viernes, octubre 05, 2012

Game change

Dos proyectos para el futuro estadounidense en el primer debate presidencial 

Por Amando Basurto Salazar y Miguel A. Valenzuela Shelley



La noche del Miércoles, Mitt Romney y Barack Obama se encontraron en la Universidad de Denver para el primero de los tres debates que sostendrán antes de las elecciones el próximo día 6 de noviembre. Ambos han insistido en que esta elección no es simplemente entre dos opciones personales o partidistas, sino que se trata de la elección del futuro proyecto económico y de nación (recordemos que algo muy similar decía Andrés Manuel López Obrador). Pareciera que ahora en vez de evaluar la relevancia histórica de eventos pasados, las campañas políticas se han dedicado a pronosticar la relevancia histórica del acto electoral futuro. En realidad, frente a la angustia que genera la polarización política y los altos niveles de antipatía las campañas políticas están recurriendo a la superlativización de las elecciones: “¡esta elección es la buena, es contundente, es la que define el futuro!”, dicen.
El escenario era perfecto para una noche de debate político entre contrincantes que  están, según las encuestas, en un empate técnico (con ligerísima ventaja de Obama 49% a 45%, según Real Clear Politics). Históricamente el titular (incumbent) de la presidencia ha tenido ventaja a la hora de presentarse a reelección por los recursos a los que tiene acceso, pero ahora los súper-PACs –y los grupos 527- han cambiado eso; el ex gobernador de Massachusetts ha recaudado ligeramente más que el Presidente. Romney llegaba al encuentro en la Universidad de Denver con una ventaja: menos presión, pues él no tenía nada que perder. Mitt Romney ni es el presidente, ni el favorito, ni el tenía una “ligera ventaja” qué proteger; esto le ayudó a desenvolverse con mayor flexibilidad y soltura. Barack Obama, por el contrario, se vio poco preparado y sorprendido por la eficacia de su rival; ¿lo habrá distraído su vigésimo aniversario de bodas?
Romney debía mostrarse como un candidato que puede vencer al Presidente, que puede comunicar de forma precisa y debatir exitosamente con una figura política (candidato, para ser exactos) temida por los Republicanos. Tenía que demostrar que la elección no está decidida aún, como lo anunciaran algunos analistas tanto en EEUU como en México. Mitt Romney logró su objetivo con creces; después del debate de ayer el juego cambió en las campañas y para el electorado. Obama por su parte, debía consolidar su ligera ventaja –y ampliarla, sobre todo en Ohio, Virginia y Florida– mostrando que puede evadir ataques y contrarrestar críticas a su Administración, a la vez de presentar un proyecto con bases sólidas –creadas en estos primeros cuatro años– que requiere continuidad a fin de transformar al país y alcanzar los objetivos establecidos en 2008 –y los que se acumulen. Pero el Presidente Obama tuvo un desempeño regular tanto a la defensiva como a la ofensiva. Por momentos, y no fueron pocos, parecía recibir una reprimenda por parte del ex Gobernador. Se vio una gran diferencia entre el Obama de 2008 y el de 2012, así como entre la Campaña de Obama y el Presidente –también candidato– Barack Obama.
Jim Lehrer, el moderador, fue capaz de hacer que los candidatos contrastaran claramente sus propuestas económicas sobre empleo, salud y déficit. El contraste entre las propuestas de uno y otro lado –mismo que se había perdido en las elecciones presidenciales de los últimos 24 años– se hizo patente en prácticamente todas las intervenciones. El punto de principal disidencia: el papel del gobierno federal en la vida de los individuos y la economía de los Estados. ¿Cuál es la mejor vía ante la crisis que se sigue viviendo, y que –según el FMI– durará diez años más: un gobierno fuerte, interventor o las fuerzas del libre Mercado?
El juego cambió después del primer debate por las siguientes razones: Romney está en la pelea por estados indecisos –Virginia y Florida, claramente– esto obligará a la Campaña de Obama a redoblar esfuerzos en esos estados (y otros que podrían seguir el mismo camino). Los Republicanos confianza más en la candidatura de Romney y eso generará más donaciones, sobre todo millonarias (súper PAC’s y grupos 527, quienes han mostrado su éxito en limitar la recaudación de Obama).  El Presidente Obama debe pasar de la ofensiva a jugar en ambos lados del campo –ofensiva y defensiva- y para hacerlo eficientemente debe replantear su estrategia de comunicación y administración financiera; Obama no cuenta con los recursos de 2008 –cuando quintuplicaba la recaudación de McCain- ni con el apoyo de súper PAC’s o incluso PAC’S de aquella elección.
El juego cambió, las campañas re diseñarán sus estrategias –incluidas las financieras– y se prepararán para el segundo debate el 16 de octubre. Este primer debate servirá, no sólo a los candidatos, para entender que no hay que subestimar al adversario. También nos ofrece otras lecciones: 1) Mitt Romney no es John McCain y Obama ya no es Senador,  tiene que presentarse mucho más presidencial; 2) Siempre hay que estar listo para re-accionar a los game-changers, la elección no está definida y todavía puede inclinarse para cualquier lado y; 3) pudiera ser que Barack Obama fuese un gran candidato, pero ahora debe demostrar que es un Presidente re elegible.

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