martes, julio 31, 2012

La pifias de Mitt Romney en Londres y Jerusalén


El viaje de Mitt Romney –virtual candidato republicano a la presidencia estadounidense– por el Reino Unido, Israel y Polonia comenzó enmarcado por una serie de pifias por parte de sus asesores. Uno de ellos comentó que, a diferencia de Barack Obama, Romney si apreciaba la herencia “Anglo-Saxona” que comparten los dos países. Evidentemente, no es difícil interpretar un dejo de racismo en el tono del comentario por contrastar directamente la persona de Romney con la “herencia Africano-Americana” de Obama. Muy probablemente, intentando recomponer el barco, un segundo asesor comentó que como Barak Obama es de izquierda no aprecia la importancia de Organización del Tratado del Atlántico Norte ni la relevancia de las alianzas tradicionales.

A estas pifias Romney sumó las suyas una vez arribado a Londres. Es de todos conocido que el Aeropuerto de Heathrow vio rebasada su capacidad de procesamiento de documentos de migración desde un mes antes de la fecha de inicio de los juegos. Pero que el presunto candidato presidencial estadounidense llegue a la sede olímpica y declare –a pocas horas de comenzar el evento– que había cosas “desconcertantes” en términos de seguridad, cayó muy mal tanto al regente de Londres –Boris Johnson– como al Primer Ministro –David Cameron.

Cabe destacar que Mitt Romney tiene experiencia como organizador olímpico pues fue Presidente del Comité organizador de los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City en 2002. Sin embargo, este intento de presumir sus credenciales como organizador fue expresado con tal arrogancia que no sólo los medios ingleses sino los propios Johnson y Cameron contestaron los comentarios personalmente. El primero cuestionó, en un evento masivo en Hyde Park, que Ronmey pensara que la organización en Londres no estaba lista; Cameron, por su parte, desestimó los comentarios de Romney al marcar la diferencia entre Londres y Salt lake City de la siguiente manera: “Estamos organizando unos Juegos Olímpicos en una de las ciudades más ocupadas, activas y aceleradas en el mundo. Por supuesto es más fácil organizar unos Juegos Olímpicos en medio de la nada”.

La coronación de los tropezones de Romney en Londres sucedió cuando, al final de su reunión con David Cameron, declaró que también se había reunido con Sir John Sawyers, director del MI6 (el Servicio Secreto de Inteligencia inglés). Los medios se concentraron en el hecho de que los ingleses son muy reservados en sus alusiones al MI6 y que se consideraba poco ético hacer pública una reunión con el jefe del Servicio Secreto. Pero otra cosa es también relevante: ni Cameron ni Sawyers hubiesen deseado que se hiciese pública su reunión con alguien que ni siquiera ha sido nombrado candidato presidencial oficialmente y que no tiene hoy ningún cargo público de importancia; es decir, que ambos tuvieron una reunión de alto nivel con un empresario estadounidense.

Las pifias de Mitt Romney en Israel son de diferente naturaleza. En su principal discurso público en Jerusalén, Romney llamó Jerusalén “la capital de Israel”; incluso declaró que como presidente trataría de mover la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Ese simple hecho muestra que sin importar las consecuencias de sus hechos, Romney está dispuesto a decir lo que sea necesario para ganar la simpatía de aquellos ultraconservadores que le pueden extender un gran cheque y conceder su voto. Sin embargo, el resultado es simple y alarmante: Romney podría llegar a ser presidente de los Estados Unidos habiendo destruido toda posibilidad de jugar un papel definitivo en la resolución del conflicto palestino-israelí; es decir, él mismo se ha desacreditado para realizar una de los más importantes labores diplomáticas en política internacional contemporánea.

Evidentemente, no podía terminar allí; Romney hizo referencia a las tensas relaciones entre Israel e Irán y lanzó su aparato discursivo en contra del último declarando un completo apoyo a la posición del primero. En un acto de temerario estrabismo, Romney dice que prevenir que Irán desarrolle armas nucleares debe de ser “la más alta prioridad de seguridad nacional” de los Estados Unidos. Con ello Romney no hace muestra sino de su profunda la ignorancia en materia de política internacional. Es casi de sentido común entender que aún si Irán desarrollara armas nucleares sería casi imposible utilizarlas contra Israel por una simple razón: el gobierno iraní estaría firmando una sentencia de cuasi-exterminio en el mismo momento en que lanzase el ataque; la respuesta de Israel, los Estados Unidos y muchos de sus aliados sería no sólo inmediata sino ejemplar. Evidente el programa nuclear iraní es mero alarde y pretende ser una moneda de cambio diplomático.

Ahora Romney está en tierras polacas. Esperemos noticias de cómo posiblemente agrave las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia, posiblemente con algún comentario anclado en el imaginario hollywoodense de la guerra fría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario