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martes, marzo 01, 2016

Apuntes para el Súper Martes de elecciones primarias en los EE.UU.

Por Amando Basurto –

Múltiples focos rojos se encendieron durante la última semana desde que Donald Trump ganara los caucuses de Nevada con un 46% del voto, por lo que su candidatura pareciera imparable ahora que es favorito a ganar en la mayoría de los 13 estados que van a elecciones primarias el día de hoy. Los miembros del status quo republicano ven su influencia cada vez más reducida, como aplastada entre el paralizante tea party y el energéticamente movilizador Donald Trump. ¿Qué, Donald no es lo suficientemente conservador para ser el candidato republicano? Posiblemente no, pero ese no es el problema. Ahora, propios y extraños, reconocen a Trump como una bala suelta, es decir, como un inexperto egomaniático populista (lo cual definitivamente no es peligroso) con posibilidades de ganar la candidatura republicana y la presidencia estadounidense acompañado de una mayoría republicana en ambas cámaras del congreso (lo cual sería verdaderamente alarmante). Las elecciones del día de hoy son fundamentales tanto para las aspiraciones de Trump como para las esperanzas del establishment republicano de detenerlo en el intento. Las peores noticias para los republicanos en general es que Ted Cruz y Marco Rubio no parecen, ni de lejos, caballos ganadores. Si Trump obtiene una ventaja muy importante el día de hoy muy probablemente veremos al partido republicano hacer uso de medidas extra-electorales para deshacerse de él.

En el caso del Partido Demócrata, este martes se llevarán a cabo elecciones primarias en 11 estados de la unión (y el territorio de Samoa).  De este lado del ring también los dados están fuertemente cargados a favor de Hillary Clinton, quien se prevé ganará la mayoría de las contiendas asegurando una ventaja casi insuperable de camino a la convención nacional del partido. En este caso los focos encendidos después de las elecciones en Carolina del Sur del sábado pasado son azules, muy azules, ya que calmaron la ansiedad del establishment demócrata porque las probabilidades de que Bernie Sanders gane la candidatura al parecer se verán drásticamente reducidas esta misma noche. Y no es que Bernie Sanders sea una bala perdida, ni mucho menos un ególatra populista, sino que el oficialismo demócrata considera que la radicalidad de su “revolución política” aliena a una fracción importante de demócratas “conservadores y moderados” que son fundamentales para mantener el control de la Casa Blanca. Si, de la Casa Blanca porque será muy difícil que tanto Clinton como Sanders generen tal tracción electoral que les lleve a ganar la presidencia y, además, impulsar la elección de una mayoría demócrata en el congreso. Y es precisamente por eso que, a pesar de su “radicalidad”, Sanders no es considerado un “peligro”: su presidencia muy probablemente tendría que sobrellevar el peso de una paralizante mayoría legislativa republicana y, por lo tanto, sería casi inoperante desde el día uno.

Aún con este panorama, y con los oficialismos partidistas encima, no se puede descartar completamente una contienda entre Donald Trump y Bernie Sanders por la presidencia estadounidense. Si ésta sucediera, ya lo ha advertido, el magnate Michael Bloomberg planea lanzar una campaña independiente que, irónicamente, aumentaría las probabilidades de que Sanders ganase las elecciones; parecido a lo acontecido en la elección presidencial de 1912, la candidatura “progresista” de Theodore Roosevelt dividió el voto republicano (siendo William H. Taft el candidato formal), lo que abrió la puerta al triunfo de Woodrow Wilson. La ironía no reside en que Sanders, como Wilson, ganase las elecciones por una fractura entre los republicanos, sino que la elecciones las ganase un “socialista” cuando en aquella elección de 1912 Eugene Debs perdió obteniendo casi un millón de votos (la mayor cantidad que conseguiría el Partido Socialista de América) pero sin poder ganar los votos electorales de un solo estado.


- Amando Basurto Salazar

Doctor en Política por la New School for Social Research, N.Y.y Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México @amandobasurto

jueves, octubre 03, 2013

Algunas pistas sobre el cierre parcial del gobierno en EEUU

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


Ya para este momento –primeras horas del 1º de octubre- estaremos ante el primer cierre parcial del gobierno estadounidense desde 1996, a causa del estancamiento en el Congreso para definir el Presupuesto para el año 2014; tras varias semanas de estancamiento en el debate entre Republicanos y Demócratas en ambas Cámaras, ya varias agencias gubernamentales preparan planes de contingencia, es decir ausencias obligatorias o suspensiones indefinidas, en el sentido amplio de la palabra. Por ello esta nota dará algunas pistas para entender por qué se presenta el cierre parcial del gobierno y qué implica esto, así como el conflicto político detrás del Shutdown, como se le llama en EEUU. El Partido Republicano ha condicionado enmiendas a la ley de Obama, a cambio de aprobar el Presupuesto, no sin algunos cambios, e incluso de una negociación sobre el techo del endeudamiento. ¿Por qué se busca acercamiento con Siria y Rusia, y de hecho se les hacen concesiones, pero no hay acercamiento alguno con los Republicanos? es una retórica pregunta que ha circulado por algunos influyentes medios de comunicación, refiriéndose al Presidente Obama y su Administración.

