Adam
Przeworski en su libro: Democracy and the
market: political and economic reforms in Eastern Europe y Latin America[1]
(1991), señalaba que la democracia es un sistema en el cual algunos partidos pierden
las elecciones, periódicamente unos ganan y otros pierden. Con ésta definición
el politólogo chileno (nacido en Polonia) pretendía ubicar los rasgos mínimos
para identificar un régimen democrático,
sin que esto implicará ignorar la diversidad de arreglos institucionales
bajo los cuales toma forma una democracia representativa. La definición de
Przeworski encierra un elemento de suma importancia que nos debería permitir entender
la dinámica de la democracia en México, después de que el período de transición
terminó con el desarrollo y resultados de la elección Presidencial de julio del
2000: La posibilidad de la alternancia.
Con el
aniversario número 83 del Partido Revolucionario Institucional, ésta
posibilidad adquiere particular
relevancia porque es precisamente éste
partido, el identificado con el viejo Régimen, el que encabeza las preferencias
electorales de cara a la próxima elección Presidencial de julio del 2012. De
acuerdo con datos de la casa encuestadora Parametría, al día de hoy el PRI
tiene el 48% de las preferencias por lo que, si no sucede otra cosa, podría ganar
la Presidencia de la República. Sin embargo, la posibilidad de la alternancia
es un escenario que se rechaza si es el PRI el que tiene la oportunidad de
suceder a Acción Nacional en la Presidencia. Existen distintos argumentos que
por el espacio sería imposible mencionar, pero el más utilizado es el que se
refiere a la longevidad del partido –no a sus 83 años de vida sino a los 71 en
que controló la Presidencia de la República. Se afirma que el PRI es el
causante de todo lo malo que ocurre en el país, si existen atrasos en materia
de salud, seguridad social, empleo etc., es producto de la estela priísta de
cuando gobernó el país.
Lo que
inmediatamente llama la atención es que es el PAN, partido que lleva 12 años a
cargo de la Presidencia de la República, el que enarbola ésta bandera. Sus
principales líderes señalan que son necesarios seis años más de gobierno
panista para profundizar los avances que hasta hoy han conseguido. El PRI señala,
por su parte, que estos 12 años han sido los peores en materia de empleo,
combate a la pobreza y sobretodo han representado un aumento generalizado de la
violencia derivada de la pésima conducción en la denominada "Guerra"
contra el narcotráfico que arroja hasta el momento más de 50 mil muertos (y
contando). Lo anterior constituye una pugna en la atribución de responsabilidades;
lo que llamo el juego de las
evaluaciones retrospectivas, lo cual no es otra cosa que lograr convencer al
electorado sobre "quién es el culpable" de la situación actual. En
este juego, la necesidad o no de
la alternancia adquiere un uso político en el momento en que, a discreción, los
tres principales partidos olvidan que han gobernado por un tiempo prolongado en
distintas entidades de la República al mismo tiempo que demandan un cambio en
las estados en donde son oposición.
Lo que
olvidan PAN, PRI y PRD es que la alternancia constituye una necesidad siempre y
cuando un gobierno de larga data implique, o de como resultado, un deterioro en
el funcionamiento de las instituciones en áreas como la impartición de
justicia, en el combate a la pobreza, seguridad pública etc. La pregunta obligada
que nos debemos hacer, es si éste deterioro institucional está ocurriendo en
las entidades en que gobiernan estos tres partidos políticos desde hace 10, 15 ó
20 años según sea el caso.
La alternancia
no deriva de un criterio numérico, si así fuera ésta sería necesaria de facto
en Guanajuato en donde el PAN gobierna desde 1991, en Baja California donde lo
hace desde hace 23 años o en el Distrito Federal que es territorio perredista
desde 1997. Sin embargo en Guanajuato y el Distrito Federal, PAN y PRD tienen
posibilidades de ser ratificados en la titularidad del gobierno estatal. Al
parecer la evaluación retrospectiva sobre su desempeño será lo suficientemente buena para renovar por seis años más en el
gobierno.
Finalmente, no deja de resultar paradójico que el
argumento que se esgrima para que el PRI no regrese a la Presidencia de la República y que también
sustenta la necesidad de que el
PRD sea "echado" del gobierno de la Ciudad de México, se finque sobre
los efectos o externalidades que produce un ejercicio prolongado de gobierno;
afrimando al mismo tiempo la necesidad de 18 o 24 años de PAN para
"profundizar" la democracia en el país, estamos sin duda ante un uso político
de la alternancia.
Carlos Luis Sánchez y Sánchez. Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México y Doctor en Investigación en Ciencias sociales, con orientación en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México.
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