Mostrando entradas con la etiqueta Andrés Manuel López Obrador. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Andrés Manuel López Obrador. Mostrar todas las entradas

lunes, septiembre 10, 2012

El factor “López Obrador” y las izquierdas en México


Por Amando Basurto-

Tras el discurso de Andrés Manuel López Obrador en el mitin del día ayer en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México, vale la pena pensar lo que su escisión con los partidos del Movimiento Progresista significa y significará en un futuro cercano. Sin embargo, un análisis así admitiría el status quo de “las izquierdas” en México en vez de cuestionar críticamente qué significa ser de izquierda en nuestro país.

Desde sus antecedentes Jacobinos, la “izquierda” ha sido una denominación política poco clara y por ello mudable. El origen de la palabra se remonta a la Francia revolucionaria del siglo XVIII y se refería a la posición que (en los Estados Generales y luego en la Asamblea Nacional) tomaron los más radicales defensores de la República (los Jacobinos). El Reino de Terror instaurado por Maximilien Robespierre dotará de un específico carácter de “violento” al concepto de “izquierda”. Más tarde, los rasgos “radical y violento” fueron reforzados al denominar a todo movimiento Socialista y Comunista como de “izquierda”. Finalmente, “la izquierda” ha sido utilizada para etiquetar a los anti-conservadores de todo tipo (incluso a los liberales demócratas como Barack Obama en los Estados Unidos).

Pero, ¿qué significa ser de izquierda hoy en México? No significa, de seguro, un antimonarquismo radical (eso lo eran algunos miembros de las fuerzas insurgentes independentistas a principio del siglo XIX). Tampoco significa ser simplemente “radical”, porque en todo esquema político hay tanto radicales de derecha como de izquierda (radical es sólo una posición relativa y no requiere ser violenta). Mucho menos significa ser Socialista o Comunista; o ¿acaso creemos que Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Jesús Sambrano, o Dolores Padierna son Comunistas? Entonces, ¿son anti-conservadores? ¿Cómo se puede ser anti-conservador si en su discurso representan viejas formas de corporativismo estatal que fueron práctica común en el México de la década de los 50?

¿Ser de izquierda en México significa ser “progresista”? ¿Liberal? ¿Ultraliberal? ¿Estar en contra del poder del clero y de la concentración del poder en un solo nivel de gobierno? ¿Es estar a favor de la defensa de los Derechos Humanos? ¿Es una posición de gobierno o sólo se puede ejercer desde la oposición? Tal vez, en México, no se pueda ejercer ni desde el gobierno ni desde la oposición porque en ambos casos se está limitado a los límites institucionales y a las componendas de partido. ¿Será que sólo se puede ser de izquierda de manera constructiva y sin ataduras corporativas desde la sociedad civil?

Estas preguntas vienen a colación de que el “izquierdoso más peligroso de y para México” ha decidido separarse de los partidos del Movimiento Progresista. López Obrador hecho pública su voluntad de proseguir con su papel de “luchador social” fuera de la vida partidista. Por lo menos hasta que los congresos de MoReNa no decidan que intentarán constituirse como partido político.

Por un lado, la separación de López Obrador del Movimiento Progresista es una buena noticia en lo general. No sólo porque abre la posibilidad, como dijo Jesús Ortega, de que se termine la “esquizofrenia” de la izquierda; y digo posibilidad porque el ex-dirigente del Partido de la Revolución Democrática parece sobrevaluar la figura de López Obrador y menospreciar la gran aportación “esquizofrénica” de las tribus al interior del PRD y de la pluralidad que representan “las izquierdas”. De hecho, al contrario, si MoReNa se constituyese como partido político, el primero de los efectos sería una mayor esquizofrenia y una potencialmente mayor fractura entre las izquierdas. Por desgracia las batallas campales las acabará pagando la ciudadanía; especialmente la sociedad civil organizada podría encontrar los espacios de negociación copados y/o ya muy repartidos.

Pero, ¿qué sucede si MoReNa se mantiene como organización civil? Es difícil predecir con certeza porque nunca ha habido en México una organización de este tipo tan grande y organizada (y tampoco una organización así de popular y previamente ordenada se ha convertido en un partido político nunca). Dos cosas podrían suceder: si López Obrador no renuncia a liderar a la organización, su peso político se podría convertir en un lastre para otras organizaciones civiles. Cancelando así la posibilidad de que la izquierda constructiva se desarrolle desde este ámbito. Por el otro lado, si López Obrador renuncia a dirigir MoReNa y permite la habilitación de espacios para la generación de cuadros a nivel local, con objetivos locales y estatales, que permitan su articulación con otras organización civiles en luchas específicas, entonces MoReNa puede convertirse en un motor de la movilización política en México. Para ello, hay que insistir, los miembros de MoReNa tendrían que renunciar al protagonismo y al caudillismo.