Como es sabido, cada año el Congreso debe aprobar el Presupuesto para financiar al gobierno el año siguiente, pero existe una fecha límite para ello, en esta ocasión es hoy -1º de octubre- y el Congreso no ha podido llegar a un acuerdo, con lo que no habría liquidez para solventar los gastos del gobierno. La falta de acuerdo tiene diversas aristas, por un lado la negativa de los Republicanos a elevar el techo del endeudamiento –mismo que ahora asciende a 16,7 mil mdd- y por su parte los Demócratas rechazan reducir gastos en programas sociales, principalmente. Sin embargo, la manzana de la discordia o el tema sobre el cual está girando la negociación entre la Casa de Representantes (House of Representatives, también conocida como House) dominada por el Partido Republicano y el Senado, dominado por el Demócrata, es el programa de regulación para la Salud del Presidente conocido como Obamacare. Al respecto algunos analistas e institutos, como el Cato Institute, señalan que el Partido Republicano debió negociar sobre el techo al endeudamiento y no el Presupuesto, pues podrían haber obtenido mayores concesiones por parte de los Demócratas, pero al obstaculizar el financiamiento del gobierno, prácticamente imposibilitan una negociación, con lo que ambos Partidos apuestan al costo político por la “irracionalidad” del “otro”.

Esa amenazante situación, contrario a lo que pudiera pensarse, no es nueva y cuando se ha presentado –de hecho los últimos años- el gobierno opera mediante presupuestos parciales, también llamados “resoluciones continuas”, que no son otra cosa más que acuerdos parciales entre la Casa (de Representantes) y el Senado, el problema es que en esta ocasión el acuerdo ya se ha anulado, toda vez que la Casa se ha negado a pasar al Senado una tercera propuesta de enmienda para financiar al gobierno hasta el próximo mes de noviembre. La razón es que el día de ayer –lunes 30 de septiembre- la Casa envió al Senado dos propuestas –en realidad enmiendas a la propuesta de Senado para financiar al gobierno hasta el 16 de noviembre- mismas que fueron rechazadas por el Senado, ya que obstruía –cancelaba o paralizaba- la ley de salud conocida como Obamacare al negarle fondos, y por otra parte sólo garantizaba el pago de salarios a militares y trabajadores indispensables para el gobierno federal. Consideremos que buena parte del Obamacare entraría en vigor precisamente el día de hoy. No obstante, la Casa Blanca ha declarado estos días que la obligación de todos aquellos que emplean a 50 personas o más y que estarían obligados a pagarle un seguro médico a sus trabajadores, quedaría suspendida hasta 2015, cosa no menor, ya que es uno de los aspectos más criticados.

El costo del Shutdown será muy severo y un probable acuerdo difícilmente pueda resarcir los daños, pues esta situación es peor que lo sucedido en los años 90; esto debido a que en aquella ocasión el Congreso aprobó presupuesto para diversas agencias y programas gubernamentales; ahora sólo el ejército ha sido protegido, lo que no incluye a los veteranos. Por lo pronto se calcula que más 800 mil trabajadores de un total de 2 millones dejarán su empleo, y no se sabe si lo recuperarán después del Shutdown. Parques nacionales, museos y una gran cantidad de programas y servicios cerrarán, se le pedirá a miles de trabajadores de servicios esenciales como la Border Patrol que trabajen sin sueldo, incluso trabajadores de la Casa Blanca y el Congreso perderán sus empleos.

Sin embargo hay una fecha aún más preocupante y un debate mucho más delicado, y es el referente al techo del endeudamiento del gobierno estadounidense. Si el Congreso no incrementa para mediados de octubre el techo del endeudamiento, el gobierno no podría pagar sus prestamos, lo que afectaría severamente la economía global, como le advierte el Presidente Obama.

