), lo que abrió la puerta al triunfo de Woodrow Wilson. La ironía no reside en que Sanders, como Wilson, ganase las elecciones por una fractura entre los republicanos, sino que la elecciones las ganase un “socialista” cuando en aquella elección de 1912 Eugene Debs perdió obteniendo casi un millón de votos (la mayor cantidad que conseguiría el Partido Socialista de América) pero sin poder ganar los votos electorales de un solo estado.


- Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y.y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto

jueves, octubre 03, 2013

Algunas pistas sobre el cierre parcial del gobierno en EEUU

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


Ya para este momento –primeras horas del 1º de octubre- estaremos ante el primer cierre parcial del gobierno estadounidense desde 1996, a causa del estancamiento en el Congreso para definir el Presupuesto para el año 2014; tras varias semanas de estancamiento en el debate entre Republicanos y Demócratas en ambas Cámaras, ya varias agencias gubernamentales preparan planes de contingencia, es decir ausencias obligatorias o suspensiones indefinidas, en el sentido amplio de la palabra. Por ello esta nota dará algunas pistas para entender por qué se presenta el cierre parcial del gobierno y qué implica esto, así como el conflicto político detrás del Shutdown, como se le llama en EEUU. El Partido Republicano ha condicionado enmiendas a la ley de Obama, a cambio de aprobar el Presupuesto, no sin algunos cambios, e incluso de una negociación sobre el techo del endeudamiento. ¿Por qué se busca acercamiento con Siria y Rusia, y de hecho se les hacen concesiones, pero no hay acercamiento alguno con los Republicanos? es una retórica pregunta que ha circulado por algunos influyentes medios de comunicación, refiriéndose al Presidente Obama y su Administración.

Como es sabido, cada año el Congreso debe aprobar el Presupuesto para financiar al gobierno el año siguiente, pero existe una fecha límite para ello, en esta ocasión es hoy -1º de octubre- y el Congreso no ha podido llegar a un acuerdo, con lo que no habría liquidez para solventar los gastos del gobierno. La falta de acuerdo tiene diversas aristas, por un lado la negativa de los Republicanos a elevar el techo del endeudamiento –mismo que ahora asciende a 16,7 mil mdd- y por su parte los Demócratas rechazan reducir gastos en programas sociales, principalmente. Sin embargo, la manzana de la discordia o el tema sobre el cual está girando la negociación entre la Casa de Representantes (House of Representatives, también conocida como House) dominada por el Partido Republicano y el Senado, dominado por el Demócrata, es el programa de regulación para la Salud del Presidente conocido como Obamacare. Al respecto algunos analistas e institutos, como el Cato Institute, señalan que el Partido Republicano debió negociar sobre el techo al endeudamiento y no el Presupuesto, pues podrían haber obtenido mayores concesiones por parte de los Demócratas, pero al obstaculizar el financiamiento del gobierno, prácticamente imposibilitan una negociación, con lo que ambos Partidos apuestan al costo político por la “irracionalidad” del “otro”.

Esa amenazante situación, contrario a lo que pudiera pensarse, no es nueva y cuando se ha presentado –de hecho los últimos años- el gobierno opera mediante presupuestos parciales, también llamados “resoluciones continuas”, que no son otra cosa más que acuerdos parciales entre la Casa (de Representantes) y el Senado, el problema es que en esta ocasión el acuerdo ya se ha anulado, toda vez que la Casa se ha negado a pasar al Senado una tercera propuesta de enmienda para financiar al gobierno hasta el próximo mes de noviembre. La razón es que el día de ayer –lunes 30 de septiembre- la Casa envió al Senado dos propuestas –en realidad enmiendas a la propuesta de Senado para financiar al gobierno hasta el 16 de noviembre- mismas que fueron rechazadas por el Senado, ya que obstruía –cancelaba o paralizaba- la ley de salud conocida como Obamacare al negarle fondos, y por otra parte sólo garantizaba el pago de salarios a militares y trabajadores indispensables para el gobierno federal. Consideremos que buena parte del Obamacare entraría en vigor precisamente el día de hoy. No obstante, la Casa Blanca ha declarado estos días que la obligación de todos aquellos que emplean a 50 personas o más y que estarían obligados a pagarle un seguro médico a sus trabajadores, quedaría suspendida hasta 2015, cosa no menor, ya que es uno de los aspectos más criticados.

El costo del Shutdown será muy severo y un probable acuerdo difícilmente pueda resarcir los daños, pues esta situación es peor que lo sucedido en los años 90; esto debido a que en aquella ocasión el Congreso aprobó presupuesto para diversas agencias y programas gubernamentales; ahora sólo el ejército ha sido protegido, lo que no incluye a los veteranos. Por lo pronto se calcula que más 800 mil trabajadores de un total de 2 millones dejarán su empleo, y no se sabe si lo recuperarán después del Shutdown. Parques nacionales, museos y una gran cantidad de programas y servicios cerrarán, se le pedirá a miles de trabajadores de servicios esenciales como la Border Patrol que trabajen sin sueldo, incluso trabajadores de la Casa Blanca y el Congreso perderán sus empleos.

