Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley
A semanas de la Convención
Nacional Republicana, que se realizará el 27 de agosto en Tampa (Florida), y en
la cual el Grand Old Party (o Gallant Old Party, GOP, como también se le conoce
al Partido Republicano) elegirá a sus candidatos a la Presidencia y
Vicepresidencia de los Estados Unidos, el otrora gobernador de Massachusetts y
virtual candidato –Mitt Romney- no convence a amplios sectores del electorado,
incluidos republicanos. Sus desatinos en la gira por Europa y Medio Oriente, su
cuestionado plan económico y su constante chaqueteo ideológico –lo que ha sido
motivo de constantes parodias en diversos medios estadounidenses- han contribuido
a la accidentada campaña de Romney; no obstante, no evitaron que lograra
recaudar mucho más dinero que la campaña de reelección del Barack Obama en los últimos
tres meses. La limitada fuerza de Romney al interior del conservadurismo sin
duda inclinará la balanza en la elección del compañero de fórmula del ex
Gobernador.
Aunque la elección se definirá
por el tema económico, la campaña de Romney ha enfocado buena parte de sus
baterías a consolidar el perfil de mano dura del ex gobernador. La principal
crítica al Presidente Obama, ha sido la tibieza con que lleva su política
exterior y el consecuente debilitamiento de los Estados Unidos en la arena
internacional. Romney ha sostenido –así como asesores y coordinadores de
campaña, como Mitchell Reiss, Alex Wong y Dan Senor- que la política exterior de EEUU debe ser mucho
más agresiva, intervencionista, y poco flexible ante rough states como Irán, Siria o Corea del Norte. Incluso han
mencionado que Washington debe abandonar su rol de mediador en el conflicto
Israel-Palestino y volver a ser un claro aliado de Israel. La intención
electoral es evidente. La plataforma de Romney incluye un endurecimiento hacia
Rusia y China, con respecto a su democracia, transparencia y apertura, así como
disminuir el papel de la OTAN en la seguridad regional e incrementar el de
EEUU.
Estas declaraciones, y en general
la plataforma en política exterior del ex Gobernador, parecen indicar que están
en una lógica distinta a las condiciones del mundo actual. Incluso algunos
republicanos expertos en política internacional, han criticado el enfoque
bipolar –me refiero al orden de Guerra fría, supongo que también los
republicanos- con que Romney y sus asesores han articulado su estrategia de
política exterior. Parte del problema puede obedecer a que el numeroso equipo de
asesores en la materia no están definiendo el tema, sino sus más cercanos
colaboradores, Kerry Healey y James M. Talent, quienes no son expertos en
política internacional. No obstante, otros cercanos asesores de Mitt Romney y
que también podrían explicar el perfil de su política exterior, son Eric
Edelman (Subsecretario de Defensa con G. W. Bush), Rich Williamson (que tuviera
diversos puestos en política exterior con Ronald Reagan y G. W. Bush), y los
mencionados Reiss, Wong y Senor, éste último vocero durante la ocupación en
Irak.
Un aspecto fundamental en las
campañas, amén de los temas decisivos –economía principalmente- es la
recaudación, el financiamiento que logren las campañas. Eso determina en buena
medida la estrategia de campaña; en 2008 los asesores de Obama decidieron
“pelear” los estados que eran claramente republicanos, no con la intención de
ganar, sino de obligar a la campaña de McCain a gastar en estados en los que no
tenía pensado hacerlo. Con ello minaron la capacidad de los republicanos para
invertir y así disputar estados no decididos (swinging states). En esta ocasión la recaudación de las campañas
bien podría ser decisiva, así como los mecanismos ya explicados en otro
artículo (PAC’s, Súper PAC’S y grupos 527). Al respecto el sitio de internet Open Secrets ha reportado que la campaña
del Presidente Obama ha recaudado 575 millones de dólares (mdd) y la de Romney
279 mdd. Habiendo gastado a fines de julio ambas campañas, 400 y 205 mdd,
respectivamente. No obstante la diferencia entre ambas campañas, los
republicanos han superado a los demócratas en mayo, junio y julio, y son
quienes han gastado más, por lo que será interesante ver cómo administran sus
recursos en los últimos tres meses de la elección.
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