Las
movilizaciones estudiantiles siempre tienen dinámicas complejas porque incluyen
una diversidad educada y poco estandarizada de individuos. Aglutinan, por
consecuencia, una serie de cosmovisiones que reflejan no sólo diferentes
percepciones políticas sino también divergentes posiciones socioeconómicas;
esto genera el debate y las fricciones que hacen de estos movimientos
expresiones ejemplares de acción política. Su riqueza es, sin embargo, también
su “Talón de Aquiles”. Es por ello que el primer y más grande reto que los
estudiantes que participan de estas movilizaciones enfrentan es la articulación
de una agenda y un discurso compactos, precisos, coherentes y realizables. A su
vez, el movimiento debe esquivar el cortoplacismo y evitar caer en la
irrelevancia, proponiéndose objetivos que verdaderamente promuevan cambios
estructurales en el sistema político y no simplemente mejores condiciones para
la perpetuación de la partidocracia mexicana.
Es por
ello que la Primera Asamblea Universitaria, convocada para el día de mañana en
Ciudad Universitaria, es fundamental en el futuro inmediato del movimiento. Los
estudiantes tendrán que consolidar la agenda y la estrategia inicial del
movimiento con la intención de generar la inercia que le permita trascender la
coyuntura electoral. Y es que, muy probablemente, el peor de los contextos para
realizar una movilización estudiantil –que tienden a ser apartidistas en lo
general– es precisamente un año electoral. El ruido de las campañas políticas,
el ánimo partidario encendido y el cierre de las agendas legislativas limitan
mucho el espacio de acción. El pesado condicionamiento del contexto ya es
evidente: primero en la exigencia de una “democratización” de los medios sólo
puede conducir a una banal liberalización de los mismos que no atiende los
problemas de reproducción masiva de ignorancia y mediocridad; y segundo en la
demanda –como ya lo hicieron ante la Secretaría de Gobernación haciendo gala de
civilidad– de la transmisión del segundo debate presidencial del 10 de junio en
cadena nacional terminará llevando la desinformación demagógica (que ya
apreciamos en el primero de los debates) a “todos” los hogares. Que Televisa
programe la transmisión del segundo debate en el Canal 2 –probablemente el
canal con mayor alcance a nivel nacional– no puede ser visto como un “triunfo”
del movimiento cuando en realidad es una clara señal de la irrelevancia e
inocuidad del debate mismo y de su transmisión.
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