miércoles, noviembre 21, 2012

En el corazón del polvorín: Israel y la Franja de Gaza

Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley


En los últimos días hemos visto una importante escalada en el conflicto entre Israel y Palestina, específicamente en la Franja de Gaza, al suroeste en la frontera con Egipto. Pero esos han sido únicamente los últimos días, los eventos más recientes; falta mucha más información para comprender someramente la situación y poder imaginar o vislumbrar acciones y/o consecuencias del conflicto. Lejos de una visión maniquea –además muy común- debemos entender que es una enemistad de varias décadas, pero que la profundidad y complejidad de ella con elementos políticos, culturales y religiosos –sin mencionar el territorio y los recursos- en el ámbito estructural, hacen de éste un conflicto más complejo que añejo. Es evidente que hay que recurrir a la segunda posguerra para comprender el conflicto entre Israel y Palestina, es decir la creación del Estado de Israel, sin garantizar –o incluso preocuparse por- la creación del Estado palestino. Eso, provocado también por la intransigencia palestina, originó una constante pugna entre ambos, así como una tensa y constantemente violenta relación en diversos puntos del territorio; situación intensificada con las constates expansiones israelitas.

Sin embargo, en el caso específico de la Franja de Gaza, un evento inmediato pero necesario para entender esta coyuntura, es el debilitamiento de Fatah y el fortalecimiento de Hamas a partir de 2006. Gaza fue gobernada por una facción política pragmática y secular, Fatah, pero en 2006 fue superada por Hamas debido al alto nivel de corrupción y debilidad ante Israel en las negociaciones de paz y acuerdos políticos. En cuanto Hamas dominó Gaza se deterioró la relación con Israel, en buena medida inspirados tanto en Irán como en Hezbollah (Líbano). Ambos, el gobierno de Mehmet Ahmadinejad (Irán) y el Hezbollah, tuvieron políticas radicales frente a sus enemigos y lograron importantes objetivos políticos; por ello, Hamas no sólo escaló el conflicto con Israel secuestrando soldados, sino que logró un importante apoyo de los actores mencionados. Sobre todo a partir de 2008 cuando Irán y Hezbollah colaboraron para llevar armas a Gaza. Ambos buscaban debilitar al principal adversario en la región, enemigo de varios países árabes, pero algunos aliados potenciales (o supuestos) como Egipto, Siria, Jordania y algunas otras monarquías árabes, temían más un probable desequilibrio en Medio Oriente derivado del radicalismo. La lógica de Hamas, era –y es- que a través de la muestra de poder frente a Israel, tanto ofensiva como defensivamente, se pueden alcanzar objetivos políticos tales como el fin al embargo económico, detener asentamiento israelitas en territorio palestino y mejores condiciones para los diversos asentamientos palestinos en Israel. Pero la radicalización de una parte recibe la misma respuesta de la otra.

Entre fines de 2008 y las primeras semanas de 2009, ante el radicalismo de Hamas y su fortalecimiento en armamento, Israel atacó Gaza; el resultado fue un serio debilitamiento de Hamas, pero también fortaleció sus posiciones radicales. En ese momento Líbano estaba reconstruyendo parte del sur del país luego de enfrentamientos con Israel, Turquía –un esperado mediador en el área- estaba concentrada en problemas internos; Arabia Saudita se mantuvo al margen, así como otros aliados y mecenas de Hamas a fin de evitar que Estados Unidos tomara represalias; Irak estaba consolidando su nueva estructura gubernamental, y aún lo hace, por lo que no estaba en posición de intervenir en el conflicto; el propio Estados Unidos estaba en pleno cambio de gobierno con los primeros días de Barack Obama y todo lo que ello implicaba; sólo Egipto participó como mediador, aunque favoreciendo a Israel en actividades estratégicas como interceptar cargamentos de armamento procedente de Irán vía Sudán. Irán continuó apoyando a Hamas mediante el envío de cohetes de largo alcance –con los que Hamas de hecho ha atacado a Israel desde hace meses Tel Aviv y Jerusalén- aunque uno de los cargamentos más grandes fue bombardeado por Israel cruzando el desierto del Sinaí (Egipto) con apoyo del El Cairo.

