jueves, noviembre 08, 2012

Cuatro años menos para Barack Obama


Por Miguel Angel Valenzuela Shelley y Amando Basurto –

Siempre vale la pena, hablando de políticas públicas y representatividad republicana, pensar los periodos político-administrativos no sólo como tiempo que uno tiene de más”, sino como el tiempo que a uno le resta para cumplir lo prometido en campaña. Es por ello que, después de las elecciones de ayer, es deseable que el Presidente Barack Obama comprenda que lo que tiene son cuatro años menos y que tendrá que cambiar de estrategia si no quiere ver su gobierno de nuevo amputado por la parálisis legislativa. Un vistazo inicial a los resultados de la elección permite proyectar las posibles lecturas políticas que les darán ambos partidos.

El día de ayer, Obama fue reelecto luego de una apretada contienda que le otorga entre 303 y 332 votos del Colegio electoral –faltando que se determine el resultado en Florida- contra 206 ó 235 de Mitt Romney. El análisis de los resultados a grosso modo de una elección (es decir sólo con las cifras finales) impide una lectura correcta, amplia del propio proceso; esto es especialmente cierto en los Estados Unidos debido a su complejo sistema electoral. El resultado ya mencionado parecería indicar una clara victoria de Obama. También el resultado parcial del voto popular que le da al Presidente 60’075,442 sobre los 57’397,415 obtenidos por el ex gobernador Romney parece ser muy categórico. Pero es necesario conocer a mayor profundidad el sentido del voto –quién y con qué características voto en qué sentido- para comprender el resultado del proceso y cómo se podrían mover los Partidos en un futuro.

Un primer vistazo a los números indica que a mayor nivel de urbanidad y educativo más votos para Obama, y a mayor ingreso y práctica religiosa, más simpatía por Mitt Romney. Eso puede apreciarse, allende las cifras, tanto en los estados que apoyaron a uno y a otro, como en la dinámica electoral. Es por ello que podía adelantarse –proyectarse- antes del cómputo final, que Obama ganaría Ohio, Virginia y Florida por las características urbanas y sociales de los distritos que faltaban por enviar resultados, sin importar que el Presidente estuviera debajo en los conteos. En Ohio, por ejemplo,  la región automotriz del estado tardó en enviar los resultados –Sandusky, Lorain, Cuyahoga, etc.; mismo caso el los condados de Charlottesville y Albermarle de Virginia, o de Palm Beach, Broward y Miami Dade, en Florida, que enviaron resultados hasta ya muy entrada la noche, y al ir llegando estos se invirtieran los resultados parciales.

También se puede observar que mientras los hombres votaron mayoritariamente por Romney (52%), las mujeres y los jóvenes lo hicieron por Obama (55% y 60% respectivamente). Sin embargo, al discernir el perfil de las votantes encontramos que el voto de las afroamericanas y latinas fue muy relevante: 42% de las mujeres blancas, 76% de las mujeres latinas y 96% de las afroamericanas votaron por Barack Obama. El caso del voto masculino es muy similar: 35% de los hombres blancos, 65% de los latinos votaron y 87% de los afroamericanos votaron por el Presidente. Lo que se puede apreciar con estas cifras, es que no fueron mujeres quienes apoyaron al Presidente, sino mujeres afroamericanas y latinas, es decir, el voto femenino de las minorías. Parece haber no sólo una clara distinción ideológica, sino racial en el electorado norteamericano.

Una de las razones por la cual Barack Obama fue re electo, según muchos analistas (simpatizantes del Partido Demócrata u Obama; cabe mencionar que ya se debate quién ganó si el Partido Demócrata o el Presidente Obama), es la inspiración que éste genera en los jóvenes, y el 60% del voto joven parece indicarlo así, pero una vez más acerquémonos a los números. Entre jóvenes blancos de 18 a 29 años el 44% votó por Obama, mientras el 74% de jóvenes latinos y el 91% de afroamericanos tomaron la misma decisión. En ese mismo sentido, 55% de los votantes entre 30 y 39 años apoyaron la re elección demócrata, pero la gran mayoría fueron latinos y afroamericanos. Se repite la conclusión del voto femenino; no son los jóvenes que apoyaron a Obama, fue la aplastante mayoría de jóvenes latinos y afroamericanos. Esto también ayuda a explicar la derrota Republicana, y les indica qué espacios deben cubrir.

Se puede deducir que las minorías deciden ahora las elecciones presidenciales estadounidenses; los blancos, anglosajones y protestantes –el público preferido por el Partido Republicano- ya no tienen la capacidad de definirlas. También se puede decir, para evitar simplemente racializar el voto estadounidense, que ambos partidos políticos han perdido terreno al sobrevalorar el rol que la economía juega en las elecciones. La política y la decisión de quien será el próximo presidente no es un asunto de “creación de empleo” (aunque Romney como Felipe Calderón insistan en ello); la política es un asunto de la positivización y la defensa de derechos. Ojalá quede confirmado que hoy no se puede ganar una elección con propuestas que atentan contra los derechos de las mujeres, de aquellos en situación más vulnerable, del 47% que –según Romney­– son unos vividores del sistema. Es por ello que Obama consiguió ser electo con uno de los niveles más bajos de aprobación en su administración y con un nivel de desempleo de más del 8%. Parafraseando un “dicho” muy estadounidenses muy a menudo: “No, estúpido, no es simplemente la economía.”

Ejemplo de lo anterior es la aprobación en Maine, Maryland y Washington del matrimonio entre personas del mismo, o el rechazo de los votantes a una ley que lo prohibiría en Minnesota; la legalización de la marihuana en Colorado, su uso médico en Massachusetts; la elección de la senadora Tammy Baldwin (Wisconsin), la primera persona abiertamente gay electa al Senado; o el número histórico de 20 senadoras. Aún en una severa crisis económica y con altos índices de desempleo, los votantes tuvieron otras consideraciones además de la economía; Nevada, que tiene el índice de desempleo más alto del país es sólo un botón de muestra. Al final, la mayoría de los electores estadounidenses prefirieron prolongar la administración Obama, con todas sus limitaciones, a darle una sola oportunidad a quienes proponen políticas ultraconservadoras para “salvar” al país.

Los retos para Obama siguen siendo enormes. El “acantilado fiscal” que se avecina pondrá en jaque a las economías estadounidense e internacional. Hacer frente al problema poniendo orden en las finanzas públicas y cobrando impuestos a los que más dinero ganan será fundamental para evitar un periodo prolongado de estancamiento económico. Promover un gasto público razonable para mantener en marcha la producción y el consumo nacionales serán de seguro una prioridad. Y muy especialmente, Obama deberá probar a muchos más estadounidenses que sus políticas no son una expresión de una guerra entre clases (class warfare) sino una estrategia seria para renovar un sistema político y social que ha dado importantes muestras de agotamiento. Cuatro años menos, señor presidente, para lograrlo.

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