El
debate entre precandidatos presidenciales republicanos del pasado sábado en
Iowa siguió marcando tendencias que posiblemente permanezcan hasta que se
decida quién abanderará ese partido contra la reelección de Barack Obama. El
tema de inmigración es recurrente y uno esperaría que los precandidatos
republicanos exhibiesen fuertes y marcadas opiniones. Sin embargo, por algún
tiempo los aspirantes mantuvieron el tema a raya; podríamos decir que se
limitaban a hablar de seguridad. Poco a poco los precandidatos han mostrado sus
posiciones sobre inmigración. Lo que hemos podido observar es que no hay nada
nuevo en el horizonte: ninguno de ellos tiene una propuesta que permita que los
millones de indocumentados puedan regularizar su situación de residencia en los
Estados Unidos.
Encontramos
que los dos precandidatos que encabezan las preferencias e intención del voto –Mitt
Romney y Newt Gingrich– son quienes tienen las propuestas más “liberales”. Dichas
propuestas evitarían la cacería y la deportación masiva de inmigrantes sin
documentos, pero no pretenden regularizar a la mayoría de quienes se encuentran
en esta situación. Romney incluso dice tener un plan que no revelará todavía
pero que atendería primero el problema de aquellos en situación ilegal y luego
el problema de la seguridad fronteriza. El debate en Iowa del sábado pasado se
puede resumir parcialmente en dos palabras “conservador consistente”. Consistent conservative fue la frase con
la que los demás precandidatos atacaron a los dos punteros, ambos con récords
que los evidencian como los menos conservadores o, como dicen los
estadounidenses, flip floppers.
¿Cuál
es la relevancia, para el tema de inmigración, que Romney y Gingrich encabecen
las encuestas de las primarias republicanas? En el caso hipotético de que
cualquiera de estos dos precandidatos ganase la nominación partidista y, en su
caso la presidencia, no se impondría una versión radicalmente conservadora y
xenofóbica. Esto no garantizaría una reforma integral, pero sí que no se
incremente el acoso federal a los migrantes indocumentados. ¿Significa esto que
los grupos y asociaciones que luchan por una reforma integral de migración
deberían apostar de alguna manera por Romney o Gingrich? Bueno, eso no es tan evidente.
Las
posiciones de los precandidatos republicanos en las encuestas y de la intención
del voto frente a Barack Obama permite ver una tendencia muy interesante. Comencemos
por tomar en cuenta que las encuestas nacionales de CNN, Gallup, Rasmussen
reportan como amplio favorito a Newt Gingrich. A esto hay que sumar que las
elecciones primarias comienzan en tres semanas y los primeros estados en votar
serán Iowa, New Hampshire, Carolina del Sur y Florida. Mitt Romney lidera por
un pequeño margen en New Hampshire pero Newt Gingrich es el probable ganador en
los otros tres estados con un margen más amplio. Los resultados de estas
primarias influirán de manera importante en el resto.
El gran
reto de Romney y de Gingrich no será ganar las elecciones primarias sino evitar
alienar, en el proceso, a los votantes republicanos más radicales. Por ello, el
próximo mes será fundamental: el resto de los precandidatos insistirán
fuertemente en desacreditar a Romney y Gingrich para tratar de quitarles la
ventaja de la que hoy gozan. Esta situación es una de las ventajas que el
equipo de Barack Obama estarán tratando de utilizar a su favor, ya que si
ningún precandidato republicano logra articular electoralmente a los moderados
con los radicales aumentarían las probabilidades de que el presidente se
reeligiese.
Es
decir, Obama estaría hoy apostando por dos cosas: 1. una candidatura
republicana débil que incluso amenace con dividir al partido en dos (orillando
a los más radicales a apoyar una candidatura independiente netamente
libertaria) y 2. que el candidato sea menos carismático que él para tener una
mayor ventaja a la hora de los debates ya en campaña. Y son apuestas
importantes debido a la gran impopularidad actual del presidente: según la
última encuesta de CBS sobre la administración Obama el 54% de los encuestados
considera que el presidente no ha hecho lo suficiente para merecer un segundo
período. Aún más, sólo el 33% considera que Barack Obama ha manejado la
economía del país adecuadamente.
Ante este caso de impopularidad Obama debe de apostar también por un tercer elemento: el voto de las principales minorías (aquí es donde la reelección podría tener su gran empujón). Según las encuestas, en los 11 swing states (estados que no tienen una “clara” tendencia electoral) 90% de los negros y 64% de los hispanos votarían de nuevo por el presidente. El reto de Obama será hacer que los ciudadanos de ambas minorías acudan masivamente a las urnas; lo que quiere decir que veremos a Obama pronunciando discursos cada vez más incendiarios tratando de atraer a estas poblaciones. Más les vale a las organizaciones políticas y de voto hispanas intercambiar, ahora sí, su apoyo por un serio compromiso sobre migración del todavía presidente.