Sin embargo hay una fecha aún más preocupante y un debate mucho más delicado, y es el referente al techo del endeudamiento del gobierno estadounidense. Si el Congreso no incrementa para mediados de octubre el techo del endeudamiento, el gobierno no podría pagar sus prestamos, lo que afectaría severamente la economía global, como le advierte el Presidente Obama.

lunes, noviembre 05, 2012

Otro final de fotografía en la elección presidencial de EEUU

(Too close to call)

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


El próximo martes 6 de noviembre se llevará a cabo la elección general en los Estados Unidos, y los norteamericanos elegirán mediante sus 51 procesos electorales (50 estados y Washington, D.C.) una tercera parte del Senado, renovarán la Cámara de Representantes y mediante la elección de electores, el Colegio electoral definirá la Administración por los próximos cuatro años. Las encuestas indican que no habrá mucho movimiento en las Cámaras –los Republicanos mantendrán el control de la de Representantes y los Demócratas tendrán la mayoría en el Senado- pero la elección presidencial está muy cerrada como para anticipar un ganador. La clave serán –como mencionamos hace ya algunos meses en Nomos político- los estados de Ohio, Virginia y Florida; en ellos el Presidente Obama tiene una ligera ventaja, pero Romney ha recaudado más dinero que la campaña Demócrata -escenario contrario al que tuvo Obama hace cuatro años- y eso podría definir una muy cerrada elección.

Hasta antes del primer debate presidencial entre Barack Obama y Mitt Romney, la elección estaba casi decidida, pero después de aquel primer encuentro las encuestas se cerraron y así se han mantenido; puntos arriba y abajo para ambos, pero tres días antes de la elección Obama y Romney están empatados. Sin embargo, Obama lleva una ligera ventaja en los tres swing states mencionados, aunque es de apenas 1 punto en Florida, 2 en Virginia y de 5 en Ohio. De confirmarse las tendencias y sumando a la contabilidad demócrata Ohio y Virginia, el Presidente Obama alcanzaría 274 votos del Colegio electoral y con ello cuatro años más en la Casa Blanca. Pero considerando las diversas encuestas –aceptación, rumbo del país, apoyo de votantes registrados, de votantes no registrados, etc- los swing states (Colorado, Iowa, Wisconsin, Ohio, New Hampshire, Virginia y Florida) están muy cerrados como para predecir un ganador.

Los analistas estadounidenses comentan que algo pasa en Octubre que impacta en las Campañas y podría ayudar a definir la elección; esta ocasión estaba a punto de acabar el mes cuando apareció dicho evento extraordinario: Sandy. Hace cuatro años la crisis financiera estadounidense impactó las Campañas –John McCain propuso una pausa para ambos candidatos (y senadores) a fin de lograr un proyecto bipartidista que atendiera la crisis; Obama aprovechó la declaración para señalar que el Presidente debía estar listo para atender diversos problemas, y él lo estaba- y también tuvo su efecto en el electorado, pues la crisis financiera se sumó a una larga lista de desencantos sobre la Administración Bush. En esta ocasión la súper tormenta Sandy –superstorm como la llamaron en EEUU- parece estar ayudando al Presidente Obama, pues si bien los estragos han sido muy importantes y la recuperación será paulatina y costosa, se vio un liderazgo inmediato, eficiente y confiable. Con ello, algunos severos críticos del Presidente alabaron su desempeño ante la crisis, entre ellos el gobernador de New Jersey, el Republicano Chris Christie; tal vez esto ayudó a que muchos votantes en swing states se han inclinado por Obama después de Sandy.

Pero no sólo el liderazgo de Obama ha ayudado a su campaña, Sandy también ayudó a traer a la mesa de discusión electoral el plan de Romney de desaparecer FEMA (Federal Emergency Management Agency) y que cada estado enfrente las crisis por sí mismo o a partir de liderazgo; esto frente a la iniciativa de Obama de incrementar los recursos para dicha Agencia. Otro ejemplo de la diferencia en ambos proyectos. Y ahí la pregunta crucial sobre el rumbo del país; pregunta que comenzó a estar en las mesas de análisis y en las encuestas –al menos con mayor peso y continuidad- a partir de la intervención de Bill Clinton en la Convención Nacional Demócrata. La pregunta arroja un resultado sumamente dividido entre los votantes: 55% piensan que el país tiene un rumbo negativo y 43% que es positivo. De primera instancia parece una importante diferencia, pero es la menor desde 1988.

Las encuestas están tan cerradas que ya se comienza a hablar de empate o que ninguno de los candidatos alcance los 270 votos necesarios del Colegio electoral, de ser así la Cámara de Representantes elegiría al Presidente –cada estado tendría un solo voto- y el Senado al Vicepresidente, bajo las mismas condiciones. No obstante, previendo conflictos post electorales, ambas Campañas ya cuentan con varios equipos de abogados listos para pelear los votos. Lo que es casi un hecho es que la noche del Martes 6 de noviembre no conoceremos al ganador de la elección general 2012.

