Por Miguel Ángel Valenzuela Shelley.
Los procesos electorales del
pasado 6 de marzo, ya conocido como Súper Martes (SM), confirmó tendencias pero
también arrojó interesantes sorpresas que van mucho más allá de la mera división,
suma y/o resta de delegados. Mitt Romney confirma que será difícil que pierda
la nominación del Partido Republicano al casi duplicar sus delegados llegando
ya a 421, por 181 de Rick Santorum, 107 de Newt Gingrich y 47 de Ron Paul.
Romney venció en 6 de los 10 estados en que se llevó a cabo el proceso (Alaska,
Idaho, Massachusetts, Ohio, Vermont y Virginia), Santorum en 3 (Oklahoma, North
Dakota y Tennessee) y Gingrich en su natal Georgia. Pero el fondo no está en
las matemáticas, sino en lo que las sostiene.
Es cierto que Romney ganó en tres
estados fácilmente –los primeros en arrojar resultados y que parecían anunciar
una aplastante victoria en el SM- pero uno fue Massachussets, donde fue
gobernador; otro Vermont, estado vecino; y el otro Virginia, en el que sólo él
y Paul estaban en la boleta, ya que debido a las reglas electorales del Partido
Republicano en dicho estado, los demás candidatos no lograron registro. Sin
embargo, también es cierto que si bien Santorum ganó tres estados, era de
esperarse que lo hiciera dado el peso del voto religioso y fuertemente
conservador, de hecho lo sorprendente es que ganara por márgenes reducidos
–salvo en Tennessee, donde ganó el ultraconservador Mike Huckabee en 2008- y
tuviera que dividir los delegados que esos estados ofrecen a la Convención
Nacional Republicana (CNR). North Dakota ofrecía 28 y sólo se quedó con 11
(Paul 8, Romney 7, Gingrich 2); Oklahoma envía 43, de los cuáles serán 14 para
Santorum, 26 divididos equitativamente entre Romney y Gingrich, uno para Ron
Paul y dos que superdelegados que decidirán en la Convención.
El GOP (Grand Old Party, como
también se le conoce al Partido Republicano) no sólo sigue dividido, sino que
–paradójicamente- el candidato más fuerte sigue sin convencer a su propio electorado
y cada vez es más cuestionado al interior del Partido. Pero el retador o
segunda opción lo es menos –o lo sería- en la elección general de noviembre, ya
que sólo es apoyado por los ultraconservadores, a pesar de su reciente
estrategia para mostrarse como un
moderado conservador duro. La carrera larga del GOP en realidad no lo es tanto,
pero es percibida como tal por el alto costo del proceso hasta el momento. Eso
ha provocado que Mitt Romney haya optado por invitar a sus contrincantes a que
declinen en su favor dada su definitiva
ventaja de más de 200 delegados. El problema en el argumento del ex Gobernador
es que los próximos procesos son en el Sur y se espera que Santorum
–principalmente- logre importantes victorias en Kansas, Alabama, Missisipi y Missouri,
con lo que podría obtener más de 150 delegados.
Una de las tendencias que se
confirmó el pasado martes 6 de marzo, es que Mitt Romney no está convenciendo a
la clase trabajadora, ni a los conservadores duros, ni a los jóvenes. La
principal razón por la que Ohio es percibido como un estado muy importante, es
que se le considera como una buena representación de lo que es el país
políticamente, aunque no étnicamente. Y en estas elecciones primarias pudo
observarse que los electores entre 17 y 64 años favorecieron claramente a
Santorum; Romney sólo superó al ex Senador por Pennsilvania en el rango de 65 o
más años. Algo similar se dio tomando como referente el ingreso; en ese aspecto
Santorum logró el apoyo de aquellos que ganan menos de 100 mil dólares, y
Romney de quienes ganan más de esa cantidad. Finalmente otro punto a
considerar, es que en 2008 John McCain venció en las primarias en Ohio a Mike
Huckabee 59.9% a 30.6%, es decir el moderado se impuso con facilidad al duro;
Ron Paul, Fred Thompson y el propio Mitt Romney obtuvieron menos del 10%
combinado. Esta es una clara muestra de la debilidad en la candidatura del
otrora gobernador de Massachusetts.
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