Difícil tarea pues la de definir a la izquierda en México. Aún más difícil será para los que se denominan de izquierda reconstituirse no sólo como una alternativa viable no de gobierno, sino como una alternativa viable y constructiva de acción desde la sociedad civil.

jueves, julio 05, 2012

Evaluando los daños de la elección federal en México II


–Segunda entrega de dos

–Por Amando Basurto.

Hasta el día de ayer por la noche, al terminar de escribir la presente, los distritos electorales no había terminado de hacer el análisis ni el recuento total de (por lo menos) el 54.5% del total de la elección presidencial. Lo que quedaba cada vez más claro es la enorme cantidad de irregularidades del proceso; lo que ha significado de entrada una bofetada con guante blanco a todos aquellos que repitieron alguna variante del estribillo iluso: “la jornada electoral fue un ejemplo de pulcritud y expresión fina de la democracia mexicana”. Tener que recontar más de la mitad de la elección es un gran revés a la confiabilidad inicial del proceso.

Sin embargo, las irregularidades en las actas no es el peor de los problemas que enfrenta la confiabilidad de nuestro sistema electoral. Si lo es, desafortunadamente, el desaforado uso del poder político, el corporativismo, la corrupción, la compra sistemática de votos y el uso ilegal de recursos públicos en los que se ha convertido la maquinaria política de los partidos políticos. Especialmente las maquinarias estatales del Partido Revolucionario Institucional han demostrado ser el renovado origen de su poder político. Los grandes ganadores de las elecciones del año 2000 fueron los comités estatales que, tras depender del poder concentrado en la figura del presidente desde 1930, obtuvieron descomunales recursos para su operación política local (un avanzado cacicazgo institucionalizado). Estos son los espacios desde donde la coacción y la compra de votos fue orquestada este año con una coordinación difícilmente igualable. Esto ha puesto de cabeza el sistema electoral al que se había (supuestamente) blindado en contra del “embarazo” de urnas. El Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no tienen suficiente facultades para castigar estas ilegalidades y no tienen suficiente poder para anular completamente unas elecciones con tal cantidad de irregularidades. En este sentido, la evaluación arroja números rojos tanto para la confiabilidad general del proceso como para la legalidad con la que proceden los partidos políticos.

¿Cómo hacer para evitar que las dinámicas de corrupción y abuso de la necesidad sigan siendo la constante en nuestro país? Por lo visto una reforma política a fondo no será fácilmente aprobada por la partidocracia mexicana. Lo que nuestro país necesita es una sacudida política; al estilo del “pípila” –ese cuasi-mítico personaje de nuestra independencia– la estructura política necesita ser incendiada desde sus cimientos para reestablecer límites civiles de acción política, imponiendo altos costos al abuso y la corrupción y construyendo definitivamente un sistema electoral confiable. Pero más importante, ¿cómo lo hacemos políticamente antes de que la violencia nos gane el paso y veamos a nuestro país envuelto en una guerra civil?

La evaluación de daños arroja un gran perdedor. El Partido Acción Nacional pierde posiciones políticas en casi todos los puestos de elección por los que compitió el domingo. Perder la Presidencia se suma a la pérdida definitiva de la gubernatura de Morelos, a la reducción de su fuerza en el Distrito Federal y, finalmente, a convertirse en tercera fuerza política en el Congreso. La gran impopularidad de la administración Calderón penetró hondo en el sentir del electorado y Josefina Vázquez Mota no sólo cometió errores graves durante su campaña sino que no pudo desmarcarse del todo para venderse como producto “diferente”. Es muy probable que la bancada intenten convertir al PAN en el partido “bisagra” en la negociación de las “reformas estructurales” con el PRI, pero en todo caso asistirá a las negociaciones con una fuerza muy menguada.

En términos de sistema de partidos, los ciudadanos resultamos perdedores tras la jornada dominical. Que el Partido Nueva Alianza mantenga su registro sólo coadyuva a la institucionalización de la corrupción y el corporativismo. Que Gabriel Quadri haya recibido poco más del 2% del voto presidencial habla muy mal de la política mexicana, en donde algunos prácticamente votarían por cualquiera con tal de no votar por los de siempre. Lo peor es que el recuento distrital podría poner al PANAL en la situación de convertirse en un partido “bisagra”, lo que nos dejaría en manos de un triunvirato temible PRI-PVM-PANAL.
Sorpresivamente, suceda lo que suceda tras los conteos distritales, la revisión de los paquetes con irregularidades y las impugnaciones ante el tribunal electoral federal, los verdaderos ganadores de la jornada del primero de julio son los partidos que conforman la Coalición Movimiento Progresista. Aun si después de agotar todas las instancias legales Andrés Manuel López Obrador no es declarado Presidente, la Coalición consiguió ganar las gubernaturas de los estados de Morelos y Tabasco, así como la Jefatura de Gobierno del D.F. (los números de la elección siguen sin ser finales pero es necesario trabajar con este supuesto). El capital político adquirido es enorme; de no dilapidarlo y coordinarlo, la Coalición se erigirá como segunda fuerza política.

Lo que se requiere es una verdadera autocrítica al interior de la Coalición y una definición de sus prioridades. En caso de que el TEPJF otorgue la constancia de mayoría a Enrique Peña Nieto, la Coalición deberá considerar lo inefectivas que fueron las acciones post-electorales de 1988 y del 2006. Posiblemente la mejor opción sería reconocer el resultado bajo protesta y usar el nuevo capital político para intentar crear un marco jurídico mucho más efectivo en contra de todas las irregularidades que se han presentado en las últimas elecciones presidenciales. Podrían también jugar un papel más constructivo en las reformas fiscal y laboral, y una muy legítima oposición política desde el Congreso. Incluso más importante, podrían utilizar el movimiento construido por AMLO para presionar políticamente y fiscalizar a los gobiernos estatales priístas y panistas, así como para asegurar que los gobernadores de “las izquierdas” cumplan con las expectativas de quienes los eligieron. De esta manera allanarían el camino para la elección presidencial del 2018. Para eso tendrían que reconocer que, a diferencia de los casos de Morelos y Tabasco, ganaron la Jefatura de Gobierno y una mayoría legislativa y delegacional aplastante del D.F. como resultado del efecto Ebrard y no López Obrador. Esto ayudaría a convencer a AMLO de liberar su movimiento de su liderazgo y permitir que trascienda su persona en pos de una izquierda políticamente lista para dirigir el país.

Mientras tanto nos queda estar pendientes al proceso de conteo y calificación de la elección; y debemos hacerlo reconociendo que el IFE, la FEPADE, el TEPJF no tienen las facultades de resolver todos los ilícitos ocurridos durante la campaña y la jornada. Actuar de manera efectiva y estratégica será lo único que puede hacer de este proceso uno constructivo.

miércoles, mayo 09, 2012

La resaca del debate y el voto desde el extranjero


Por Amando Basurto –
El primer debate entre los candidatos presidenciales pasó dejando una estela de desencanto y sinsabor político. Ninguno presentó un esquema serio y claro de políticas públicas. Las descalificaciones sólo fueron agravadas por el nivel de demagogia en los discursos. El incidente de la “edecán” playmate se ha reducido a una disculpa por parte del IFE y se ha centrado en la vestimenta de la chica en vez de enfatizar el grave problema que representa en el esquema general del debate: una visión machista con un insultante rol de las mujeres en el debate.

Primero, es totalmente innecesario tener a una “edecán” entregando las tarjetas de orden alfabético a los y la candidata. No importa si la chica es voluptuosa y en un vestido entallado o todo lo contrario; bien pudieron ubicar una urna con las tarjetas al centro y pedir a cada candidato que se acercara para escoger la que designaría su turno. El simple hecho de tener una “asistente” con la única labor de ofrecer una cajita con tarjetas a los participantes resulta denigrante y demuestra el enanismo mental de la producción. Segundo, invitar a una periodista como Guadalupe Juárez a “moderar” al debate parece incluyente pero acaba siendo un engaño –me hizo recordar el penoso caso de las “juanitas”. Su participación se redujo a tomar y leer las tarjetas de los subtemas y preguntas que estaban previamente acordadas para ser “debatidas”, a sonreír y decir “gracias” al final, o tras la interrupción, de la participación de cada candidato. Ese trabajo lo pudo haber realizado, no una computadora, sino un panel como el que se usa en programas de concurso como el de “Jeopardy”. ¿Para qué tener a una mujer inteligente y profesionalmente preparada para “moderar” un debate si solo va a leer tarjetas? Resulta insultante, por decir lo menos.