viernes, octubre 05, 2012

Game change

Dos proyectos para el futuro estadounidense en el primer debate presidencial 

Por Amando Basurto Salazar y Miguel A. Valenzuela Shelley



La noche del Miércoles, Mitt Romney y Barack Obama se encontraron en la Universidad de Denver para el primero de los tres debates que sostendrán antes de las elecciones el próximo día 6 de noviembre. Ambos han insistido en que esta elección no es simplemente entre dos opciones personales o partidistas, sino que se trata de la elección del futuro proyecto económico y de nación (recordemos que algo muy similar decía Andrés Manuel López Obrador). Pareciera que ahora en vez de evaluar la relevancia histórica de eventos pasados, las campañas políticas se han dedicado a pronosticar la relevancia histórica del acto electoral futuro. En realidad, frente a la angustia que genera la polarización política y los altos niveles de antipatía las campañas políticas están recurriendo a la superlativización de las elecciones: “¡esta elección es la buena, es contundente, es la que define el futuro!”, dicen.
El escenario era perfecto para una noche de debate político entre contrincantes que  están, según las encuestas, en un empate técnico (con ligerísima ventaja de Obama 49% a 45%, según Real Clear Politics). Históricamente el titular (incumbent) de la presidencia ha tenido ventaja a la hora de presentarse a reelección por los recursos a los que tiene acceso, pero ahora los súper-PACs –y los grupos 527- han cambiado eso; el ex gobernador de Massachusetts ha recaudado ligeramente más que el Presidente. Romney llegaba al encuentro en la Universidad de Denver con una ventaja: menos presión, pues él no tenía nada que perder. Mitt Romney ni es el presidente, ni el favorito, ni el tenía una “ligera ventaja” qué proteger; esto le ayudó a desenvolverse con mayor flexibilidad y soltura. Barack Obama, por el contrario, se vio poco preparado y sorprendido por la eficacia de su rival; ¿lo habrá distraído su vigésimo aniversario de bodas?
Romney debía mostrarse como un candidato que puede vencer al Presidente, que puede comunicar de forma precisa y debatir exitosamente con una figura política (candidato, para ser exactos) temida por los Republicanos. Tenía que demostrar que la elección no está decidida aún, como lo anunciaran algunos analistas tanto en EEUU como en México. Mitt Romney logró su objetivo con creces; después del debate de ayer el juego cambió en las campañas y para el electorado. Obama por su parte, debía consolidar su ligera ventaja –y ampliarla, sobre todo en Ohio, Virginia y Florida– mostrando que puede evadir ataques y contrarrestar críticas a su Administración, a la vez de presentar un proyecto con bases sólidas –creadas en estos primeros cuatro años– que requiere continuidad a fin de transformar al país y alcanzar los objetivos establecidos en 2008 –y los que se acumulen. Pero el Presidente Obama tuvo un desempeño regular tanto a la defensiva como a la ofensiva. Por momentos, y no fueron pocos, parecía recibir una reprimenda por parte del ex Gobernador. Se vio una gran diferencia entre el Obama de 2008 y el de 2012, así como entre la Campaña de Obama y el Presidente –también candidato– Barack Obama.
Jim Lehrer, el moderador, fue capaz de hacer que los candidatos contrastaran claramente sus propuestas económicas sobre empleo, salud y déficit. El contraste entre las propuestas de uno y otro lado –mismo que se había perdido en las elecciones presidenciales de los últimos 24 años– se hizo patente en prácticamente todas las intervenciones. El punto de principal disidencia: el papel del gobierno federal en la vida de los individuos y la economía de los Estados. ¿Cuál es la mejor vía ante la crisis que se sigue viviendo, y que –según el FMI– durará diez años más: un gobierno fuerte, interventor o las fuerzas del libre Mercado?
El juego cambió después del primer debate por las siguientes razones: Romney está en la pelea por estados indecisos –Virginia y Florida, claramente– esto obligará a la Campaña de Obama a redoblar esfuerzos en esos estados (y otros que podrían seguir el mismo camino). Los Republicanos confianza más en la candidatura de Romney y eso generará más donaciones, sobre todo millonarias (súper PAC’s y grupos 527, quienes han mostrado su éxito en limitar la recaudación de Obama).  El Presidente Obama debe pasar de la ofensiva a jugar en ambos lados del campo –ofensiva y defensiva- y para hacerlo eficientemente debe replantear su estrategia de comunicación y administración financiera; Obama no cuenta con los recursos de 2008 –cuando quintuplicaba la recaudación de McCain- ni con el apoyo de súper PAC’s o incluso PAC’S de aquella elección.
El juego cambió, las campañas re diseñarán sus estrategias –incluidas las financieras– y se prepararán para el segundo debate el 16 de octubre. Este primer debate servirá, no sólo a los candidatos, para entender que no hay que subestimar al adversario. También nos ofrece otras lecciones: 1) Mitt Romney no es John McCain y Obama ya no es Senador,  tiene que presentarse mucho más presidencial; 2) Siempre hay que estar listo para re-accionar a los game-changers, la elección no está definida y todavía puede inclinarse para cualquier lado y; 3) pudiera ser que Barack Obama fuese un gran candidato, pero ahora debe demostrar que es un Presidente re elegible.

jueves, septiembre 20, 2012

Entre Septiembre negro y la Sorpresa de Octubre

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


A menos de 50 días de la elección, las campañas del Presidente Barack Obama y el ex Gobernador Mitt Romney luchan por convencer a un electorado que duda de ambos. Los estados que aún no definen el sentido de su voto y que serán –algunos de ellos- los fieles de la balanza en la elección general del martes 6 de noviembre, están siendo el centro de atención tanto de las campañas como de los distintos comités de acción política (PAC’s, Súper PAC’s y grupos 527) que operan la propaganda y la guerra sucia localmente. La campaña de Romney se encuentra inmersa en un muy oscuro septiembre negro derivado de varios desatinos –errores estratégicos, comentarios inadecuados y filtraciones- que lo coloca en un escenario cada vez más complicado frente al Presidente Obama. Sin embargo, la moneda sigue en el aire, pues ambas campañas están aún a la espera de la Sorpresa de Octubre; un acontecimiento inesperado de política interna o internacional que define la elección de último momento.

Las Convenciones Nacionales (Republicana y Demócrata) tradicional y lógicamente impulsan al candidato que acepta la nominación de su partido, volviendo a equilibrarse los números –o a las condiciones a priori aquellas- una vez realizadas ambas Convenciones. En este caso, luego de la reunión Republicana en Tampa Mitt Romney incrementó su números en las encuestas llegando incluso a superar ligera y brevemente a Barack Obama. El escenario se diluyó unos días después al llevarse a cabo el encuentro Demócrata en Charlotte. Elemento clave para el repunte del Presidente Obama no fue su discurso de aceptación, ni el emotivo mensaje de Michelle Obama, o la importante presencia de “Hollywood”, sino el discurso del ex Presidente Bill Clinton, quien convenció a los televidentes y a miles de quienes supieron del mensaje de una u otra manera, de que si bien falta mucho por hacer, el rumbo que siguen los Estados Unidos, es el adecuado.

El impacto del discurso de Bill Clinton es evidente, pues a nivel nacional los electores que consideran que el país va en la dirección correcta aumentaron de Mayo a Agosto en más del 5%. Esto ha sido clave en estados indefinidos –o swing states- y que definirán la elección, como Ohio, Florida y Virginia. En ellos, Obama ha logrado una ventaja sobre Romney de entre 5 y 8, en los tres casos. Esto es clave toda vez que entre los 3 estados suman 60 votos del Colegio electoral, y en caso de que se cumplan los resultados por estados que reflejan las encuestas, la fórmula Obama/Biden necesita 23 votos del Colegio electoral –supuestamente cuentan con 247; esto sin contar Nevada y Colorado, que comienzan a inclinarse hacia el Partido Demócrata. Esto deja ver un escenario muy complicado para la fórmula Republicana (Romney/Ryan), que poco éxito ha tenido tanto para combatir a la Administración Obama como para posicionarse en electorado y en su propio partido.