viernes, octubre 05, 2012

Game change

Dos proyectos para el futuro estadounidense en el primer debate presidencial 

Por Amando Basurto Salazar y Miguel A. Valenzuela Shelley



La noche del Miércoles, Mitt Romney y Barack Obama se encontraron en la Universidad de Denver para el primero de los tres debates que sostendrán antes de las elecciones el próximo día 6 de noviembre. Ambos han insistido en que esta elección no es simplemente entre dos opciones personales o partidistas, sino que se trata de la elección del futuro proyecto económico y de nación (recordemos que algo muy similar decía Andrés Manuel López Obrador). Pareciera que ahora en vez de evaluar la relevancia histórica de eventos pasados, las campañas políticas se han dedicado a pronosticar la relevancia histórica del acto electoral futuro. En realidad, frente a la angustia que genera la polarización política y los altos niveles de antipatía las campañas políticas están recurriendo a la superlativización de las elecciones: “¡esta elección es la buena, es contundente, es la que define el futuro!”, dicen.
El escenario era perfecto para una noche de debate político entre contrincantes que  están, según las encuestas, en un empate técnico (con ligerísima ventaja de Obama 49% a 45%, según Real Clear Politics). Históricamente el titular (incumbent) de la presidencia ha tenido ventaja a la hora de presentarse a reelección por los recursos a los que tiene acceso, pero ahora los súper-PACs –y los grupos 527- han cambiado eso; el ex gobernador de Massachusetts ha recaudado ligeramente más que el Presidente. Romney llegaba al encuentro en la Universidad de Denver con una ventaja: menos presión, pues él no tenía nada que perder. Mitt Romney ni es el presidente, ni el favorito, ni el tenía una “ligera ventaja” qué proteger; esto le ayudó a desenvolverse con mayor flexibilidad y soltura. Barack Obama, por el contrario, se vio poco preparado y sorprendido por la eficacia de su rival; ¿lo habrá distraído su vigésimo aniversario de bodas?
Romney debía mostrarse como un candidato que puede vencer al Presidente, que puede comunicar de forma precisa y debatir exitosamente con una figura política (candidato, para ser exactos) temida por los Republicanos. Tenía que demostrar que la elección no está decidida aún, como lo anunciaran algunos analistas tanto en EEUU como en México. Mitt Romney logró su objetivo con creces; después del debate de ayer el juego cambió en las campañas y para el electorado. Obama por su parte, debía consolidar su ligera ventaja –y ampliarla, sobre todo en Ohio, Virginia y Florida– mostrando que puede evadir ataques y contrarrestar críticas a su Administración, a la vez de presentar un proyecto con bases sólidas –creadas en estos primeros cuatro años– que requiere continuidad a fin de transformar al país y alcanzar los objetivos establecidos en 2008 –y los que se acumulen. Pero el Presidente Obama tuvo un desempeño regular tanto a la defensiva como a la ofensiva. Por momentos, y no fueron pocos, parecía recibir una reprimenda por parte del ex Gobernador. Se vio una gran diferencia entre el Obama de 2008 y el de 2012, así como entre la Campaña de Obama y el Presidente –también candidato– Barack Obama.
Jim Lehrer, el moderador, fue capaz de hacer que los candidatos contrastaran claramente sus propuestas económicas sobre empleo, salud y déficit. El contraste entre las propuestas de uno y otro lado –mismo que se había perdido en las elecciones presidenciales de los últimos 24 años– se hizo patente en prácticamente todas las intervenciones. El punto de principal disidencia: el papel del gobierno federal en la vida de los individuos y la economía de los Estados. ¿Cuál es la mejor vía ante la crisis que se sigue viviendo, y que –según el FMI– durará diez años más: un gobierno fuerte, interventor o las fuerzas del libre Mercado?
El juego cambió después del primer debate por las siguientes razones: Romney está en la pelea por estados indecisos –Virginia y Florida, claramente– esto obligará a la Campaña de Obama a redoblar esfuerzos en esos estados (y otros que podrían seguir el mismo camino). Los Republicanos confianza más en la candidatura de Romney y eso generará más donaciones, sobre todo millonarias (súper PAC’s y grupos 527, quienes han mostrado su éxito en limitar la recaudación de Obama).  El Presidente Obama debe pasar de la ofensiva a jugar en ambos lados del campo –ofensiva y defensiva- y para hacerlo eficientemente debe replantear su estrategia de comunicación y administración financiera; Obama no cuenta con los recursos de 2008 –cuando quintuplicaba la recaudación de McCain- ni con el apoyo de súper PAC’s o incluso PAC’S de aquella elección.
El juego cambió, las campañas re diseñarán sus estrategias –incluidas las financieras– y se prepararán para el segundo debate el 16 de octubre. Este primer debate servirá, no sólo a los candidatos, para entender que no hay que subestimar al adversario. También nos ofrece otras lecciones: 1) Mitt Romney no es John McCain y Obama ya no es Senador,  tiene que presentarse mucho más presidencial; 2) Siempre hay que estar listo para re-accionar a los game-changers, la elección no está definida y todavía puede inclinarse para cualquier lado y; 3) pudiera ser que Barack Obama fuese un gran candidato, pero ahora debe demostrar que es un Presidente re elegible.

jueves, septiembre 20, 2012

Entre Septiembre negro y la Sorpresa de Octubre

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


A menos de 50 días de la elección, las campañas del Presidente Barack Obama y el ex Gobernador Mitt Romney luchan por convencer a un electorado que duda de ambos. Los estados que aún no definen el sentido de su voto y que serán –algunos de ellos- los fieles de la balanza en la elección general del martes 6 de noviembre, están siendo el centro de atención tanto de las campañas como de los distintos comités de acción política (PAC’s, Súper PAC’s y grupos 527) que operan la propaganda y la guerra sucia localmente. La campaña de Romney se encuentra inmersa en un muy oscuro septiembre negro derivado de varios desatinos –errores estratégicos, comentarios inadecuados y filtraciones- que lo coloca en un escenario cada vez más complicado frente al Presidente Obama. Sin embargo, la moneda sigue en el aire, pues ambas campañas están aún a la espera de la Sorpresa de Octubre; un acontecimiento inesperado de política interna o internacional que define la elección de último momento.