Pero el escenario ha cambiado substancialmente desde aquel invierno de 2008-2009. Hosni Mubarak ya no gobierna Egipto, éste es dominado –no sin serios problemas- por la Hermandad Musulmana, aliados de Hamas; y aunque Egipto está profundamente dividido y enfrenta diversas crisis, no será un aliado de Tel Aviv, y sí en cambio El Cairo podría dar legitimidad, así como ayuda política (difícilmente militar) a Hamas. La Hermandad Musulmana tiene mucho apoyo en la región, y Hamas podría beneficiarse de ello; de hecho así parecen entenderlo, pues se han distanciado de su otrora aliado fundamental: Irán, que mantiene una tensa, complicada, pero necesaria relación con Israel, toda vez que ambos tienen interés en monitorear las actividades políticas en Siria y Líbano. La compleja situación en Siria ha dado un importante ingrediente de desequilibrio y con ello impredictibilidad a Damasco. Aunque Siria lejos está de ser aliado de Israel, ayudaba a Tel Aviv manteniendo cierto control de Hezbollah. Turquía está poco interesada en intervenir pues Ankara no quiere ser percibida ni cercana a Israel –lo que de hecho no está después del incidente de Mavi Marmara (2010)- ni a grupos radicales como Hamas. Arabia Saudita ve como una amenaza la Hermandad Musulmana, al menos Riyad, por lo que tomará distancia de Hamas. Finalmente, la crisis Hashemita en el valle del río Jordán amenaza a Israel con desestabilizar más la región e incrementar el apoyo de Hamas.

Allende Oriente Medio las posturas son más bien distantes, prudentes; Europa está muy dividida, particularmente a partir de la crisis en Siria, sin mencionar que su atención está más bien concentrada en ver cómo salir de la profunda crisis económica, social y política. Estados Unidos trata de mantener cierta distancia, esperando que Egipto y Turquía sirvan como mediadores; de hecho estos días se encuentra en Egipto Hillary Clinton, buscando fortalecer la mediación de El Cairo. Washington debe además reconfigurar algunas áreas de su gobierno hacia el segundo período de Obama, lidiar con la mayoría Republicana en la Cámara de Representantes y seguir manejando la crisis financiera –o tratar de hacerlo. Lo que sí ha hecho Washington es presionar a Egipto para que actúe –esto a través de el condicionamiento de su ayuda económica y militar- y apoyar a la oposición sunita en Siria –junto con Turquía y otros países árabes. De consolidarse esta oposición sunita, podría impactar en Líbano y eventualmente a Irán; de esta forma, Teherán es menos atractiva como aliada para Hamas.
Después de que Hamas alcanzara el control en Gaza, Israel ha establecido un bloqueo económico y diversas sanciones en el territorio, señalando a la organización como terrorista. A partir de entonces ambos han intercambiado ataques con misíles en diversas ocasiones; el embargo es constante y los costos de él enormes para la ya empobrecido población palestina. En esta ocasión el conflicto escaló por bombardeos de Tel Aviv a instalaciones terroristas, y aunque ha habido respuesta de Hamas, la gran mayoría de las víctimas –para no variar- son palestinas. El conflicto podría agravarse exponencialmente si Israel lleva a cabo una incursión por tierra, lo que se mantiene como una probabilidad dado el poco compromiso –al parecer- de Occidente y la ausencia de contrapesos concretos en la región, aunque por otra parte el fracaso de la ofensiva de 2008 y el fortalecimiento militar de Gaza, sin duda disminuyen el interés israelí en una operación por tierra.
 
En las últimas horas se espera rinda frutos la mediación egipcia y estadounidense, pero sigue preocupando que las fuerzas radicales de ambas partes siga fortaleciéndose, como lo parecen demostrar la intensificación de ataques por ambas partes el día de hoy.

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