Los temas de ataque y posicionamiento de Mitt Romney fueron desde un principio la economía y la política exterior; lo que aparentemente fortalecería su compañero de fórmula (Paul Ryan). De hecho uno de los pocos temas en que Romney superaba a Obama en las encuestas a nivel nacional, era la economía; los electores percibían al ex Gobernador como mejor preparado para enfrentar las dificultades económicas. Sin embargo los entuertos no se hicieron esperar, particularmente a partir del discurso del Representante por Wisconsin, Paul Ryan, en que aceptó la candidatura a la Vicepresidencia. Pero en las últimas semanas una serie de errores, desatinos e imprudencias eliminaron la ventaja de Romney en el tema económico, e incrementaron la ventaja de Obama en política exterior.

Las propuestas Republicana en política exterior ha estado claramente influida por los neoconservadores y su enfoque Cruzado; el poder disuade, el poder es para incrementar el poder, el poder se aprovecha, el poder obliga, el poder sirve para moldear el mundo de acuerdo a las necesidades. Estas posturas han sido claras e implícitas en la plataforma de Mitt Romney, al señalar a Rusia, China, Irán y Corea del Norte, como enemigos de los Estados Unidos, siendo el poder duro y no el suave lo que debe predominar en la estrategia de política exterior de los EEUU. Pero luego de los ataques a las embajadas estadounidenses –y algunos negocios como KFC- en Inglaterra, Alemania, Siria, Egipto, Israel, Turquía, Irán, Irak, Sudán, Libia, Yemen, Afganistán, Pakistán, Líbano, Túnez, Bahrein, India, Bangladesh, Malasia e Indonesia, Romney criticó la política de Obama en la región, acusándolo o haciéndolo responsable de los ataques y las vidas perdidas en ellos. Los señalamientos del candidato presidencial del GOP –como se le conoce al Partido Republicano- fueron duramente criticados tanto por la población como diversos analistas políticos; incluso miembros del Partido Republicano, como John McCain, reprobaron el golpe bajo de Mitt Romney, subrayando que si bien la política de la Administración es cuestionable, es momento de rezar por las almas de los fallecidos y respaldar al Presidente.

Uno de los principales problemas de Romney ha sido que es percibido como un político originado en la élite económica, muy lejano a la realidad del estadounidense común; en consecuencia no conecta con el grueso del electorado. Por ello es que parte fundamental de la estrategia de campaña –lo que se estableció claramente en los discursos que le precedieron en la Convención Nacional Republicana- era crear una imagen de Mitt Romney como un ejemplo de la Promesa Americana; al menos de tercera generación. Pero el video que se filtró esta semana en que el candidato comenta en un evento de recaudación de fondos que “47% de los estadounidenses dependen del gobierno, y creen que tienen derecho a salud, educación y vivienda”, aclarando además que “ocuparse de ellos, no era su trabajo”, poco ayuda a la imagen del Romney cercano y sensible a las necesidades de la gente. A estos gazapos habría que añadir por ejemplo, las constantes quejas de importantes donadores a la Campaña Romney/Ryan, con respecto a su Coordinador de fundraising, Stu Stevens, por no atender las necesidades de los donadores. ¿A qué se referirán?

El Septiembre negro de la Campaña de Romney ha ayudado al Presidente Obama a obtener ventaja en estados indecisos que podrían definir la elección, pero falta historia por escribir; no sólo la Sorpresa de Octubre, sino los debates presidenciales que comienzan el 3 de Octubre. Los retos se acumulan para Romney; recuperar el tema económico, posicionarse en política exterior, obtener votos de minorías clave, como las mujeres y los latinos. La comunidad LGBQT y afroamericana, son misión imposible.

lunes, septiembre 03, 2012

El Partido Republicano y la política de la enemistad, 2ª Parte

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


(Entre excepcionalismo, conservadurismo y sofismas)

La Convención Nacional Republicana concluyó el jueves 30 de agosto con la misma tesitura discursiva de los días anteriores; radicalismo conservador, excepcionalismo, elitismo disfrazado y/o hipócrita, falsa conciencia de clase (media) e intentos de la fórmula (Mitt) Romney/(Paul) Ryan –más bien fallidos- de mostrarse cercanos al estadounidense común, promedio, clasemediero. Por supuesto que sorpresa hubiera sido un cambio en la estrategia de comunicación, sin embargo, aunque las encuestas a posteriori arrojan a la fórmula Republicana ya arriba de la Demócrata entre 3 y 5 puntos, con lo que podría pensarse en el éxito de la Convención y sus objetivos electorales, quedaron patentes –una vez más- las debilidades del GOP (Grand Old Party, como es también conocido el Partido Republicano); siendo éstas, la poca conexión de Mitt Romney con el electorado, en este caso con la Convención; el distanciamiento entre fórmula y el electorado dado su elitismo; los falaces argumentos en muchos casos para criticar a la Administración Obama; y la dificultad para atraer a las minorías, dada la plataforma Romney/Ryan, y sus propias posturas políticas en temas como el aborto, la inmigración y derechos de la comunidad LGBTQ.