Las Convenciones Nacionales (Republicana y Demócrata) tradicional y lógicamente impulsan al candidato que acepta la nominación de su partido, volviendo a equilibrarse los números –o a las condiciones a priori aquellas- una vez realizadas ambas Convenciones. En este caso, luego de la reunión Republicana en Tampa Mitt Romney incrementó su números en las encuestas llegando incluso a superar ligera y brevemente a Barack Obama. El escenario se diluyó unos días después al llevarse a cabo el encuentro Demócrata en Charlotte. Elemento clave para el repunte del Presidente Obama no fue su discurso de aceptación, ni el emotivo mensaje de Michelle Obama, o la importante presencia de “Hollywood”, sino el discurso del ex Presidente Bill Clinton, quien convenció a los televidentes y a miles de quienes supieron del mensaje de una u otra manera, de que si bien falta mucho por hacer, el rumbo que siguen los Estados Unidos, es el adecuado.

El impacto del discurso de Bill Clinton es evidente, pues a nivel nacional los electores que consideran que el país va en la dirección correcta aumentaron de Mayo a Agosto en más del 5%. Esto ha sido clave en estados indefinidos –o swing states- y que definirán la elección, como Ohio, Florida y Virginia. En ellos, Obama ha logrado una ventaja sobre Romney de entre 5 y 8, en los tres casos. Esto es clave toda vez que entre los 3 estados suman 60 votos del Colegio electoral, y en caso de que se cumplan los resultados por estados que reflejan las encuestas, la fórmula Obama/Biden necesita 23 votos del Colegio electoral –supuestamente cuentan con 247; esto sin contar Nevada y Colorado, que comienzan a inclinarse hacia el Partido Demócrata. Esto deja ver un escenario muy complicado para la fórmula Republicana (Romney/Ryan), que poco éxito ha tenido tanto para combatir a la Administración Obama como para posicionarse en electorado y en su propio partido.

Los temas de ataque y posicionamiento de Mitt Romney fueron desde un principio la economía y la política exterior; lo que aparentemente fortalecería su compañero de fórmula (Paul Ryan). De hecho uno de los pocos temas en que Romney superaba a Obama en las encuestas a nivel nacional, era la economía; los electores percibían al ex Gobernador como mejor preparado para enfrentar las dificultades económicas. Sin embargo los entuertos no se hicieron esperar, particularmente a partir del discurso del Representante por Wisconsin, Paul Ryan, en que aceptó la candidatura a la Vicepresidencia. Pero en las últimas semanas una serie de errores, desatinos e imprudencias eliminaron la ventaja de Romney en el tema económico, e incrementaron la ventaja de Obama en política exterior.

Las propuestas Republicana en política exterior ha estado claramente influida por los neoconservadores y su enfoque Cruzado; el poder disuade, el poder es para incrementar el poder, el poder se aprovecha, el poder obliga, el poder sirve para moldear el mundo de acuerdo a las necesidades. Estas posturas han sido claras e implícitas en la plataforma de Mitt Romney, al señalar a Rusia, China, Irán y Corea del Norte, como enemigos de los Estados Unidos, siendo el poder duro y no el suave lo que debe predominar en la estrategia de política exterior de los EEUU. Pero luego de los ataques a las embajadas estadounidenses –y algunos negocios como KFC- en Inglaterra, Alemania, Siria, Egipto, Israel, Turquía, Irán, Irak, Sudán, Libia, Yemen, Afganistán, Pakistán, Líbano, Túnez, Bahrein, India, Bangladesh, Malasia e Indonesia, Romney criticó la política de Obama en la región, acusándolo o haciéndolo responsable de los ataques y las vidas perdidas en ellos. Los señalamientos del candidato presidencial del GOP –como se le conoce al Partido Republicano- fueron duramente criticados tanto por la población como diversos analistas políticos; incluso miembros del Partido Republicano, como John McCain, reprobaron el golpe bajo de Mitt Romney, subrayando que si bien la política de la Administración es cuestionable, es momento de rezar por las almas de los fallecidos y respaldar al Presidente.

Uno de los principales problemas de Romney ha sido que es percibido como un político originado en la élite económica, muy lejano a la realidad del estadounidense común; en consecuencia no conecta con el grueso del electorado. Por ello es que parte fundamental de la estrategia de campaña –lo que se estableció claramente en los discursos que le precedieron en la Convención Nacional Republicana- era crear una imagen de Mitt Romney como un ejemplo de la Promesa Americana; al menos de tercera generación. Pero el video que se filtró esta semana en que el candidato comenta en un evento de recaudación de fondos que “47% de los estadounidenses dependen del gobierno, y creen que tienen derecho a salud, educación y vivienda”, aclarando además que “ocuparse de ellos, no era su trabajo”, poco ayuda a la imagen del Romney cercano y sensible a las necesidades de la gente. A estos gazapos habría que añadir por ejemplo, las constantes quejas de importantes donadores a la Campaña Romney/Ryan, con respecto a su Coordinador de fundraising, Stu Stevens, por no atender las necesidades de los donadores. ¿A qué se referirán?

