viernes, febrero 26, 2016

Elecciones en España: de cómo terminar con un presidente que la mayoría no eligió

Melissa Ortiz Massó –

El pasado 20 de diciembre se llevaron a cabo elecciones generales en el Reino de España, unas elecciones muy esperadas tras una de las peores crisis económicas y sociales en España desde la llegada de la democracia. Unas elecciones con nuevos actores, nuevos partidos con una cara distinta y nuevos votantes. Todo ello  adelantaba el fin del bipartidismo del Partido Popular (PP) y el Partidos Socialista Obrero Español (PSOE).

En efecto el resultado trae las nuevas buenas: final del modelo bipartidista tras casi 4 décadas. Sin embargo no todo son buenas noticias, el resultado mete al Congreso y a los españoles en un dilema y atore del que a más de dos meses y sólo unos días de la investidura presidencial, no han podido salir.
De acuerdo al sistema electoral español para que un partido logre el encargo presidencial debe llegar a tener mayoría absoluta, es decir 176 diputados. En las elecciones el PP con Mariano Rajoy a la cabeza gana la mayoría de escaños en el Congreso con 123 votos, seguido del PSOE de Pedro Sánchez con 90, Podemos de Pablo Iglesias con 69 y Ciudadanos de Albert Rivera con 40 (el resto de los 6 partidos obtienen 28 escaños entre todos). Dados estos resultados el PP y el PSOE se ven en la necesidad de asegurar alianzas con los demás partidos para conseguir los diputados necesarios que les lleve a la Presidencia.

Esto no es solo un problema simple de aritmética. Entramos aquí en la discusión y en las etiquetas que entre uno y otros se han puesto o que bien han demostrado es su quehacer gubernamental o en sus plataformas, unos de izquierdas PSOE y Podemos y otros de derechas PP y Ciudadanos, con sus matices e intensidades, unos más en los extremos Podemos y PP y otros más en los centros PSOE y Ciudadanos. Son estas etiquetas las que pudiendo hacer las combinaciones posibles, en realidad hacen lo imposible: ponerlos de acuerdo.

El PP desde un inicio manifestó interés del apoyo de Ciudadanos pero aun así le era necesario negociar con el PSOE o Podemos, partidos que claramente no se sentarían con ellos sea por el deseo del poder exclusivo o por incongruencia de visiones políticas y morales. Igualmente para el PSOE, pese a tener uno de los peores resultados en su historia electoral, desde un principio manifestó la negativa a negociar con el PP y cederles la posibilidad de gobernar por un periodo más. Ante ello PSOE necesita sentarse con Ciudadanos y con Podemos para lograr el título, suena fácil sin embargo Ciudadanos y Podemos tienen clara la imposibilidad congeniar ni sentarse en conjunto porque sus visiones de España y de política social y económica no coinciden.

En medio de este embrollo de posturas y vale decir arrogancias, tras no tener un acuerdo que diera presidente a España, el Rey Felipe en su calidad de jefe de Estado decide el 2 de Febrero encargar (lo que ello signifique) a Pedro Sánchez del PSOE que forme coaliciones para obtener la Presidencia teniendo un mes para hacerlo.

En principio el próximo 2 de marzo Pedro Sánchez tendría que presentarse ante el congreso y obtener la investidura Presidencial. La prensa española ha dado cuenta desde el 3 de febrero a la fecha de todos los dimes y diretes entre los cuatro partidos, y el ir y venir de acusaciones, de desplantes y de una evidente lucha por el poder que deja ver lo alejados que están los partidos del interés primordial de la ciudadanía.

Notas van y vienen reflejando el nivel de negociación en el que cada partido se ha instalado. Un PP que le habla a una mayoría del electorado mayor de 40 años; un PSOE que insiste instalarse en la izquierda aunque sus propuestas y plataformas no reflejen esa postura; un Podemos que, pese a ser una novedosa opción para el electorado joven, no ha sabido comunicarse con la mayoría de adultos y que lejos de sostener sus propuestas pareciera que están luchando por los puestos y no la agenda; y por último Ciudadanos que siendo la cuarta fuerza y con solo 40 escaños apunta al ser el gran ganador, olvidando su cercanía al PP y prefiriendo pactar con el PSOE a cambio sí de lugares en el gobierno pero también de agenda.

Termina febrero y parece que España no tiene miras para llegar al 2 de marzo y tener presidente. Grave es, ante una recesión económica inminente, la presión de los jerarcas europeo y empresariales, pero quizás más grave para las y los españoles es estar atorados en un sistema electoral que les de pluralidad pero que no refleja necesariamente democracia. Un sistema en donde el Rey encarga a un partido sin mayoría que busque gobierno. Un sistema que hoy no les permite tener el gobierno que quisieran: las últimas encuestas hechas por Metroscopía muestran al PP como la preferencia de la mayoría (eso sí sin Rajoy al frente), el PSOE como segunda fuerza, Podemos como la tercera y Ciudadanos como la cuarta. Un sistema donde los representantes tan alejados de sus representados alegan por el poder y no por las agendas, lo que se escuchan son condiciones de negociación y no propuestas en común.

España se enfrenta a una crisis económica y social que no termina; con una Cataluña que amenaza independizarse; políticas laborales y de libertades que el pasado gobierno del PP impuso en una lógica liberal y regresiva en materia de derechos y ahora una crisis política que pudiera no terminar de la forma más democrática. Las opciones para la ciudadanía: estar cerca y presionando a sus representantes, exigir unas nuevas elecciones en junio y después de ellas una necesaria reforma política.




- Melissa Ortiz Massó


Melissa Ortiz Massó es activista social especialista en poder legislativo, transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información. Promotora del Parlamento y Gobierno Abierto @melamalo




[1] http://metroscopia.org/barometro-febrero-2016/

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