En los días previos los discursos más importantes habían estado a cargo de Ann Romney (esposa del candidato presidencial), Chris Christie (gobernador de New Jersey), Condoleeza Rice (otrora miembro del gabinete de G. W. Bush) y Paul Ryan (el candidato a la Vicepresidencia). Ellos habían ya definido el matiz discursivo de la Convención y de la Campaña, por lo que el cierre se esperaba apoteósico –más aún por los inconvenientes que había causado el huracán Isaac- y estaría a cargo de el Senador por Florida y miembro del Tea Party, Marco Rubio, un invitado sorpresa –Clint Eastwood- y Mitt Romney, con el reto de conectar con la audiencia tanto o más que su compañero de fórmula.

El Senador Marco Rubio –considerado hace tan sólo unas semanas como probable compañero de fórmula de Mitt Romney- acentuó en su discurso el excepcionalismo estadounidense al comentar el viaje de sus padres desde Cuba hacia los Estados Unidos y afirmando que “no habría límites hasta dónde podría llegar, porque era estadounidense”. Rubio acudió a conceptos como esperanza, grandeza, American dream y excepcional, tanto para atacar a la Administración Obama como para inspirar al electorado Republicano y conservador. Siendo un ejemplo de la Promesa de la Vida Americana –además de ser latino y a pesar de serlo- ya se percibe a Marco Rubio un miembro fundamental en el futuro del GOP. Al igual que otros oradores antes y después que él, Rubio reconoció a Obama como una buena persona, buen padre –hasta buen golfista; una crítica velada- pero un mal presidente, un mal líder, que además amenaza el Sueño americano con tantas leyes, normas, multas…con tanta intervención estatal.

Mitt Romney lejos estuvo del cierre apoteósico que el momento le exigía. Criticó a la Administración -sin atacar en lo personal a Obama, con lo que perseguía no hacerse de una mala imagen con algunas minorías- y trató de ubicar a la fórmula como la esperanza de la gloria y el sueño estadounidenses. Pero durante su largo discurso nunca conectó con la audiencia, se percibía a un orador muy distante emocionalmente, no inspiraba, no emocionaba, no manejaba a los delegados. Fue un reflejo de la dinámica y el sentir de la Convención; recordemos que Romney llegó a ella sin el apoyo necesario para ser el candidato del GOP. Ya en ella hubieron algunos altercados entre simpatizantes del ex Gobernador de Massachusetts y delegados que apoyaban a otros candidatos, como Ron Paul, y que afirmaban que Romney no podría vencer a Obama en noviembre. La falta de unidad se reflejó en el discurso de Romney; así como su falta de liderazgo, simpatía, empatía y oratoria.

El ex Gobernador Romney dio claras pistas de lo que sería su Administración al señalar, por ejemplo, que mientras Obama había prometido “disminuir el crecimiento de los océanos y curar el planeta”, él sólo le prometía a los estadounidenses “ayudarlos y a sus familias”; ¿significará eso, “sin importar el costo”? El parroquialismo norteamericano ha costado mucho, la satisfacción de la sociedad consumista estadounidense –como de todas aquellas que se componen de consumidores antes que de ciudadanos- y sus corporaciones ha impactado profundamente en el deterioro del Medio ambiente y generado conflictos alrededor del mundo; parece que una Administración Romney seguiría ese camino. No dejó lugar a dudas sobre su enfoque en política exterior cuando hizo mención a la necesidad de mayor fortaleza ante Rusia, China, Irán y Corea del Norte, así como un claro apoyo a Israel.

Romney siguió la línea crítica de oradores como el ex Gobernador de Florida, Jeb Bush –hermano de G. W. Bush- cuando lo llamaba a responsabilizarse del fracaso de su Administración y dejar de culpar a la anterior con respecto a la crisis financiera que vive el país –y buena parte del mundo- desde 2008; sin embargo una encuesta realizada por Washington Post-ABC News muestra que el 54% de los estadounidenses responsabilizan a la Administración Bush y el 32% a la de Obama. Por cierto, ¿alguien sabe por qué no fueron G. W. Bush o Dick Cheney a la Convención? ¿Y Sarah Palin? Es la primera vez que un ex candidato a la Vicepresidencia –haya perdido o ganado- no da un discurso en la Convención siguiente.

Es verdad, podría sostenerse que este argumento de la responsabilidad en la crisis es cuestión de enfoques, no obstante muchos otros han sido datos manipulados, verdades a medias o francas falacias; es decir, son sofismas que engranan los ataques contra Barack Obama, y no es que algunas de las críticas no carezcan de verdad, sino que la mayoría de los argumentos hacen ver al GOP y su fórmula como algo que no es. Tal es el caso de la crítica al recorte de Obama por 700 mdd al Medicare por parte de Paul Ryan; éste, olvidó mencionar que su proyecto presupuestal tenía un recorte muy similar, sólo que el Representante por Wisconsin dirigía parte de esos recursos a las aseguradoras y Obama a programas sociales.

En resumidas cuentas, la Convención Nacional Republicana deja al GOP y su fórmula Romney/Ryan con más preguntas que respuestas, y más dudas para los votantes; simpatizantes y no tanto. Paul Ryan es un buen orador y conecta con el público, pero Romney sigue distante Ambos son vistos como parte de una élite demasiado lejana de la cotidianidad como para entender al estadounidense promedio; sus esfuerzos por ser vistos como ejemplos del American dream, pueden ser contraproducentes, sobre todo porque es evidente su falsedad. ¿Alguien le habrá creído a Paul Ryan, cuando comentó que a diferencia de mucha gente durante esta Administración (Obama) él nunca vio su trabajo como lavaplatos y mesero, como algo más que sólo un escalón, una experiencia en su vida? Por supuesto que así lo vio, era un trabajo de verano de un joven universitario de familia acomodada. ¿Y cuando Ann Romney recordó los días en que ella y Mitt vivían en un sótano? Pero de qué está hablando; ella hija de un Alcalde y él de un Gobernador; ¿en un sótano? ¿mesa de latón? ¡Por favor!