El Septiembre negro de la Campaña de Romney ha ayudado al Presidente Obama a obtener ventaja en estados indecisos que podrían definir la elección, pero falta historia por escribir; no sólo la Sorpresa de Octubre, sino los debates presidenciales que comienzan el 3 de Octubre. Los retos se acumulan para Romney; recuperar el tema económico, posicionarse en política exterior, obtener votos de minorías clave, como las mujeres y los latinos. La comunidad LGBQT y afroamericana, son misión imposible.

lunes, septiembre 03, 2012

El Partido Republicano y la política de la enemistad, 2ª Parte

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


(Entre excepcionalismo, conservadurismo y sofismas)

La Convención Nacional Republicana concluyó el jueves 30 de agosto con la misma tesitura discursiva de los días anteriores; radicalismo conservador, excepcionalismo, elitismo disfrazado y/o hipócrita, falsa conciencia de clase (media) e intentos de la fórmula (Mitt) Romney/(Paul) Ryan –más bien fallidos- de mostrarse cercanos al estadounidense común, promedio, clasemediero. Por supuesto que sorpresa hubiera sido un cambio en la estrategia de comunicación, sin embargo, aunque las encuestas a posteriori arrojan a la fórmula Republicana ya arriba de la Demócrata entre 3 y 5 puntos, con lo que podría pensarse en el éxito de la Convención y sus objetivos electorales, quedaron patentes –una vez más- las debilidades del GOP (Grand Old Party, como es también conocido el Partido Republicano); siendo éstas, la poca conexión de Mitt Romney con el electorado, en este caso con la Convención; el distanciamiento entre fórmula y el electorado dado su elitismo; los falaces argumentos en muchos casos para criticar a la Administración Obama; y la dificultad para atraer a las minorías, dada la plataforma Romney/Ryan, y sus propias posturas políticas en temas como el aborto, la inmigración y derechos de la comunidad LGBTQ.

En los días previos los discursos más importantes habían estado a cargo de Ann Romney (esposa del candidato presidencial), Chris Christie (gobernador de New Jersey), Condoleeza Rice (otrora miembro del gabinete de G. W. Bush) y Paul Ryan (el candidato a la Vicepresidencia). Ellos habían ya definido el matiz discursivo de la Convención y de la Campaña, por lo que el cierre se esperaba apoteósico –más aún por los inconvenientes que había causado el huracán Isaac- y estaría a cargo de el Senador por Florida y miembro del Tea Party, Marco Rubio, un invitado sorpresa –Clint Eastwood- y Mitt Romney, con el reto de conectar con la audiencia tanto o más que su compañero de fórmula.

El Senador Marco Rubio –considerado hace tan sólo unas semanas como probable compañero de fórmula de Mitt Romney- acentuó en su discurso el excepcionalismo estadounidense al comentar el viaje de sus padres desde Cuba hacia los Estados Unidos y afirmando que “no habría límites hasta dónde podría llegar, porque era estadounidense”. Rubio acudió a conceptos como esperanza, grandeza, American dream y excepcional, tanto para atacar a la Administración Obama como para inspirar al electorado Republicano y conservador. Siendo un ejemplo de la Promesa de la Vida Americana –además de ser latino y a pesar de serlo- ya se percibe a Marco Rubio un miembro fundamental en el futuro del GOP. Al igual que otros oradores antes y después que él, Rubio reconoció a Obama como una buena persona, buen padre –hasta buen golfista; una crítica velada- pero un mal presidente, un mal líder, que además amenaza el Sueño americano con tantas leyes, normas, multas…con tanta intervención estatal.

Mitt Romney lejos estuvo del cierre apoteósico que el momento le exigía. Criticó a la Administración -sin atacar en lo personal a Obama, con lo que perseguía no hacerse de una mala imagen con algunas minorías- y trató de ubicar a la fórmula como la esperanza de la gloria y el sueño estadounidenses. Pero durante su largo discurso nunca conectó con la audiencia, se percibía a un orador muy distante emocionalmente, no inspiraba, no emocionaba, no manejaba a los delegados. Fue un reflejo de la dinámica y el sentir de la Convención; recordemos que Romney llegó a ella sin el apoyo necesario para ser el candidato del GOP. Ya en ella hubieron algunos altercados entre simpatizantes del ex Gobernador de Massachusetts y delegados que apoyaban a otros candidatos, como Ron Paul, y que afirmaban que Romney no podría vencer a Obama en noviembre. La falta de unidad se reflejó en el discurso de Romney; así como su falta de liderazgo, simpatía, empatía y oratoria.

El ex Gobernador Romney dio claras pistas de lo que sería su Administración al señalar, por ejemplo, que mientras Obama había prometido “disminuir el crecimiento de los océanos y curar el planeta”, él sólo le prometía a los estadounidenses “ayudarlos y a sus familias”; ¿significará eso, “sin importar el costo”? El parroquialismo norteamericano ha costado mucho, la satisfacción de la sociedad consumista estadounidense –como de todas aquellas que se componen de consumidores antes que de ciudadanos- y sus corporaciones ha impactado profundamente en el deterioro del Medio ambiente y generado conflictos alrededor del mundo; parece que una Administración Romney seguiría ese camino. No dejó lugar a dudas sobre su enfoque en política exterior cuando hizo mención a la necesidad de mayor fortaleza ante Rusia, China, Irán y Corea del Norte, así como un claro apoyo a Israel.

