Una vez lista la fórmula
Republicana (Mitt Romney, Paul Ryan) se definen con mayor claridad y precisión
los temas en los que se enfrentarán las campañas, y que ayudarán a definir la
elección en noviembre próximo. Asimismo, las estrategias para los debates
(entre Obama y Romney, así como el que enfrentará a Biden y Ryan) y el gasto de
las campañas –ya no sólo por los estados que no han definido el sentido del
voto popular, llamados swinging states-
así como la imagen que construyen para sí mismas y para la fórmula rival,
complementan el escenario del proceso electoral estadounidense. A continuación
hablaré de algunos de los retos de ambas campañas a raíz de la inclusión de
Paul Ryan en la fórmula Republicana, a sólo unas semanas de sus Convenciones
Nacionales; cuando ambas fórmulas aceptarán la candidatura de sus Partidos.
La elección del compañero de
fórmula en una elección es fundamental, toda vez que complementa o equilibra la
candidatura presidencial. Así Joe Biden contrarrestaba la falta de experiencia
de Obama y su falta de conocimiento en política exterior, y Sarah Palin,
alimentaba el voto femenino para John McCain, fortaleciendo la imagen de
rebelde (maverick) del propio Senador por Arizona; sorprendentemente la
ignorancia de la Gobernadora Palin en política internacional y doméstica,
pudieron no haber sido tan determinantes, a fin de cuentas. En esta ocasión era
de igual relevancia el compañero de fórmula de Mitt Romney, pues como se ha
comentado el ex Gobernador de Massachusetts no lograba convencer a los sectores
conservadores del Partido Republicano y tampoco a buena parte de las bases, de
los electores en estados que son tradicionalmente Republicanos y que bien
podrían definir la elección de noviembre. Lo que cobra mayor relevancia al
considerar que los Demócratas están en una situación muy similar, pues no han
asegurado estados clave para ellos, dado el desencanto con respecto a la
Administración Obama (Biden).
Con la elección del Representante
por Wisconsin Paul Ryan para candidato a la Vicepresidencia y compañero de
fórmula de Romney, se busca asegurar el voto duro del Conservadurismo, de las
bases del Partido Republicano y de miles (o millones) de jóvenes que buscan un
rostro moderno para el GOP. A Ryan
se le ha presentado prácticamente como un ideólogo del Partido Republicano, y
también como una pieza fundamental para el proyecto bipartidista de Mitt
Romney, habiendo fungido como tal en el Comité de Presupuesto en la Cámara de
Representantes. Sin embargo, el record de Ryan refleja que ni está tan
interesado en el bipartidismo, ni tampoco es un joven ideólogo de la tradición conservadora. Ryan no es más
que un joven que se identifica con valores e ideales del Republicanismo duro
–tampoco es un líder del Tea Party- pero que no ha sido ajeno al pragmatismo
legislativo. El bipartidismo no es ni un valor político de Ryan, ni una
prioridad, según afirman colegas suyos tanto Republicanos como Demócratas.
Con Paul Ryan en la fórmula
Republicana se busca centrar el debate en temas económicos, y particularmente
en Medicare. Pero el rival directo de Ryan, Joe Biden, puede debatir sin mayor
problema con el Representante por Wisconsin en esos temas, y superarlo en temas
de la Administración Obama, más aún en política exterior. En 2008 un problema
que enfrentó Biden en el debate con Sarah Palin, fue que debía tener cuidado de
no atacar con demasiada fuerza a la Gobernadora de Alaska, pues podía verse
como abusivo. Debía ganar el debate, pero no hacer ver muy mal a Palin; algo
verdaderamente difícil siendo ella tan ignorante en temas muy diversos. Al
enfrentar a Paul Ryan el 11 de octubre en Danville (Kentucky) el escenario será
muy diferente, asimismo los retos.
En el debate entre los compañeros
de fórmula de Obama y Romney, el otrora Senador Biden, podrá ser más agresivo y
tendrá la capacidad de defender la Administración Obama toda vez que él (Biden)
ha sido un miembro muy activo en ella. Diversos elementos del staff de la Casa
Blanca afirman que el Vicepresidente participa de prácticamente todas las
reuniones en que se le informa al Presidente sobre diversos temas de la
Administración, como inteligencia, seguridad, política exterior y economía. De
esta forma, Biden podría ser un arma fundamental para consolidar la imagen de
Obama como mejor opción a Romney, en varios temas de la Agenda. Apoyando esta
tesis es que diversas encuestas ubican al Presidente por encima de Mitt Romney
tanto con respecto a la elección general de noviembre, como en temas
específicos. Por ejemplo, una encuesta del Washington Post-ABS News, señala que
en política social Obama tiene un apoyo del 47% contra 39% de Romney; en
seguridad social 45 a 38; en política exterior 56 a 37; en educación 52 a 34;
en salud 48 a 44; en inmigración 46 a 43; en Irán 56 a 37; en generación de
empleos 46 a 45; en Medicare –fortaleza de Ryan- 46 a 27; en gasto militar 45 a
35; y en el tema Afganistán 43 a 27. En el tema impositivo están empatados en
46%, y Romney supera a Obama en economía 48 a 45, en energía –que supuestamente
sería una fortaleza del Presidente- 51 a 42; y en gasto gubernamental 51 a 43.
Los debates sin duda ayudarán a
perfilar el resultado de la elección, pero tal vez más importante que éstos,
será el gasto de las campañas –incluidos los Political Action Comittees y otros
mecanismos de financiamiento y acción política (PAC’s, Súper PAC’s y los grupos
527) todos ellos explicados en un artículo anterior- y su administración en los
estados. Hasta el momento Nevada, Colorado, Iowa, New Hampshire, Wisconsin,
Ohio, Virginia y Florida son estados que no están inclinados hacia ninguna
candidatura –aunque es muy probable que Wisconsin vaya para los Republicanos,
gracias a Paul Ryan. En consecuencia gran parte del gasto se está dirigiendo
hacia estados clave como Ohio (18 votos electorales), Virginia (13) y Florida
(29); Colorado (9) en menor medida. Eso explica por qué las campañas han dirigido
la gran mayoría de su gasto a esos estados, y de hecho la mayor parte de ese
dinero se ha dirigido a anuncios negativos –el 76% del total de publicidad es
negativa.
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