La semana pasada -27 al 31 de agosto- fue la semana Republicana; con altas y bajas, tinos y desatinos, pudimos ver la estrategia de Romney/Ryan. Esta semana será la Demócrata, y también podremos observar las fortalezas y debilidades de la fórmula Obama/Biden, así como su estrategia defensiva y de contraataque. Pero a fin de cuentas las temas básicos serán economía –lo que podría favorecer a los Republicanos- programas sociales como Obamacare –la moneda en el aire- y la administración de las finanzas en los estados clave de Ohio, Virginia y Florida.

viernes, agosto 31, 2012

El Partido Republicano y la política de la enemistad, Iª Parte


(La ideología del viejo sur domina el moderno GOP)

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


Los Republicanos llegaron a su Convención Nacional con las encuestas indicando que Obama y Romney van empatados hacia la elección general de noviembre. En la Convención el GOP –Grand Old Party, como también se le conoce al Partido Republicano- las figuras del Partido tratan de mandar mensajes que fortalezcan al candidato y atraigan votos a su campaña. Hace cuatro años el GOP tuvo muchos problemas para obtener votos de la comunidad latina, de las mujeres y afroamericanos, por lo que se esperaba que para esta Convención los mensajes de sus figuras y líderes políticos estuvieran dirigidos a ellos, y en apariencia lo estuvieron, pero en el fondo tanto la Campaña de Romney/Ryan como dichos discursos dejaron claro el dominio ideológico del viejo sur. ¿Podrá el Partido Republicano mantener su radicalismo y aún así atraer a los sectores que lo abandonaron hace cuatro años?

Desde que Barack Obama obtuvo la candidatura demócrata para las elecciones de 2008, el GOP ha incrementado su hostilidad hacia las minorías, ha tomado posturas racistas (no sólo durante la campaña), se ha profundizado tanto su temor y desconfianza hacia el gobierno, como con respecto a la ciencia; la tradición conservadora del sur, en una de su expresiones más radicales, domina los valores del Republicanismo moderno. Los conservadores blancos cobran más importancia en el Partido y sus estrategias, mientras que en el país las mujeres, los latinos, afroamericanos y la comunidad LGBTQ –lésbico, gay, bisexual, transgénero y queer-  exigen más derechos, equidad e igualdad. El GOP necesita de ellos para ganar la elección de noviembre –a excepción de los últimos, y no porque no los necesite, sino porque claramente han señalado (Romney/Ryan) que el candidato de la comunidad LGBTQ es Barack Obama- la pregunta es cómo conjuntar ambas cosas; los intentos por hacerlo comenzarían en la Convención.

Ann Romney –esposa del candidato- y Chris Christie –Gobernador de New Jersey- fueron los oradores estelares del Martes 28. El objetivo de ambos era fortalecer la candidatura de Mitt Romney, revertir las críticas al candidato con respecto a su elitismo y su falta de simpatía, empatía y liderazgo, y comenzar a golpear la Administración del Presidente Obama. Ann Romney, mucho más que Christie, logró su cometido, pero sus referentes eran personales, es decir se ubicaba ella (no su esposo) como una estadounidense común hija de un minero, que a través del trabajo duro alcanzó el American dream –lo que también hizo Condoleeza Rice la noche del miércoles. La Convención Nacional Republicana, una vez más, ha mostrado en realidad discursos llenos de ideales y valores chauvinistas, raciales y profundamente conservadores. Mismos que se aprecian en su plataforma política, la cual habla de un muro a todo lo largo de la frontera con México sin importar el costo, de prohibir el aborto aún en casos en que la vida de la madre esté en peligro o de violación. Una plataforma que en política exterior habla de fuerza, unilateralidad y enemigos existenciales, amenazas al American way (China, Rusia, Irán, Cuba, Venezuela…).

La noche del miércoles giró en torno al discurso del compañero de fórmula de Mitt Romney, el Representante por Wisconsin Paul Ryan. Había una gran expectación por escuchar a Ryan, y ver qué tanto conectaba con la gente –tanto en la Convención como a través de las pantallas- así como conocer el tenor de sus ataques a la Administración Obama así como su capacidad para articular y comunicar dichas críticas. Ryan justificó su elección como compañero de fórmula, al dirigir buena parte de sus ataques en el ámbito económico, y particularmente el Obamacare; áreas que maneja muy bien el Representante de Wisconsin y ex Presidente del Comité de Presupuesto en la Cámara Baja. Ryan sí conectó con la gente y motivó a sus simpatizantes –de hecho, mucho más que el propio Romney- sin embargo sus ataques estuvieron llenos de manipulaciones, falsedades e inexactitudes.