Romney siguió la línea crítica de oradores como el ex Gobernador de Florida, Jeb Bush –hermano de G. W. Bush- cuando lo llamaba a responsabilizarse del fracaso de su Administración y dejar de culpar a la anterior con respecto a la crisis financiera que vive el país –y buena parte del mundo- desde 2008; sin embargo una encuesta realizada por Washington Post-ABC News muestra que el 54% de los estadounidenses responsabilizan a la Administración Bush y el 32% a la de Obama. Por cierto, ¿alguien sabe por qué no fueron G. W. Bush o Dick Cheney a la Convención? ¿Y Sarah Palin? Es la primera vez que un ex candidato a la Vicepresidencia –haya perdido o ganado- no da un discurso en la Convención siguiente.

Es verdad, podría sostenerse que este argumento de la responsabilidad en la crisis es cuestión de enfoques, no obstante muchos otros han sido datos manipulados, verdades a medias o francas falacias; es decir, son sofismas que engranan los ataques contra Barack Obama, y no es que algunas de las críticas no carezcan de verdad, sino que la mayoría de los argumentos hacen ver al GOP y su fórmula como algo que no es. Tal es el caso de la crítica al recorte de Obama por 700 mdd al Medicare por parte de Paul Ryan; éste, olvidó mencionar que su proyecto presupuestal tenía un recorte muy similar, sólo que el Representante por Wisconsin dirigía parte de esos recursos a las aseguradoras y Obama a programas sociales.

En resumidas cuentas, la Convención Nacional Republicana deja al GOP y su fórmula Romney/Ryan con más preguntas que respuestas, y más dudas para los votantes; simpatizantes y no tanto. Paul Ryan es un buen orador y conecta con el público, pero Romney sigue distante Ambos son vistos como parte de una élite demasiado lejana de la cotidianidad como para entender al estadounidense promedio; sus esfuerzos por ser vistos como ejemplos del American dream, pueden ser contraproducentes, sobre todo porque es evidente su falsedad. ¿Alguien le habrá creído a Paul Ryan, cuando comentó que a diferencia de mucha gente durante esta Administración (Obama) él nunca vio su trabajo como lavaplatos y mesero, como algo más que sólo un escalón, una experiencia en su vida? Por supuesto que así lo vio, era un trabajo de verano de un joven universitario de familia acomodada. ¿Y cuando Ann Romney recordó los días en que ella y Mitt vivían en un sótano? Pero de qué está hablando; ella hija de un Alcalde y él de un Gobernador; ¿en un sótano? ¿mesa de latón? ¡Por favor!

La semana pasada -27 al 31 de agosto- fue la semana Republicana; con altas y bajas, tinos y desatinos, pudimos ver la estrategia de Romney/Ryan. Esta semana será la Demócrata, y también podremos observar las fortalezas y debilidades de la fórmula Obama/Biden, así como su estrategia defensiva y de contraataque. Pero a fin de cuentas las temas básicos serán economía –lo que podría favorecer a los Republicanos- programas sociales como Obamacare –la moneda en el aire- y la administración de las finanzas en los estados clave de Ohio, Virginia y Florida.

viernes, agosto 31, 2012

El Partido Republicano y la política de la enemistad, Iª Parte


(La ideología del viejo sur domina el moderno GOP)

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


Los Republicanos llegaron a su Convención Nacional con las encuestas indicando que Obama y Romney van empatados hacia la elección general de noviembre. En la Convención el GOP –Grand Old Party, como también se le conoce al Partido Republicano- las figuras del Partido tratan de mandar mensajes que fortalezcan al candidato y atraigan votos a su campaña. Hace cuatro años el GOP tuvo muchos problemas para obtener votos de la comunidad latina, de las mujeres y afroamericanos, por lo que se esperaba que para esta Convención los mensajes de sus figuras y líderes políticos estuvieran dirigidos a ellos, y en apariencia lo estuvieron, pero en el fondo tanto la Campaña de Romney/Ryan como dichos discursos dejaron claro el dominio ideológico del viejo sur. ¿Podrá el Partido Republicano mantener su radicalismo y aún así atraer a los sectores que lo abandonaron hace cuatro años?

Desde que Barack Obama obtuvo la candidatura demócrata para las elecciones de 2008, el GOP ha incrementado su hostilidad hacia las minorías, ha tomado posturas racistas (no sólo durante la campaña), se ha profundizado tanto su temor y desconfianza hacia el gobierno, como con respecto a la ciencia; la tradición conservadora del sur, en una de su expresiones más radicales, domina los valores del Republicanismo moderno. Los conservadores blancos cobran más importancia en el Partido y sus estrategias, mientras que en el país las mujeres, los latinos, afroamericanos y la comunidad LGBTQ –lésbico, gay, bisexual, transgénero y queer-  exigen más derechos, equidad e igualdad. El GOP necesita de ellos para ganar la elección de noviembre –a excepción de los últimos, y no porque no los necesite, sino porque claramente han señalado (Romney/Ryan) que el candidato de la comunidad LGBTQ es Barack Obama- la pregunta es cómo conjuntar ambas cosas; los intentos por hacerlo comenzarían en la Convención.