Con respecto a la participación de los y la candidata, me parece interesante que se puede hacer una comparación directa con los materiales de presentación y propuesta que el Instituto Federal Electoral incluyó en el paquete que reciben quienes votarán desde el extranjero. El contenido general del paquete puede ser consultado en cualquier otro lado; lo que me interesa comentar es el contenido y el formato con el que están presentados. Para comenzar, Josefina Vázquez Mota, al igual que en el debate, se dirige a los lectores en segunda persona del plural (estilo que contrasta directamente con el uso de la segunda persona del singular por parte de Enrique Peña Nieto) en su presentación escrita y en video. La candidata se refiere a los mexicanos en el extranjero como su amiga y se dirige específicamente a aquellos que viven en los Estados Unidos de América; presume de su flamante desempeño al frente de la Secretaría de Desarrollo Social pero no menciona la reforma migratoria. Al igual que en el debate su discurso es seco, memorizado e irreflexivo; el video está filmado en un set que parece una oficina lo que refuerza su oficialismo.

Tanto en el debate, como en su descripción escrita y en video, Enrique Peña Nieto se presenta dirigiéndose al público en segunda persona del singular y presume su “cumplida” gubernatura del Estado de México. El escenario en que está grabado el video contrasta con el de Josefina, aparenta ser su hogar y detrás de él, fuera de foco, aparece un retrato de su hoy familia ampliada. Su folleto hace más énfasis en cómo transformar México que en la defensa de los derechos de los migrantes; apoyar la Reforma Migratoria aparece como única referencia de Política Exterior en lo que parece un anexo de última hora. Todo se concentra en acusar el mal estado de la economía e inseguridad que él dice va a poder exterminar.

El caso de Andrés Manuel López Obrador es poco más disparejo. Durante el debate se dedicó a informar con la intención de “ilustrar” cómo es que los de arriba controlan los sistemas político y económico de México. En su folleto de Propuestas que envía el IFE, AMLO también utiliza toda la primera, de dos y media páginas, en poner como antecedente la existencia de una “pequeña minoría” que se ha beneficiado de una política económica “entreguista”. Al parecer a alguien en su equipo se le ocurrió que esa página y el debate eran el mejor lugar para hacer ese tipo de análisis sin entender que ni las páginas en el primero ni el tiempo en el segundo permitían espacios suficientes para un argumento razonable. A eso hay que sumar que el perfil de AMLO es el peor escrito; enfatiza más su lucha social que su experiencia al frente del gobierno del Distrito Federal: “Se distingue por ser el principal crítico del rescate bancario (Fobaproa) y el más importante líder de izquierda”. Pareciera que alguien lo escribió sobre las rodillas en el último momento. Su video enfatiza su entrevista con el vicepresidente Joe Biden, a quien le dijo que había que concentrar la relación bilateral en desarrollo y quien, a su vez, le comentó que el presidente Obama estaba consciente de la necesidad de una reforma migratoria integral. Posiblemente por perder mucho tiempo hablando de “antecedentes” y muy poco en propuestas, el video-mensaje de AMLO está tajado, editado de manera forzada.

Finalmente, Gabriel Quadri, como buen pupilo, se presenta y enlista sus propuestas de manera muy ordenada. Su video parece una presentación de “power point” a la que le sobrepusieron su figura en pleno discurso; tiene todo un perfil de infomercial. Evidentemente tanto el video como el folleto muestran que Quadri es el candidato que más puede “prometer” sin comprometerse; es decir, es el candidato que más demagogia puede verter sin tomársela tan en serio (usualmente la demagogia es un recurso discursivo para tratar de ganar una posición o cargo político, pero él utiliza toda la mentira y super-demagogia que le permite el saber que es casi imposible que gane la elección presidencial). Además de nombrarse a favor de promover el respeto a los derechos de los migrantes propone (sin un gramo de realismo) la extensión de elecciones desde fuera del territorio por senadores, diputados y presidentes municipales desde todas las sedes consulares. Propone una sexta circunscripción plurinominal que lo único que haría es dar más asientos antidemocráticamente asignados a miembros del PANAL. Peor aún, aunque el “medio ambiente” es el tema preponderante, Quadri hace referencia a la educación antes que a temas como seguridad y legalidad. Evidentemente, cuando se refiere a la educación en México no menciona la palabra “evaluación” y el texto termina siendo un abominable panfleto condenado a la irrelevancia.
Por desgracia los ciudadanos, dentro y fuera del territorio  estamos condenados y limitados a una de estas opciones. El mes de julio nos agarre confesados.