Paul Ryan criticó los recortes presupuestales a Medicare del Presidente Obama, pero –evidentemente- no señaló que su propuesta presupuestal contenía recortes muy similares. Por otra parte, y en un estilo típicamente estadounidense, Ryan ejemplificó la mala administración de Obama con respecto al rescate de la economía, al mencionar una empresa automotriz de su natal Janesville que a pesar de las promesas de Obama ésta quebró dejando a cientos de trabajadores y sus familias sin sustento; lo que el candidato a la Vicepresidencia omitió, es que la Administración del Presidente Obama rescató dicha empresa, y sigue funcionando. Ryan también omitió que obstaculizó propuestas bipartidistas en los referente al Presupuesto y otros temas. El Representante por Wisconsin (de 42 años) se encargó de fortalecer la imagen de Barack Obama –y su Administración- como una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos por la debilidad de su política exterior, al modo de vida estadounidense por su política de planificación, límites, controles y multas (lo que identifican como socialismo) y al empresariado en su conjunto por el deseo de Obama castigar el éxito –haciendo alusión a las críticas dirigidas a Mitt Romney por parte de los Demócratas.

A fin de cuentas buenas y malas para los Republicanos y Paul Ryan; dio un discurso muy emotivo, encendió a la Convención –tal vez tanto como Condoleeza Rice- y sin duda motivó a muchos miembros del GOP que no estaban convencidos por la fórmula, pero no buscó llegar a las minorías –de quienes dependen ambos partidos- y se demostraron varias inconsistencias en su discurso –además de las mencionadas, faltó a la verdad cuando señaló que los tres estados con menor desempleo son gobernados por Republicanos- razón por la que se recordó a Sarah Palin y su accidentada campaña de 2008, luego de su gran papel en la Convención.


(En la segunda parte a entregar el lunes, se comentarán los discursos de Jeb Bush, Marco Rubio y Mitt Romney)

martes, julio 31, 2012

La pifias de Mitt Romney en Londres y Jerusalén


El viaje de Mitt Romney –virtual candidato republicano a la presidencia estadounidense– por el Reino Unido, Israel y Polonia comenzó enmarcado por una serie de pifias por parte de sus asesores. Uno de ellos comentó que, a diferencia de Barack Obama, Romney si apreciaba la herencia “Anglo-Saxona” que comparten los dos países. Evidentemente, no es difícil interpretar un dejo de racismo en el tono del comentario por contrastar directamente la persona de Romney con la “herencia Africano-Americana” de Obama. Muy probablemente, intentando recomponer el barco, un segundo asesor comentó que como Barak Obama es de izquierda no aprecia la importancia de Organización del Tratado del Atlántico Norte ni la relevancia de las alianzas tradicionales.

A estas pifias Romney sumó las suyas una vez arribado a Londres. Es de todos conocido que el Aeropuerto de Heathrow vio rebasada su capacidad de procesamiento de documentos de migración desde un mes antes de la fecha de inicio de los juegos. Pero que el presunto candidato presidencial estadounidense llegue a la sede olímpica y declare –a pocas horas de comenzar el evento– que había cosas “desconcertantes” en términos de seguridad, cayó muy mal tanto al regente de Londres –Boris Johnson– como al Primer Ministro –David Cameron.

Cabe destacar que Mitt Romney tiene experiencia como organizador olímpico pues fue Presidente del Comité organizador de los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City en 2002. Sin embargo, este intento de presumir sus credenciales como organizador fue expresado con tal arrogancia que no sólo los medios ingleses sino los propios Johnson y Cameron contestaron los comentarios personalmente. El primero cuestionó, en un evento masivo en Hyde Park, que Ronmey pensara que la organización en Londres no estaba lista; Cameron, por su parte, desestimó los comentarios de Romney al marcar la diferencia entre Londres y Salt lake City de la siguiente manera: “Estamos organizando unos Juegos Olímpicos en una de las ciudades más ocupadas, activas y aceleradas en el mundo. Por supuesto es más fácil organizar unos Juegos Olímpicos en medio de la nada”.

La coronación de los tropezones de Romney en Londres sucedió cuando, al final de su reunión con David Cameron, declaró que también se había reunido con Sir John Sawyers, director del MI6 (el Servicio Secreto de Inteligencia inglés). Los medios se concentraron en el hecho de que los ingleses son muy reservados en sus alusiones al MI6 y que se consideraba poco ético hacer pública una reunión con el jefe del Servicio Secreto. Pero otra cosa es también relevante: ni Cameron ni Sawyers hubiesen deseado que se hiciese pública su reunión con alguien que ni siquiera ha sido nombrado candidato presidencial oficialmente y que no tiene hoy ningún cargo público de importancia; es decir, que ambos tuvieron una reunión de alto nivel con un empresario estadounidense.

Las pifias de Mitt Romney en Israel son de diferente naturaleza. En su principal discurso público en Jerusalén, Romney llamó Jerusalén “la capital de Israel”; incluso declaró que como presidente trataría de mover la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Ese simple hecho muestra que sin importar las consecuencias de sus hechos, Romney está dispuesto a decir lo que sea necesario para ganar la simpatía de aquellos ultraconservadores que le pueden extender un gran cheque y conceder su voto. Sin embargo, el resultado es simple y alarmante: Romney podría llegar a ser presidente de los Estados Unidos habiendo destruido toda posibilidad de jugar un papel definitivo en la resolución del conflicto palestino-israelí; es decir, él mismo se ha desacreditado para realizar una de los más importantes labores diplomáticas en política internacional contemporánea.