Ann Romney –esposa del candidato- y Chris Christie –Gobernador de New Jersey- fueron los oradores estelares del Martes 28. El objetivo de ambos era fortalecer la candidatura de Mitt Romney, revertir las críticas al candidato con respecto a su elitismo y su falta de simpatía, empatía y liderazgo, y comenzar a golpear la Administración del Presidente Obama. Ann Romney, mucho más que Christie, logró su cometido, pero sus referentes eran personales, es decir se ubicaba ella (no su esposo) como una estadounidense común hija de un minero, que a través del trabajo duro alcanzó el American dream –lo que también hizo Condoleeza Rice la noche del miércoles. La Convención Nacional Republicana, una vez más, ha mostrado en realidad discursos llenos de ideales y valores chauvinistas, raciales y profundamente conservadores. Mismos que se aprecian en su plataforma política, la cual habla de un muro a todo lo largo de la frontera con México sin importar el costo, de prohibir el aborto aún en casos en que la vida de la madre esté en peligro o de violación. Una plataforma que en política exterior habla de fuerza, unilateralidad y enemigos existenciales, amenazas al American way (China, Rusia, Irán, Cuba, Venezuela…).

La noche del miércoles giró en torno al discurso del compañero de fórmula de Mitt Romney, el Representante por Wisconsin Paul Ryan. Había una gran expectación por escuchar a Ryan, y ver qué tanto conectaba con la gente –tanto en la Convención como a través de las pantallas- así como conocer el tenor de sus ataques a la Administración Obama así como su capacidad para articular y comunicar dichas críticas. Ryan justificó su elección como compañero de fórmula, al dirigir buena parte de sus ataques en el ámbito económico, y particularmente el Obamacare; áreas que maneja muy bien el Representante de Wisconsin y ex Presidente del Comité de Presupuesto en la Cámara Baja. Ryan sí conectó con la gente y motivó a sus simpatizantes –de hecho, mucho más que el propio Romney- sin embargo sus ataques estuvieron llenos de manipulaciones, falsedades e inexactitudes.

Paul Ryan criticó los recortes presupuestales a Medicare del Presidente Obama, pero –evidentemente- no señaló que su propuesta presupuestal contenía recortes muy similares. Por otra parte, y en un estilo típicamente estadounidense, Ryan ejemplificó la mala administración de Obama con respecto al rescate de la economía, al mencionar una empresa automotriz de su natal Janesville que a pesar de las promesas de Obama ésta quebró dejando a cientos de trabajadores y sus familias sin sustento; lo que el candidato a la Vicepresidencia omitió, es que la Administración del Presidente Obama rescató dicha empresa, y sigue funcionando. Ryan también omitió que obstaculizó propuestas bipartidistas en los referente al Presupuesto y otros temas. El Representante por Wisconsin (de 42 años) se encargó de fortalecer la imagen de Barack Obama –y su Administración- como una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos por la debilidad de su política exterior, al modo de vida estadounidense por su política de planificación, límites, controles y multas (lo que identifican como socialismo) y al empresariado en su conjunto por el deseo de Obama castigar el éxito –haciendo alusión a las críticas dirigidas a Mitt Romney por parte de los Demócratas.

A fin de cuentas buenas y malas para los Republicanos y Paul Ryan; dio un discurso muy emotivo, encendió a la Convención –tal vez tanto como Condoleeza Rice- y sin duda motivó a muchos miembros del GOP que no estaban convencidos por la fórmula, pero no buscó llegar a las minorías –de quienes dependen ambos partidos- y se demostraron varias inconsistencias en su discurso –además de las mencionadas, faltó a la verdad cuando señaló que los tres estados con menor desempleo son gobernados por Republicanos- razón por la que se recordó a Sarah Palin y su accidentada campaña de 2008, luego de su gran papel en la Convención.


(En la segunda parte a entregar el lunes, se comentarán los discursos de Jeb Bush, Marco Rubio y Mitt Romney)

lunes, agosto 20, 2012

Obama-Biden y Romney-Ryan, definiendo estrategias

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley.


Una vez lista la fórmula Republicana (Mitt Romney, Paul Ryan) se definen con mayor claridad y precisión los temas en los que se enfrentarán las campañas, y que ayudarán a definir la elección en noviembre próximo. Asimismo, las estrategias para los debates (entre Obama y Romney, así como el que enfrentará a Biden y Ryan) y el gasto de las campañas –ya no sólo por los estados que no han definido el sentido del voto popular, llamados swinging states- así como la imagen que construyen para sí mismas y para la fórmula rival, complementan el escenario del proceso electoral estadounidense. A continuación hablaré de algunos de los retos de ambas campañas a raíz de la inclusión de Paul Ryan en la fórmula Republicana, a sólo unas semanas de sus Convenciones Nacionales; cuando ambas fórmulas aceptarán la candidatura de sus Partidos.