Evidentemente, no podía terminar allí; Romney hizo referencia a las tensas relaciones entre Israel e Irán y lanzó su aparato discursivo en contra del último declarando un completo apoyo a la posición del primero. En un acto de temerario estrabismo, Romney dice que prevenir que Irán desarrolle armas nucleares debe de ser “la más alta prioridad de seguridad nacional” de los Estados Unidos. Con ello Romney no hace muestra sino de su profunda la ignorancia en materia de política internacional. Es casi de sentido común entender que aún si Irán desarrollara armas nucleares sería casi imposible utilizarlas contra Israel por una simple razón: el gobierno iraní estaría firmando una sentencia de cuasi-exterminio en el mismo momento en que lanzase el ataque; la respuesta de Israel, los Estados Unidos y muchos de sus aliados sería no sólo inmediata sino ejemplar. Evidente el programa nuclear iraní es mero alarde y pretende ser una moneda de cambio diplomático.

Ahora Romney está en tierras polacas. Esperemos noticias de cómo posiblemente agrave las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia, posiblemente con algún comentario anclado en el imaginario hollywoodense de la guerra fría.

jueves, junio 21, 2012

¿Voto olvidado?


Por Luis Alberto Herrán Ávila–

Toda vez que las campañas electorales parecen haber salido de su letargo inicial, existen varios temas que, por la naturaleza inmediatista de la propaganda y el proselitismo, parecen haber quedado por fuera del discurso público. Me referiré aquí a dos de ellos, ligados ineludiblemente al diagnóstico general que habrá que hacer pasada la tormenta electoral: el voto de los mexicanos en el extranjero; y la cuestión de la migración y sus aspectos políticos.

La reforma que permitió el sufragio desde el extranjero a partir de la elección de 2006 fue sin duda un avance para nuestro sistema electoral, abriendo las puertas para los mexicanos en el exterior pudiesen participar y sentirse partícipes, siendo que entre 2000 y 2010 más de cuatro millones de connacionales salieron del país, formando comunidades de migrantes recientes con nexos sólidos con sus familias y lugares de origen. Los cambios en el procedimiento para registrarse como votante en el extranjero y las campañas de promoción del voto, aunque importantes, parecen no haber logrado un impacto positivo en el grueso de los mexicanos fuera de México. El caso de los migrantes en los Estados Unidos (por mucho, el núcleo más numeroso) es sintomático: según datos del Pew Hispanic Center, 31% de los mexicanos en ese país tiene credencial para votar; unos tres millones de votantes potenciales. Pero sólo cerca de sesenta mil completaron el registro, con el antecedente de que en 2006 poco más de la mitad de los inscritos votó finalmente. Las causas de estas cifras desalentadoras son múltiples: dispersión de la población, desinterés, desencanto, falta de acceso a la información, entre otros. A ello sumémosle que el proceso de voto postal es propenso a fallas de logística y organización que quizá escapan de la competencia del IFE, pero que podrían prevenirse o mejorarse. Basta escudriñar las redes sociales para enterarse de cientos de casos de registros incompletos por alguna minucia burocrática, paquetes electorales que no llegan al votante por error en los datos de envío, o que son regresados a México por problemas en la entrega y sin notificar al interesado. O, más frustrantes, los casos de gente ansiosa por votar y que ni siquiera se enteró del proceso de registro.

El propio IFE reconoció este año, que el sistema actual de registro por internet y voto postal restringe el sufragio, y que se requiere una reforma constitucional para modificar estos mecanismos y ofrecer más opciones para el votante externo. A pesar de que desde 2006 se advirtieron tanto la bajísima participación como el carácter restrictivo del proceso, se perdió un sexenio completo para impulsar los cambios de fondo necesarios en la legislación y sobreponerse a un déficit de credencialización y participación electoral que no puede seguir tolerándose, si es que pretendemos, como país, procurar que se garantice y promueva el voto de nuestros condicionales.

Por otra parte, la reforma migratoria, tema que incumbe a buena parte de los mexicanos en Estados Unidos, no ha sido tema importante para los candidatos, sabiendo que, en buena medida, un cambio dependerá de las voluntades políticas en Washington y no sólo de las presiones que se hagan desde México. Las comunidades migrantes tampoco han recibido la debida atención, a excepción de algunas reuniones de candidatos con algunos líderes comunitarios en Estados Unidos, en un tono de “amarres políticos”, perpetuación de redes clientelares ahora a un nivel transnacional, y de vagas promesas electorales, más que en aras de desarrollar cierta sensibilidad hacia problemas y demandas a las cuales el estado mexicano está en capacidad de responder. Además, atados por la legislación vigente, los candidatos no pueden hacer campaña oficialmente en el extranjero, limitando muchísimo el acceso a sus proyectos y propuestas. También, contrario a lo que sucede ya en países como República Dominicana donde existen los llamados “diputados de ultramar”, los mexicanos que residen permanentemente en el exterior carecen de mecanismos de representación directa, y no se les permite elegir a los diputados federales y senadores de su distrito y entidad correspondientes. En términos generales, el migrante sigue siendo tratado por los partidos e instituciones como fuente de remesas y, por lo tanto, de influencia sobre sus lugares de origen, y menos como ligazón con comunidades tanto en México como en sus lugares de residencia para promover alternativas de participación cívica, además de contribuir a la credencialización, registro y emisión del sufragio. Iniciativas como el ya existente Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME), presente en todos los consulados para proveer servicios de salud, educación y desarrollo comunitario, podrían ser piedra angular para avances más concretos en este rubro. Pero sin una visión que considere la pluralidad de la población migrante y que garantice no sólo su derecho al voto sino también las condiciones institucionales para ejercerlo ya sea por correo, en urnas o por internet, será difícil mantener lazos con aquellos que, al salir del país, extienden nuestras fronteras y nuestro sentido de solidaridad.

El autor es candidato a doctor en Ciencias Políticas e Historia por la New School for Social Research en Nueva York.