La elección del compañero de fórmula en una elección es fundamental, toda vez que complementa o equilibra la candidatura presidencial. Así Joe Biden contrarrestaba la falta de experiencia de Obama y su falta de conocimiento en política exterior, y Sarah Palin, alimentaba el voto femenino para John McCain, fortaleciendo la imagen de rebelde (maverick) del propio Senador por Arizona; sorprendentemente la ignorancia de la Gobernadora Palin en política internacional y doméstica, pudieron no haber sido tan determinantes, a fin de cuentas. En esta ocasión era de igual relevancia el compañero de fórmula de Mitt Romney, pues como se ha comentado el ex Gobernador de Massachusetts no lograba convencer a los sectores conservadores del Partido Republicano y tampoco a buena parte de las bases, de los electores en estados que son tradicionalmente Republicanos y que bien podrían definir la elección de noviembre. Lo que cobra mayor relevancia al considerar que los Demócratas están en una situación muy similar, pues no han asegurado estados clave para ellos, dado el desencanto con respecto a la Administración Obama (Biden).

Con la elección del Representante por Wisconsin Paul Ryan para candidato a la Vicepresidencia y compañero de fórmula de Romney, se busca asegurar el voto duro del Conservadurismo, de las bases del Partido Republicano y de miles (o millones) de jóvenes que buscan un rostro moderno para el GOP.  A Ryan se le ha presentado prácticamente como un ideólogo del Partido Republicano, y también como una pieza fundamental para el proyecto bipartidista de Mitt Romney, habiendo fungido como tal en el Comité de Presupuesto en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el record de Ryan refleja que ni está tan interesado en el bipartidismo, ni tampoco es un joven ideólogo de la tradición conservadora. Ryan no es más que un joven que se identifica con valores e ideales del Republicanismo duro –tampoco es un líder del Tea Party- pero que no ha sido ajeno al pragmatismo legislativo. El bipartidismo no es ni un valor político de Ryan, ni una prioridad, según afirman colegas suyos tanto Republicanos como Demócratas.

Con Paul Ryan en la fórmula Republicana se busca centrar el debate en temas económicos, y particularmente en Medicare. Pero el rival directo de Ryan, Joe Biden, puede debatir sin mayor problema con el Representante por Wisconsin en esos temas, y superarlo en temas de la Administración Obama, más aún en política exterior. En 2008 un problema que enfrentó Biden en el debate con Sarah Palin, fue que debía tener cuidado de no atacar con demasiada fuerza a la Gobernadora de Alaska, pues podía verse como abusivo. Debía ganar el debate, pero no hacer ver muy mal a Palin; algo verdaderamente difícil siendo ella tan ignorante en temas muy diversos. Al enfrentar a Paul Ryan el 11 de octubre en Danville (Kentucky) el escenario será muy diferente, asimismo los retos.

En el debate entre los compañeros de fórmula de Obama y Romney, el otrora Senador Biden, podrá ser más agresivo y tendrá la capacidad de defender la Administración Obama toda vez que él (Biden) ha sido un miembro muy activo en ella. Diversos elementos del staff de la Casa Blanca afirman que el Vicepresidente participa de prácticamente todas las reuniones en que se le informa al Presidente sobre diversos temas de la Administración, como inteligencia, seguridad, política exterior y economía. De esta forma, Biden podría ser un arma fundamental para consolidar la imagen de Obama como mejor opción a Romney, en varios temas de la Agenda. Apoyando esta tesis es que diversas encuestas ubican al Presidente por encima de Mitt Romney tanto con respecto a la elección general de noviembre, como en temas específicos. Por ejemplo, una encuesta del Washington Post-ABS News, señala que en política social Obama tiene un apoyo del 47% contra 39% de Romney; en seguridad social 45 a 38; en política exterior 56 a 37; en educación 52 a 34; en salud 48 a 44; en inmigración 46 a 43; en Irán 56 a 37; en generación de empleos 46 a 45; en Medicare –fortaleza de Ryan- 46 a 27; en gasto militar 45 a 35; y en el tema Afganistán 43 a 27. En el tema impositivo están empatados en 46%, y Romney supera a Obama en economía 48 a 45, en energía –que supuestamente sería una fortaleza del Presidente- 51 a 42; y en gasto gubernamental 51 a 43.

Los debates sin duda ayudarán a perfilar el resultado de la elección, pero tal vez más importante que éstos, será el gasto de las campañas –incluidos los Political Action Comittees y otros mecanismos de financiamiento y acción política (PAC’s, Súper PAC’s y los grupos 527) todos ellos explicados en un artículo anterior- y su administración en los estados. Hasta el momento Nevada, Colorado, Iowa, New Hampshire, Wisconsin, Ohio, Virginia y Florida son estados que no están inclinados hacia ninguna candidatura –aunque es muy probable que Wisconsin vaya para los Republicanos, gracias a Paul Ryan. En consecuencia gran parte del gasto se está dirigiendo hacia estados clave como Ohio (18 votos electorales), Virginia (13) y Florida (29); Colorado (9) en menor medida. Eso explica por qué las campañas han dirigido la gran mayoría de su gasto a esos estados, y de hecho la mayor parte de ese dinero se ha dirigido a anuncios negativos –el 76% del total de publicidad es negativa.

En una próxima publicación, se hará mención del financiamiento y gasto de las campañas, identificando la fuente del financiamiento de ellos; ¿quién está aportando a cada una de ellas? ¿qué sectores? ¿qué corporaciones o grupos de interés? ¿cómo están gastando? ¿en dónde? ¿cuál es el sentido del mensaje político? Todos esto nos irá aclarando el escenario hacia noviembre.